Lesbos - Un buque de la Armada griega, destinado a acoger provisionalmente a las familias de refugiados llegadas en los últimos días, atracó ayer miércoles en la isla de Lesbos, donde la sostenibilidad de la situación pende de un hilo a pesar de que el mal tiempo ha frenado las llegadas de botes. Centenares de refugiados y migrantes, que decidieron echarse a la mar tras la apertura de la frontera por parte de Turquía, esperaron al raso durante toda la mañana para poder embarcar, junto a los autobuses donde durmieron en el puerto de Mitilene.

Las autoridades llevaron a pequeños grupos en autocares para registrar sus datos antes de dejarles subir a la embarcación, que ha pasado de transportar blindados a convertirse en campo de refugiados flotante.

Según confirmó un portavoz del Ministerio de Migración, el buque permanecerá en el puerto de Mitilene unos días, aunque aún no se ha concretado qué será de estas familias después. Tras la apertura de la frontera por parte de Turquía el pasado viernes después de que una treintena de sus soldados murieran en el norte de Siria, la crisis migratoria ha vivido un grave repunte.

MARZO, MES SIN DERECHO AL ASILO Como respuesta, el Gobierno heleno ha tomado varias medidas de urgencia, entre las que se encuentra la controvertida cancelación durante un mes del derecho al asilo, algo que ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, ha negado que tenga justificación legal.

“Ni la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 ni la legislación sobre asilo y refugio de la Unión Europea proveen de ninguna base legal la suspensión de la aceptación de solicitudes de asilo”, declaró ACNUR en un comunicado tras anunciarse la decisión de Atenas. Separar a los migrantes que desembarquen en sus costas en marzo de los 20.000 refugiados y solicitantes de asilo que ya malviven en Lesbos es una medida que interesa al primer ministro, Kyriakos Mitsotakis. Además, las protestas y hostilidades por parte de grupos de civiles en los últimos días contra refugiados, trabajadores de ONG y periodistas tenían como objetivo que el mayor campo de Grecia y Europa, el de Moria, no acoja a más personas y, de momento, este albergue flotante evita tanto que el medio millar de personas que han llegado estos días vayan a ese campo como que se muevan libremente por Mitilene.

Precisamente debido a la tensión y violencia vividas en la isla estos días las guarderías y colegios de la localidad de Moria y la cercana Panayiuda estarán cerrados miércoles y jueves “para preservar la seguridad de alumnos y profesores”.

Cuestión de tiempo De momento, el mal tiempo y los fuertes vientos que se han levantado desde el martes han impedido que los cientos, o miles, de personas que han optado por la costa turca en lugar de la frontera terrestre para intentar llegar a Europa emprendan su viaje. El problema es que si el viento cambia y los flujos vuelven a aumentar medidas como esta sólo servirán de parche. Los isleños llevan tiempo solicitando la descongestión de la isla y el traslado -al menos de la mayoría- de migrantes y refugiados atrapados desde hace años en Lesbos. El alcalde Mitilene, Stratis Kitelis, aseguró ayer que tras “duras negociaciones con el Gobierno” este le ha prometido que se trasladará a 2.000 refugiados al continente para ayudar a descongestionar la isla, el campo de Moria no acogerá a recién llegados y tanto los que han venido estos días como los que puedan hacerlo próximamente serán trasladados al continente para ser deportados.

Desde el sábado, un día después de que Turquía cancelara de facto el acuerdo migratorio con la Unión Europea, han llegado a las islas del Egeo poco más de 1.500 personas. Según ACNUR, en lo que va de año han entrado en Grecia más de 8.400 personas, de las cuales unas 6.700 lo hicieron por mar.

Según anunció ayer el Ministerio de Migración y Asilo griego, en los primeros dos meses de 2020 las devoluciones de migrantes se han triplicado en comparación con el mismo período del año pasado y, aunque reconoce que “se mantienen a niveles muy bajos”, se muestra positivo porque “ahora al menos hay envíos semanales a Turquía”.

Gases lacrimógenos Por tierra, la Policía griega volvió a lanzar ayer miércoles gas lacrimógeno contra los migrantes y refugiados que tratan de entrar al país desde la frontera con Turquía después de que la jornada del martes la situación fuera más tranquila. Aunque la Policía turca sigue sin permitir a los medios acercarse a la frontera, podían verse columnas de gas y se escucharse detonaciones a un kilómetro del paso fronterizo de Pazarkule, en la zona desde donde hace seis días miles de personas esperan una oportunidad para entrar en territorio de la Unión Europea.

Según la emisora pública griega ERT, la tensión comenzó sobre las 06.00 GMT, cuando un grupo de refugiados trató de forzar la entrada por el paso fronterizo de Pazarkule-Kastaniés, ante lo que las fuerzas de seguridad de Grecia emplearon gases lacrimógenos. Según ese medio oficial, a lo largo de la valla fronteriza hay varios centenares de personas a las que la Policía advierte con mensajes a través de altavoces de que no se les permitirá la entrada en Grecia.

En la parte turca de la frontera pueden escucharse disparos y gritos que provienen de la línea divisoria, hacia donde se dirigieron algunas ambulancias. El Ministerio del Interior de Turquía aseguró ayer que un total de 135.844 migrantes habían abandonado el país hacia Grecia desde que el pasado viernes el Gobierno turco anunciara que ya no podía ni intentaría evitar que cruzaran hacia la Unión Europea, una cifra que parece exagerada en contraste con los datos griegos. El Gobierno griego aseguró ayer que unas 24.000 personas habían tratado sin éxito de entrar ilegalmente en el país.

Turquía. Una persona habría muerto ayer por disparos procedentes del lado griego cuando estaba tratando de entrar en Grecia desde Turquía, según informaron las autoridades turcas, mientras que el Gobierno de Atenas negaba el incidente. El fallecido recibió un impacto en el pecho cuando los militares griegos que custodian la frontera dispararon botes de gas lacrimógeno, balas de plástico y munición real, causando heridas a otras cinco personas, según señaló en un comunicado la oficina del gobernador de la ciudad turca de Edirne. Por su parte el portavoz del Gobierno griego, Stelios Petsas señaló que “no ha habido muertos por disparos de las fuerzas griegas”.