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Autopista hacia el cielo

El Athletic disputará por sexta vez en su historia los cuartos de final de un torneo europeo, escalón donde tuvo como último rival al Barcelona de Cruyff el curso en que le peleó el título a la Juventus

Autopista hacia el cielo

EL prolijo palmarés de las gestas del Athletic subió un nuevo escalón bajo el manto de San Mamés. Un capítulo que, cuando los aficionados que estuvieron presentes ayer en La Catedral o delante del televisor, se recuesten sobre el asiento del nuevo estadio, evocaran la añoranza del tiempo pasado y el influjo que desprendió un partido con aroma de batalla y apropiado para los héroes. Para los restos quedará que el equipo dirigido por Marcelo Bielsa, el suyo y no otro, despachó a la constelación del Manchester United propiciando que el club rojiblanco se plante por sexta ocasión en su historia en los cuartos de final de una competición europea, a la espera de conocer hoy a su rival.

Toca remontarse a la temporada agridulce de las finales, 1976-1977, para versar sobre la última vez en que los leones alcanzaron esta meta, que a la postre acabó con la puja por el título de la Copa de la UEFA frente a la Juventus. Antes, en el antepenúltimo peldaño, previo paso de enfrentarse al Molenbeek belga; los bilbainos se cruzaron, en su compromiso continental número 50, con el Barcelona. Y no uno cualquiera, sino al de Rinus Michels en el banquillo y su prolongación, Johan Cruyff, sobre el campo. Sucedió un 2 de marzo, cuando Koldo Agirre dispuso un sistema 3-4-3 en la ida disputada en el coliseo vizcaino (2-1) para adueñarse del centro del campo, fórmula que le dio éxito excepto en el lance en que Irureta falló en el marcaje a Asensi. Villar ató en corto al holandés y la actuación del guardameta Mora resultó providencial. Churruca, en el minuto 40, y Dani, de penalti, sobrepasada la hora de juego, hicieron el resto. El Athletic se impuso con justicia por sentido de la anticipación, por valentía y por entrega en una dura labor: destruir el juego culé.

Pero aún quedaba lo mejor para el Camp Nou. Plasmó la tropa rojiblanca un planteamiento de contención que buscaba hacer daño al contragolpe. Nuevamente el actual presidente de la Federación Española de Fútbol maniató al crack azulgrana, mientras que Guisasola, el fornido defensa, se emparejó con Heredia, el auténtico delantero centro del Barça. En la otra banda quedaron Rexach y Escalza, y detrás Goikoetxea. En la media, Rojo II, Irureta y Alexanco amargaron con la presión a Sánchez, Neeskens y Asensi. El Athletic trató de aguantar el juego del Barcelona. Se adelantó Irureta e igualó Cruyff, y lo mismo ocurrió antes y después del descanso pese a que los catalanes pusieron en liza a Clares para actuar con cuatro arriba. El tiempo se consumió con un bombardeo de balones hacia el área de Iribar, que se mostró segurísimo en sus salidas por alto. El Barcelona no tenía inspiración, ni imaginación, ni brillantez. El Athletic tuvo oficio y estrella: la de Jabo, que curiosamente había solicitado el cambio en el primer tiempo por una contractura muscular, pero a falta de recambios en la línea de medios tuvo que seguir jugando a petición de su míster. La prima para cada jugador por el éxito consumado ascendió a 150.000 pesetas.

Fue la única oportunidad en que el conjunto bilbaino salió airoso de unos cuartos, puesto que los cuatro precedentes acabaron en decepción. El anterior ocurrió en el mismo torneo en marzo de 1969. Emparejado con el Glasgow Rangers, el 4-1 encajado en el Ibrox Park fue una muralla infranqueable. Ferguson -sí, Sir Alex-, Peckman, Persson y Stein, los dos últimos en la recta final, maravillaron ante el solitario gol de Clemente, mientras que en San Mames el Athletic murió en la orilla, tras los tantos de Estéfano e Ibáñez, a un gol de la heroica. Un año antes el verdugo fue el Ferencvaros húngaro, todo un ciclón de la época que en el primer parcial, en el Nepstadion de Budapest, solo pudo firmar un 2-1 en el que Betzuen alimentó las esperanzas, frustradas sin embargo en Bilbao, donde pese a ponerse en ventaja el equipo entrenado por Gainza con una diana del zaguero de Lemoa, apenas tardó un minuto Branikovits en echar un jarro de agua fría a la parroquia de La Catedral, y más todavía tras el 1-2 sellado por Fenyvesi. El Ferencvaros se erigió como el coco de la década para los rojiblancos en esta Copa de Ferias, puesto que en 1965 también le apeó del campeonato. Tras el solitario 1-0 de la ida, con el acierto de Juhasz, Varga rubricó el San Mamés el gol que obligó a la remontada liderada por Arieta I (2-1), pero en el desempate en Hungría -en base al antiguo reglamento- la locomotora húngara pasó por encima del Athletic con un rotundo 3-0. Primero, por la mala fortuna del erandiotarra Luis María Etxebarria, que marcó en propia puerta, y después por el doblete del citado Mate Fenyvesi, quien tras colgar las botas se convirtió en veterinario y miembro del Parlamento de su país desde 1990 hasta 2002 representado al Partido de los Pequeños Propietarios.

La primera vez que los leones disputaron esta ronda de cuartos aconteció, en Copa de Europa, en la ya literaturizada batalla frente al Manchester United (5-3 y 3-0), casualidades de la vida el escollo al que ayer el Athletic puso de patitas en la calle para inmortalizar un nuevo episodio de los que enganchan a más fieles para la causa. Y los que quedan por llegar.