Las economías de la zona del euro y de la UE alcanzarían sus niveles de producción previos a la crisis antes de lo que anunciaban las previsiones económicas de otoño de 2020. En gran parte, esto obedece a que tanto en el segundo semestre de 2021 como en 2022 el crecimiento cobrará un impulso mayor de lo previsto. Tras registrar un fuerte crecimiento en el tercer trimestre de 2020, la actividad económica volvió a contraerse en el cuarto, cuando la segunda ola de la pandemia llevó a reintroducir las medidas de contención. Dado que siguen aplicándose, en el primer trimestre de 2021 se prevé que se contraigan tanto la economía de la UE como la de la eurozona. El crecimiento económico se reanudará en primavera y cobrará impulso en verano a medida que avancen los programas de vacunación y se relajen poco a poco las medidas de contención. También se espera que contribuya a la recuperación la mejora de las perspectivas económicas mundiales.

Con todo, sigue siendo desigual entre los Estados miembros el impacto económico de la pandemia, como también se prevé que varíe significativamente la rapidez de la recuperación. Respecto a la inflación, se prevé que en la zona del euro pase del 0,3% en 2020 al 1,4% en 2021, para bajar ligeramente al 1,3% en 2022. Si bien se mantienen en general moderadas, tanto en la eurozona como en la UE empeoran ligeramente con respecto a otoño las previsiones sobre inflación. El retraso en la recuperación seguirá frenando las presiones de la demanda agregada sobre los precios. En 2021 podrá haber un impulso temporal al alza debido a los efectos de base positivos de la inflación energética, a los ajustes fiscales -sobre todo en Alemania- y al impacto de la demanda acumulada sobre ciertas limitaciones de la oferta aún observadas. En 2022, al ajustarse la oferta y atenuarse los efectos de base, cabe esperar que la inflación disminuya de nuevo.

Pese a persistir una gran incertidumbre, desde el otoño hay mayor equilibrio entre las amenazas y las oportunidades que acompañan a las previsiones y que, sobre todo, dependen de cómo evolucione la pandemia y del éxito de las campañas de vacunación. Las oportunidades van ligadas a la posibilidad de que el proceso de vacunación permita relajar las medidas de contención más rápidamente de lo previsto, lo que llevaría a una recuperación más temprana e intensa. A ello hay que añadir que Next Generation EU, instrumento de recuperación europeo cuya piedra angular es el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (MRR), podría propiciar un crecimiento mayor de lo esperado. En cuanto a las amenazas, a corto plazo la pandemia podría ser más grave o persistente de lo previsto; también podría haber retrasos en los programas de vacunación. Esto podría demorar el levantamiento de las medidas de contención, lo que, a su vez, afectaría a los tiempos y la intensidad de la esperada recuperación. Pero también existe el riesgo de que la crisis deje cicatrices más profundas en el tejido económico y social de la UE, principalmente debido a quiebras generalizadas y a la pérdida de puestos de trabajo, que perjudicarían al sector financiero, aumentarían el desempleo de larga duración y agravarían las desigualdades.