Joserra Pla entra como una exhalación en Moskotarrak. “¡Buenos días a todos! ¿No queréis iros a casa, o qué?”, exclama, fresco como una lechuga. Pasan pocos minutos de las siete de la mañana y, en la trastienda de la txosna, Gloria Prieto y los otros quince comparseros que han atendido la barra durante toda la noche apuran un bocadillo antes de retirarse a descansar. La música ha dejado de sonar, han apagado las luces y tratan, con más o menos éxito, de dar por finiquitada la primera noche de fiesta. “Dame cambios de 12 euros”, le pide a Gloria, billete de 50 en mano. “Dos cubatas. ¿Quién pide dos cubatas a estas horas?”, se pregunta en voz alta.

Dan paso al turno de limpieza, que se encargará de dejar la txosna en perfecto estado de revista para que, a partir de mediodía, vuelva a abrir la barra dando la bienvenida al aperitivo. Después de comer llega la hora del tardeo, las actividades y los concursos, y otra noche de fiesta. Y así, hasta que la quema de Marijaia ponga punto y final a la semana más grande del año. Aquí la fiesta nunca se detiene; son 24 horas sin parar un solo momento.

Noche, tranquila

La primera ha sido una noche relativamente tranquila, cuenta Gloria, presidenta de una de las comparsas veteranas de Bilbao, con la experiencia que dan 47 años cubriendo turnos. Pese al ansia de fiesta, la lluvia y el hecho de que todavía sean fiestas en algunas localidades del territorio, como Portugalete o Gernika, hacen que, curiosamente, la del primer sábado no sea la noche más fuerte de la semana; será a partir del jueves, víspera del Día Grande, cuando el ambiente se dispare.

Pero las siete horas, desde la una de la madrugada y hasta las ocho de la mañana, que han pasado despachando katxis, cubatas y chupitos hacen mella, y todos están deseando retirarse a casa para descansar. “Aquí parece que solo tenemos ganas de irnos a casa nosotros”, bromean mientras llegan sus compañeros, “que hasta huelen bien”.

Joserra Pla mangue el suelo de la txosna con una Kärcher Borja Guerrero

A manguerazos con la Kärcher

Les dan el relevo Joserra, Javi, José Mari, Fran y Josu, que se encargan de retirar los excesos de la noche y dar la bienvenida al día. Empiezan retirando bolsas y contenedores de basura, que durante la noche no pueden sacar: tres de cristal, otros tantos de plástico y dos de cartón, todos ellos de 300 litros, llenos hasta la bandera.

Por no hablar del suelo; con los primeros rayos del sol asomándose entre las nubes se hace difícil entender cómo ha podido la gente andar entre semejante marea de vasos de plástico, botellas o bolsas, que los servicios de limpieza van amontonando para que los retiren camiones y barredoras. Incluso dentro de la txosna encuentran, literalmente, de todo.

Aparecen muchas carteras, móviles, carnés de identidad, dinero, bonos de transporte... Lo recogemos todo y me encargo yo de llevarlo a la Policía Municipal”, cuenta Joserra, que ya ha sacado una potente Kärcher para dar un manguerazo, o dos, al suelo. “Con esto sale todo”, afirma. Cajas rojas de refrescos de plástico vacías, alineadas encima de la barra, dejan claro que, por hoy, la fiesta ha terminado. Y aun así, más de uno no se da por enterado. “Tienes que tener cuidado porque hay gente que salta la barra y nos roba las botellas. Incluso se tumban encima y se ponen a beber a morro de los cañeros”, tiran de anecdotario los comparseros.

150 miembros de Moskotarrak

Son 24 horas de actividad diaria, que hay que cubrir en diferentes turnos. En Moskotarrak, el primero –que en realidad son dos, uno para limpieza y otro para barra– empieza a las 8 de la mañana, hasta las cuatro de la tarde; los que llegan a esa hora se quedan hasta la 1 de la madrugada, cuando comienza el de la noche. El número de personas en cada uno varía; desde las quince o veinte de las noches más multitudinarias hasta las cinco que se encargan de la limpieza matutina.

Todos se los reparten los 150 miembros de Moskotarrak, a los que estos días se unen también amigos para echar una mano. “Los más difíciles de cubrir son los de la noche; los jóvenes tienen ganas de salir y el primer sábado, por ejemplo, llevamos ya todo el día preparándonos para el txupin.

Pero en general la gente responde muy bien; hay muchos compañeros que incluso se cogen vacaciones esta semana para poder estar en la txosna”, explica la presidenta.

