Después de cuatro meses sin ganar fuera de casa en la Liga Endesa y pese a la ausencia de esa referencia interior que es Sacha Killeya-Jones, su principal fuente de anotación, y con el durísimo golpe moral sufrido esta misma semana ante el Niners Chemnitz en Miribilla en toda una semifinal continental todavía muy fresco en el alma, el Surne Bilbao Basket se sacó de la manga en el Pazo dos Deportes un encuentro muy serio, jugando los minutos finales con gran contundencia y aplomo, para desarbolar la resistencia del Río Breogán, recuperar el average tras aquella dolorosa derrota sufrida en casa en diciembre y sumar su decimosegundo éxito de la temporada, que es sinónimo de salvación prácticamente cerrada a cal y canto. A falta de siete jornadas para que baje el telón de la competición doméstica, la zona roja de la tabla queda a cinco victorias más el average ganado al propio conjunto gallego.

Los de Jaume Ponsarnau tiraron de pico y pala para neutralizar las principales vías de anotación de su rival, muy incómodo en cancha. La retaguardia vizcaina lució a muy alto nivel, activando la posibilidad de jugar con rápidas transiciones y firmar hasta doce puntos tras pérdida de balón rival. El marcador casi siempre estuvo en manos de los visitantes, que tuvieron a su favor ventajas de dobles dígitos en el segundo cuarto (22-33), en el tercero (41-51) y en el cuarto, aunque les costó lanzar el demarraje definitivo, que llegó en unos diez minutos finales muy bien resueltos, haciendo que los anfitriones ni siquiera amenazaran un luminoso que acabó siendo holgado, ausente de apuros de última hora. Los hombres de negro entendieron a la perfección lo que el partido requería en esos compases de la verdad, aprovecharon el estado de enorme necesidad de los de Veljko Mrsic y jugaron con ritmo y verticalidad para viajar una y otra vez a la línea de tiros libres. 15 de 15 facturaron los visitantes en ese último acto, notición de portada tratándose del equipo que peor porcentaje de la competición luce en esta faceta del juego, sin llegar al 70%.

A falta de Killeya-Jones, fue la batería exterior la que cogió la responsabilidad de suministrar puntos, liderada por Keith Hornsby con 22 y muy buenos porcentajes de tiro. Le escoltaron Kristian Kullamae y Melwin Pantzar, muy activos en los momentos de la verdad, mientras que Xavi Rabaseda colaboró con dos triples muy importantes en la segunda mitad para enfriar los ánimos lucenses. Con la rotación interior dañada, Ponsarnau utilizó durante más de veinte minutos a Georgios Tsalmpouris, que sufrió en defensa y falló sus tres triples, pero en el cuarto final actuó con solvencia.

Ninguno de los dos conjuntos arrancó especialmente lúcido en la faceta ofensiva, sobre todo el Río Breogán, con Ben McLemore con demasiadas ganas de hacer la vida por su cuenta. Al conjunto vizcaino le costó también carburar, pero aprovechó una buena racha anotadora de sus jugadores de perímetro (Kullamae, Hornsby y Adam Smith) para fabricar un parcial de 0-10 e impulsarse hasta un interesante 7-14 con menos de ocho minutos disputados que obligó a Mrsic a detener la contienda. La defensa bilbaina lució a un nivel notable pese a sus problemas a la hora de cerrar el rebote defensivo, dejando a los visitantes en un pobre 4 de 18, y aunque faltó algo más de mordiente en la otra canasta el 9-16 con el que se cerró el acto inaugural podía darse por positivo.

Un triple de Álex Reyes tras capturar él mismo un rebote ofensivo hinchó el colchón de los hombres de negro hasta los dobles dígitos (9-19), pero un dos más uno regalado por el alero y una pérdida de Pantzar en primera línea de pase, castigados ambos por Juan Fernández, evitaron el demarraje. El conjunto vizcaino perdió su sitio en cancha y los gallegos recuperaron prácticamente todo el terreno perdido (19-21). El regreso a escena de Alex Renfroe reactivó a los visitantes, pues sus penetraciones y sus conexiones con Tryggvi Hlinason, acompañados por un triple de Hornsby, permitieron respirar a los de Ponsarnau (22-31 a 3:07 del descanso). Pero volvió a faltar más consistencia para consolidar la ventaja y entre los puntos de Juan Fernández haciendo mucho daño jugando como pívot, y otro regalo de Hornsby, magnífico en ataque con 12 puntos, en forma de dos más uno concedido permitieron al Río Breogán llegar muy vivo al ecuador de la contienda (32-37).

Solidez

En la reanudación, ni el Surne Bilbao Basket consiguió aumentar sus rentas ni los anfitriones equilibrar el luminoso, aunque los problemas en las filas bilbainas aumentaban al cometer su tercera falta muy pronto tanto Hlinason como Kullamae. Dos triples de Renfroe y Hornsby y una bandeja a la contra de Smith volvieron a colocar a los hombres de negro en situación de romper el partido (41-51). Mrsic llamó al orden a los suyos y la alarma quedó parcialmente desactivada en un abrir y cerrar de ojos con dos triples de Stefan Momirov, bien defendido, y McLemore, totalmente libre de marca, aunque la respuesta con la misma moneda llegó de la mano de Rabaseda para que a los diez minutos se llegara con un más que interesante 48-56.

El Río Breogán activó a Sergi Quintela para que revolucionara el encuentro, pero otro triple de Rabaseda, al que la defensa rival dejaba tirar, y un dos más uno de Pantzar llevaron el marcador hasta el 53-64 a siete minutos del final. Con ambos equipos intercambiando aciertos y errores, fruto de la tensión que se vivía sobre la cancha, el conjunto vizcaino consiguió llegar con una ventaja de dos dobles dígitos (60-70) hasta que faltaban menos de cuatro minutos para la última bocina. Con la defensa local subiendo su temperatura, Kullamae y Hornsby estuvieron muy listos para sumar faltas, viajar con continuidad a la línea de tiros libres y poner el candado a una victoria de muchísimo mérito que permite ya abrazar el objetivo principal con el que el conjunto vizcaino arranca cada temporada y demuestra que los hombres de negro tienen la capacidad de dar lo mejor de sí mismos en situaciones difíciles. Su reacción tras la derrota ante el Chemnitz fue de matrícula de honor.