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La palabra sólida que vincula legado con porvenir

Grupo Noticias celebró el lunes en el Guggenheim la gala de entrega de la segunda edición de sus Hitz Sariak

La palabra sólida que vincula legado con porvenirMiguel Acera

La palabra es una de las pocas cosas que gana valor cuando se da. Con la generalidad de lo humano sucede al revés: lo que se da, carece de valía por que no ha costado recibirlo.

Y, aunque haya palabras que se lleve el viento, otras, las que ganan valor, son sólidas como rocas. Poseen la fortaleza de un contrato cincelado en la montaña. Perduran. Incluso aquellas que no se han pronunciado y constituyen el compromiso de alguien consigo mismo. Son palabras talladas con la coherencia que permanecen. Palabras que constituyen identidad. Y estímulo. 

Esas palabras fueron las que premió y reconoció ayer el Grupo Noticias. Una corporación dedicada a la palabra escrita, hablada y fotografiada. Una organización constituida por profesionales con palabra que galardonaron la Palabra, así con mayúsculas, de quienes se empeñan en que su comunidad, y con ella quienes la integran, mejore. 

Si la celebración del año pasado tuvo lugar en el auditorio del museo, seta segunda gala de los Hitz Sariak se desarrolló en el espectacular atrio del Guggenheim de Bilbao. El minimalista escenario, con su atril, unos sillones blancos para las personas distinguidas y una pantalla gigante se dispuso bajo la icónica obra ‘Volante suave’, de Claes Oldenburg. Los ventanales de grandes vidrios triangulares dibujaban al fondo un Bilbao a la vez clásico y rabiosamente cubista.

Antes, personalidades y responsables institucionales aplaudieron un aurresku de honor “abaletado”. Así lo describió su intérprete, Teresa González. La música la aportó el violonchelo de Yeray Gómez. Fue un aurresku. Y fue más.

Aurresku ante las autoridades y premiados.

Con todas las sillas ocupadas, Leioa Kantika Korala, acompañada por piano y percusión cantó y coreografió dos canciones. Una tradicional noruega y la otra creada en la partitura por Elena Ugalde sobre un texto de Bernardo Atxaga. Colores en el vestuario y en las voces. Lo de allí y lo de aquí. Tradición.

Después llegó el momento del oficio infinito, lleno de frescura, verdad y capacidad de improvisación, de la presentadora, Anne Igartiburu. Aún ignoraba que el último galardón lo tendría que recoger ella misma.

Todos estos ingredientes, además de la personalidad arrolladora de quienes recibieron los reconocimientos, lograron que el evento resultara formal pero no acartonado; interesante y con contenido, pero sin alcanzar una densidad abrumadora; además de emotivo en distintas fases. La espontaneidad se abrió camino sin necesidad de quebrar las costuras del protocolo. El equilibrio justo para que amantes de la normatividad, por un lado, y de la naturalidad, por otro, se sintieran como en casa.

Las personas asistentes atentas a lo que pasa en el escenario.

Recibieron sus distinciones personas que comparten el respeto por la palabra dada. Personas conscientes de que su palabra es solida precisamente por ser quienes la pronuncian. Consecuentes con lo que dicen. Gentes de palabra sólida.

Seis personas de diferentes edades, orígenes, profesiones y género. Esta vez, con mayoría de mujeres. Seis personas que han conquistado y conquistan sus propios límites mirando a la vez sus objetivos y el legado de quienes les precedieron.