"No abronco a un jugador por hacer siete u ocho regates"
Fue un malabarista con el balón en los pies. Regate tras regate. Su estilo peculiar le hizo ser un jugador diferente, amado y odiado a partes iguales. Ahora ejerce como técnico al frente del Valladolid, con el que tendrá que hacer de nuevo malabares para evitar su descenso a Segunda División
BILBAO. Hace 19 años silenció San Mamés con un tanto a los 49 minutos de juego -cuatro después de que compareciera sobre el césped- que suponía la primera victoria del Valladolid en Bilbao de su historia. Onésimo Sánchez (14 de agosto de 1968, Valladolid) regresa hoy a La Catedral como entrenador. Una versión nueva. Lo hace con su equipo metido en grandes apuros y lo hace con su propio ideario, muy cercano al que explotó como futbolista. "Soy muy apasionado del fútbol y he inculcado a mis hijos este deporte con ejemplos", declara un hombre al que se le ha colgado un sinfín de sambenitos. Es cabezón en sus ideales. "Sabía que, tras colgar las botas, iba a seguir ligado a lo que ha sido mi vida", apunta. No le asustan los retos difíciles, "ya los tenía como futbolista", y con la perspectiva que da el paso del tiempo declara que fue "un futbolista desaprovechado".
Lleva un mes en el banquillo del Valladolid. ¿Cómo es la vida como entrenador de Primera División?
Es una responsabilidad grande. En todos los equipos en los que he estado la he asumido, porque he intentado hacer las cosas con la mayor profesionalidad posible y dentro de mis posibilidades. Sí es cierto que ahora todo lo que haces, estando en mi tierra, tiene un mayor impacto. Es lo único que me ha cambiado.
Y la repercusión que puede tener su trabajo.
Sí. Estás en la élite y todo lo que pase, sea bueno o malo, tiene trascendencia. Pero no es nada nuevo para mí, porque como jugador ya competí al máximo nivel.
De Onésimo se conoce el perfil que lució como jugador. ¿Cuál es su ideario como entrenador?
Doy mucha importancia a todo lo que es tener o no tener la pelota. Todo gira sobre el balón y, a partir de ahí, ponemos el resto de cosas en orden. Lo que tienes o no tienes, intentar explotar las virtudes de los jugadores y buscando alternativas cuando la ocasión así lo reclama.
Su currículum recoge el ascenso con el Huesca a Segunda División y sorprende que no renovara. ¿Qué sucedió realmente?
En el fútbol tienes que manejar varios aspectos a la hora de alcanzar acuerdos. No puede ser que un éxito en junio se convierta en un fracaso en septiembre. Hablamos de renovar, pero al final decidimos que esa puerta quedaba abierta pero de momento con cada uno por su camino. No soy de los que piensan que si consigues el objetivo, tienes que continuar; como ocurriría en una situación contraria.
La oportunidad de dirigir al Valladolid le ha llegado como ocurre siempre en estos casos, en plena crisis de resultados. ¿Se entiende como un "marrón" o como un reto que le marcará un antes y un después?
Para mí es una oportunidad, una ilusión y, en definitiva, lo que quería. Me están dando confianza, la gente cree en lo que hacemos y lo veo como un reto apasionante. Hay gente que cuando no ve bien el panorama se echa para atrás. Yo soy de los que casi siempre he tenido este tipo de presiones y no me asusta.
¿Es un técnico dialogante o tira de mano dura?
Me encanta hablar con mi gente. Creo mucho en la relación con el jugador sabiendo dónde estamos cada uno. El fútbol es de los futbolistas y los entrenadores, además de entrenarlos bien, tenemos que darles mucha confianza y libertad en el campo.
En su etapa como jugador del Barça coincidió con muchos compañeros de entonces (Valverde, Laudrup, Koeman, Bakero, Eusebio...) que hoy en día ejercen como entrenadores. ¿Se puede hablar de una escuela propiciada por Johan Cruyff?
Johan tiene una manera de ser y un estilo muy particulares. Sí puede ser que a todos los que pasamos por sus manos nos ha dejado, de una manera u otra, una huella. Ahí entra ese gusto por la posesión de la pelota. A partir de esa raíz, debemos adaptarnos a otras circunstancias, porque no es lo mismo ejercer en un sitio o en otro en cuanto a lo que puedes proponer.