Y no se trata solo de atender la barra; varios miembros de cada comparsa hay varios miembros acuden a colaborar con las actividades del programa de Bilboko Konpartsak, quien más quien menos tiene propuestas particulares que también hay que organizar... Un no parar.

Fiesta nocturna en pleno apogeo en Moskotarrak Oskar Gonzalez

850 litros de cerveza

José Mari Amantes, recién llegado también, se pone manos a la obra con las cámaras frigoríficas. Todas las mañanas toca retirar las pocas botellas que queden en su interior, limpiar el interior a fondo, y volver a cargarlas. Solo en Moskotarrak, y no tienen la barra más grande del recinto, tienen diez, cada una perfectamente identificada: coca-cola en una, refrescos de naranja y limón en la siguiente, botellines de agua, licores, txakoli y vino, tónicas... Incluso batidos de chocolate. La que antes se vacía, con diferencia, es la de Coca-Cola, cuentan. “Y las bebidas energéticas, que se las beben como si fuera agua”, advierten también. Si en cada cámara entran cuatro cajas de 25 botellines, echen cuentas; 2.000 botellines listos para ser despachados. A ellos se unen siete cañeros y cinco kalimotxeras; solo de cerveza, esta primera noche ya han vaciado 17 bidones de 50 litros. Sí, han calculado bien: 850 litros de cerveza en menos de 12 horas.

Así que las primeras horas de las mañana suele ser también el momento de reponer las despensas de bebidas, bidones y vasos. No es el caso del domingo, ya que para este primer fin de semana, previsoras las txosnas, los pedidos llegan ya el sábado por la mañana y aguantan dos noches, hasta el lunes.

Son muchos años bajo las carpas de mecanotubo y, salvo sorpresas inesperadas, suelen tener las medidas ya tomadas y pocas veces fallan los cálculos. Aun así, siempre flojean algunos licores y hay que pedir alguna caja más. ¿Cuáles son los que más se piden? Tequifresa, el omnipresente Plata o Plomo, y Jägermeister. El repartidor apunta algunas botellas para reponer la bodega de Moskotarrak –“¿platos para la cocina necesitáis?”, pregunta –, y sigue la ronda.

Los comparseros comen en la txosna a mediodía Oskar Gonzalez

La comida y el tardeo

Con el concierto de la Banda Municipal de Música y los concursos gastronómicos, que regresan hoy a su cita con los fogones, el recinto festivo bulle de nuevo de actividad. Y eso que este domingo, el sempiterno sirimiri no animó a muchos a pasear por la zona e incluso obligó a los músicos a suspender su recital.

En Moskotarrak, al igual que en el resto de txosnas, comienza la hora del aperitivo. A diferencia de otras comparsas, no ofrecen una barra de pintxos como tal, pero siempre hay un poco de tortilla de patatas y unos cuencos de frutos secos para acompañar un txakoli o un marianito. Un DJ de la comparsa Txinbotarrak irrumpe en la carpa, que toman a esa hora sobre todo familias con niños.

Entre el Badator Marijaia de Kepa Junkera y el Lloverá y yo veré, de La Pegatina, la gente se viene arriba de nuevo. Ni la lluvia detiene las ganas de fiesta. Para las tres toca llenar el estómago y coger fuerzas para afrontar la tarde. En Moskotarrak siempre hay comparseros que comen en la txosna. Ayer tocaba pizza.

No preparamos nada especial, vamos un poco sobre la marcha: un día alguien baja algo preparado de casa, otro día tocan pollos asados, si alguien participa en el gastronómico trae la cazuela para compartirla...”, explica Gloria. En las mesas de al lado, los comparseros de Txinbotarrak, 150 en total, también compartían mesa y mantel. “Nos han pedido que les hiciéramos un hueco, porque no tienen espacio cubierto en su txosna”.

A eso de las siete la txosna empieza a llenarse por momentos. Son los nuevos tiempos, porque antes hasta la hora de los fuegos la gente no se echaba de nuevo a la calle. “El tardeo le está comiendo la tostada a la noche”, confirma Gloria. Sin contar con las actividades, todo un clásico, con las que se amenizan las tardes: bingos musicales, conciertos, karaokes, carreras de motos moltó, el concurso de feos y feas, batallas de bailes... Y cuando la traca pone fin al espectáculo pirotécnico, a los asistentes les falta tiempo para alzar los brazos y empezar a bailar. Empieza una nueva noche en las txosnas.