"Es tiempo de actuar". El lema de la presidencia portuguesa de la UE define con precisión el desafío que enfrentan los Veintisiete ante la Cumbre Social prevista para esta semana en la ciudad lusa de Oporto, una cita clave para avanzar en la defensa de una Europa social y superar la crisis post-covid.

Poco ha trascendido sobre los detalles del programa de Oporto -una Cumbre Social, el día 7, seguida de un Consejo Europeo informal, el 8-, que pretende reforzar el compromiso del bloque comunitario y de los agentes sociales con el desarrollo del plan de acción del Pilar Europeo de Derechos Sociales.

La política social y el impulso a este proyecto han sido prioritarios para la presidencia semestral portuguesa de la Unión Europea, que considera esta cita como el evento más importante de este difícil periodo.

El Gobierno del socialista António Costa quiere sacar de Oporto una hoja de ruta para desarrollar el plan de acción del Pilar, pese a la complejidad de un contexto marcado por el golpe de la covid.

Si lo logra, António Costa podrá presumir de un gran éxito.

UN AMBICIOSO DESAFÍO

Resultado de un acuerdo de los principales órganos comunitarios -Comisión, Parlamento y Consejo- alcanzado a finales de 2017, el Pilar Europeo de Derechos Sociales apenas ha sumado avances desde entonces.

El proyecto -una veintena de principios sobre derechos sociales, que comprende desde igualdad de oportunidades para acceder al mercado laboral a vivienda o educación- aspira a transformarse en la guía del modelo social europeo en esta década y en un instrumento fundamental para frenar la brecha de la desigualdad.

El plan de acción del Pilar, presentado en marzo, establece una ambiciosa meta para perfilar un modelo comunitario más solidario hasta 2030: Desde reducir en 15 millones el número de personas en situación de pobreza a garantizar el acceso a empleo para un 78% de los europeos.

Conseguir que al menos el 60% de la población adulta de los Veintisiete reciba formación cada año es el tercer eje de la iniciativa.

Lograrlo, en medio de la mayor crisis en décadas, no será fácil, por eso la Comisión urge a los socios a aprovechar los fondos de recuperación y cohesión para impulsar el empleo, la economía verde y la digitalización.

Son, según la Comisión Europea, medidas "ambiciosas pero realistas" pese a la coyuntura post-covid.

Los estados, con la colaboración de los agentes sociales, deben ponerse ahora manos a la obra para evitar que, como advirtió en 2017 Jean-Claude Juncker, el entonces presidente de la CE, el proyecto termine considerándose "un poema".

PORTUGAL Y LA AGENDA SOCIAL EUROPEA

Cuando asumió su cuarta presidencia rotativa en la UE, el pasado enero, Portugal avanzó su voluntad de desarrollar una presidencia social y pretende sellar este compromiso en la Cumbre Oporto.

No es la primera vez que los temas sociales marcan la presidencia lusa. En el año 2000, durante su segunda gestión, el bloque adoptó la Estrategia de Lisboa, un tratado sobre la renovación económica, social y ambiental de la UE.

Ahora, de Oporto debe salir el diseño de la agenda social europea para la próxima década, con el acuerdo de instituciones, estados miembros, agentes sociales y sociedad civil.

El Gobierno de António Costa se ha entregado a fondo en la preparación de esta cita, a la que Portugal llega ilusionado con su recién estrenada "normalidad" tras un severo confinamiento que le ha convertido en ejemplo del control de la pandemia después de un zarpazo que colapsó la sanidad lusa y dejó miles de muertos.

La cumbre se desarrollará entre rigurosas medidas de seguridad, delegaciones reducidas al mínimo y conferencias online, pero, si se logran avances, Costa pondrá en Oporto un broche de oro a la presidencia portuguesa, que concluirá el próximo 30 de junio.

"No podemos perder tiempo", advirtió esta semana la ministra lusa de Trabajo, Ana Mendes Godinho. "Es tiempo de actuar para una recuperación centrada en las personas".