¿Tiene un entrenador donde mirarse como máxima referencia?
He cogido cosas de buenos entrenadores que he tenido y luego siempre tienes algo tuyo, que te gusta. No es mejor ni peor, ni acertado ni desacertado. Es tu idea para manejar los conocimientos que has ido adquiriendo.
A Onésimo se le recuerda como el regateador y el malabarista del balón. ¿Le pesó y le sigue pesando ese "sambenito"?
Ofrece dos vertientes: la buena es que todo el mundo te recuerda y te conoce por esa cualidad; y la mala radica en que la gente sólo se escuda en que era un individualista y se olvida de otras condiciones que has tenido. Poniendo una balanza por medio, creo que salgo ganando.
¿Lo dice desde la perspectiva que da el paso del tiempo?
Fui un futbolista desaprovechado, una parte por mí y la otra por gente que quizá no supo pulir mis defectos, porque las virtudes ya las tenía. A toro pasado, la culpa evidentemente es mía, pero también viendo mis condiciones se me recuerda como un futbolista relativamente fracasado, pese a que estuve muchos años en la élite.
Sí que hubo mucha leyenda negra sobre su persona.
Si son negras, son leyendas. Lo importante son los hechos. Los sambenitos se cuelgan, pero insisto en que creo que fui un muy buen profesional del fútbol con mis equivocaciones. Destaco la madurez que me dio el hecho de casarme y tener hijos muy joven. He sido mejor profesional de lo que la gente pueda pensar, incluso superaría la media de este país.
Ahora como técnico, ¿abroncaría a un jugador que hiciera siete u ocho regates sin fruto alguno?
No. Me gusta mucho que mi gente saque sus virtudes y si se equivoca, le diría dónde sí quiero y dónde no puede. Abroncar a un jugador por tirar de una virtud suya, como hacer regates, lo veo como un error grave. Si tienes alguien que va bien por alto y no marca de cabeza, piensas que algo falla.
¿Recibió muchas broncas como jugador?
Sí, sobre todo cuando la gente me decía que me sobraba el último regate, pero cuando no lo hacía también los había que me decían que era el momento de hacerlo. Además, cuando íbamos perdiendo, siempre me daban la pelota. A grandes rasgos, y con los matices que tiene el fútbol, hay que aprovechar al futbolista que tiene una cualidad o un don, buscando el máximo rendimiento colectivo.
¿Existe un clon de Onésimo en el fútbol actual?
Yo era un jugador bastante peculiar y atípico. Sí hay jugadores que por sí solos pueden dar el giro a una situación. Vosotros (por el Athletic) acabáis de sacar a un chaval que puede marcar, si da los pasos adecuados, época.
Lo dice por Iker Muniain, lógicamente.
Sí, porque es un jugador diferente y al que hay que mimarlo y cuidarlo mucho. A mí particularmente me gustaría entrenarlo por las condiciones que tiene.
Como jugador, le motivaba de forma especial comparecer en San Mamés, por lo que tendrá anécdotas que contar a sus hijos de los duelos ante el Athletic.
San Mamés genera fútbol y San Mamés es fútbol. He jugado allí con diferentes equipos y siempre me ha parecido un estadio de lo más espectacular. No sé si se me daba bien o estaba hecho a mi medida. Me gustaba ese runrún del público de Bilbao, que entiende de qué va esto. Hace silencios importantes cuando un jugador hace cosas. Valoro mucho que sea un público entendido que apoya a su equipo a muerte durante el partido y si no está conforme, lo expresa, pero siempre después del partido.
Le recuerdo un dato: la primera victoria del Valladolid en Bilbao en su historia se produjo en la temporada 1990-91 gracias a un gol suyo.
Salí tras el descanso en sustitución de Minguela y recuerdo que batí a Patxi Iru con el exterior del pie en una contra. Llegábamos a Bilbao de hacer buenos partidos y ganar en San Mamés siempre es especial en un partido que fue duro por su intensidad.