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Deusto recuerda la pandemia de hace más de un siglo

La universidad inaugura la restauración de la escultura de San José, que la 'protegió' de la pandemia de finales del XIX

La Universidad de Deusto fue ayer lunes al mediodía escenario de un emotivo acto. En concreto fue la inauguración de la restauración de la estatua de San José, una obra en la ladera del monte que recuerda una pandemia

La fecha coincidió con el mismo día en el cual la presencialidad total en las aulas y la actividad académica recuperó su normalidad tras otra pandemia que ha descolocado a una nueva generación.

Entre 1889 y 1890, Europa fue azotada por una devastadora epidemia de gripe que provocó una gran mortalidad y que “en Deusto llegó a afectar a un centenar de personas entre estudiantes y profesores”, recordó el rector de la Universidad de Deusto, José María Guibert.

“Ante esta situación se imploró el auxilio de San José, símbolo de la ética del cuidado; todos sobrevivieron. En agradecimiento a no haber tenido que lamentar ningún fallecimiento, la Universidad determinó erigir una imagen del santo patriarca y, además, hacerlo sobre un alto, en un lugar bien visible para que se pueda ver desde Bilbao y desde múltiples puntos del campus. La elección del lugar no fue caprichosa, sino que se situó allá donde más destaca, junto al horizonte”, subrayó el rector con la atenta mirada del presidente del Patronato de la Fundación Gondra Barandiarán, Guillermo Barandiarán.

La escultura en piedra, rehabilitada gracias a la colaboración de la Fundación Gondra Barandiarán, fue tallada en 1889 por Vicente Larrea Aldama. Este escultor también es el autor de las dos imágenes de los Sagrados Corazones de los claustros universitarios, fechados en la misma época, y de los retablos, hoy perdidos, de las dos capillas con las que por entonces contaba la Universidad en su sede bilbaina.

En su primera época, el monumento de San José estaba adornado por un templete guarnecido de bombillas que se encendía, además del 19 de marzo, todos los miércoles, que era el día especialmente dedicado al santo. El conjunto brillaba aislado en medio de la noche y sirvió durante años de referencia nocturna para orientación de los bilbainos.