El grupo de edad en la que más ha crecido la violencia machista es en menores de 18, con un incremento de más del 70%. Es la nota negativa que pone el experto en violencia machista Miguel Lorente, que insiste en que se debe trabajar más en la detección y prevención de la violencia de género.

El médico forense y exdelegado del Gobierno contra la Violencia de Género, ha participado hoy en el congreso Hombres, masculinidades y políticas públicas. Compromiso con la igualdad, que se celebra hoy y mañana en Gasteiz, y que está organizado por el departamento de Igualdad, a través de Emakunde.

 Comenzamos con un dato de esta semana. Las denuncias por violencia machista han subido un 10% en el Estado. Casi 50.000 en tan solo 3 meses. ¿Qué radiografía deja de la situación actual?

—Creo que es muy positiva. Hay un cambio respecto a la invisibilidad, y ese juego perverso de relacionarlo con inexistencia para quitarle importancia a la violencia de género. Se denuncia cerca del 30% respecto a a la realidad que existe. Que esa cifra vaya creciendo es bueno. Hay una parte positiva en cuanto a la reacción social, pero no hemos cambiado el marco en el que se da algún tipo de justificación sobre el uso de la violencia machista.

¿La parte cultural, estructural, es lo que no se ha abordado?

—Exacto. No solo no se ha trabajado lo suficiente en la prevención, y sobre todo a través de la educación en el cambio de referencias. Sino que cuando se ha planteado es lo que levanta mayor crítica por parte de los sectores más conservadores. Nos falta tomar conciencia. El machismo no se puede gestionar; hay que erradicarlo. Institucionalmente no se tiene claridad respecto a estos temas. El feminismo si lo tiene, pero la política, que no es suficientemente feminista, no. Y el ejemplo está en el pacto de estado de violencia de género.

¿En qué sentido?

—Yo ya dije que no necesitamos solamente un pacto contra la violencia de género. En España tenemos dos pactos de Estado contra la violencia, una contra la violencia terrorista de ETA y otro contra la yihadista. Y son pactos contra el terrorismo, no contra el atentado, ni violencia terrorista, sino toda la situación, que pueda derivar en el atentado. Aquí igual, no podemos poner el énfasis en la violencia y en los entornos cercanos a la violencia, necesitamos que sea contra el machismo. Y el reto es que el desarrollo de las políticas esté dirigido a abordar la normalidad definida por el machismo, no solo cuando se desvía y supera el umbral crítico. 

Hace dos décadas del primer pacto, comentaba que el hecho de que se denuncie es positivo. Pero las cifras no bajan. ¿El sistema falla?

—Yo creo que no. Funciona, pero no es suficiente. Hay un problema de enfoque, los mensajes institucionales cuando se asesina a una mujer subrayan si había denunciado o no. Parece que se cuestiona a la mujer. Cuando hay un accidente de coche no se dice si había pasado la ITV o no. Siempre se dice que se denuncie, pero es insuficiente. Si se tuviera la crítica social como para que el porcentaje de denuncia fuera un 70%, tendría un impacto importante en la realidad social. Esa conciencia crítica haría que no existiera la violencia de género. La clave es trabajar en la detección, además de en la denuncia. 

De hecho, el 40% de las mujeres asesinadas habían denunciado. 

—El porcentaje es altísimo. Y eso es muy preocupante. Si una mujer que denuncia después de insistirle para hacerlo, resulta que fallamos en la protección, es muy preocupante. Más aún que el hecho de no denunciar. Porque la denuncia es un problema estructural que tenemos que mejorar con la concienciación y detección. Tenemos que adaptarnos a la realidad de las mujeres que sufren violencia de género y todo lo que produce en ellas; aislamiento, baja autoestima, depresión… No le pidas que denuncie, nadie va a entender la denuncia como una solución fácil e inmediata..

Esa es la forma más extrema de la violencia, sin embargo, la ley estatal también incide en la concienciación. Muchos siguen sin ver el machismo como problema. ¿Reside ahí uno de los problemas?

—Hay gran diferencia entre chicos y chicas. Las chicas lo consideran en un 75% que la violencia de género es un problema grave, y los chicos solo en un 50%. Reproduciendo el mensaje de la extrema derecha de que es un invento ideológico, el porcentaje ha aumentado del 10,9 al 20%. Y un 15% dice que si es leve no es importante. Están normalizando la violencia. 

¿Calan los mensajes que niegan la violencia machista?

—Todo el narcisismo que hay alrededor de la violencia de género y la masculinidad te mantiene en la zona de confort. Y para tomar conciencia de que es algo negativo, que no se puede hacer, tienes que cuestionarte muchas cosas, no solo en no hacerlo, sino cosas relacionadas en la forma de entender qué es la masculinidad y la forma de posicionarte. El mensaje negacionista refuerza la construcción social en un momento en el que hay un guerra cultural según se interpreta desde las posiciones androcéntricas, porque el feminismo no habla de guerra. Pero se percibe como un ataque para quienes entienden que sus ideas, tradiciones, son lo normal.

¿Se reproducen los modelos y estereotipos machistas? 

—Se reproducen porque no dejan de ser. No es que haya una incorporaciones activas de esa referencias, se sigue siendo como se ha sido. La gente es machista porque todo te define como tal, y para no serlo hay que dejar de serlo. Machista eres, porque hemos sido todos, somos todos, y tenemos que hacer un proceso de crítica respecto a lo que nos han dicho que es una manera de ser.

Es el eje del congreso. ¿Qué papel tienen los hombres en atajar esta problemática? ¿Se debe deconstruir el imaginario social de lo que es ser hombre?

–Sí, ser hombre tiene el componente individual y social. Tenemos la obligación de comportarnos como se espera de nosotros, y al mismo tiempo garantizar que otros lo hagan, y las mujeres se queden en los espacios reservados para ellas. Tu masculinidad reside en que otros hombres te vean como uno de los suyos. Tenemos que cuestionarnos eso.

¿Qué retos tenemos como sociedad y Estado para alcanzar la igualdad real?

—Falta mucho, pero cuantos más medios tengamos antes lo lograremos. Las mujeres asesinadas han bajado un 21% en diez años. La sociedad se está transformando; tenemos que conseguir avanzar, y estamos en esta línea.