¿Cuántos años habría costado alcanzar tal cantidad de usuarios sin la pandemia?

—Sin la pandemia de por medio, igual habríamos tardado cinco años. El crecimiento se estaba dando, pero en años anteriores ha sido un crecimiento lento. Hay que tener en cuenta también que esto de tramitar electrónicamente con las administraciones a veces resulta complicado y provoca miedo a hacer las cosas mal, por falta de costumbre. Pero las implicaciones que tenía la pandemia lo ha cambiado todo en cuanto a la presencialidad. Las ventanillas de las administraciones han estado cerradas y, cuando se han puesto en marcha, se ha hecho con mucha precaución y eso ha supuesto una mayor dificultad para acceder a los servicios. Y muchas personas han preferido, en vez de acercarse presencialmente a una ventanilla, hacerlo vía digital. Ha dado sentido a todo lo que estábamos haciendo. Y todas esas inseguridades se le han ido a la ciudadanía.

¿Había infraestructura para ese incremento de usuarios?

—A nivel de infraestructura tecnológica, la dotación que tenía Izenpe estaba perfectamente preparada para dar respuesta en una situación de estas, incluso de mayor nivel de digitalización.

¿Cómo convencería a su vecino de que se saque una BakQ, por ejemplo? ¿Qué le diría?

—Le diría que hoy en día es imprescindible para acceder a determinados servicios en el ámbito digital. Y que dota de seguridad jurídica a todo aquello que van a llevar a cabo, sobre todo con las administraciones, pero también con un tercero privado podría ser, por ejemplo, para firmar contratos. Son herramientas que están reguladas jurídicamente, equivalente a una firma manuscrita y, si a eso le añadimos la comodidad de poder operar en el ámbito digital, a mí me parece que las ventajas son grandes con respecto al modelo presencial o físico. Y ahora fácil de usar.

¿No siempre ha sido así?

—Es cierto que al principio, esto de los certificados y las tarjetas tenía una mayor dificultad de uso, porque había que instalar componentes en los equipos. Hoy en día, eso también ha evolucionado. Y la BakQ, en concreto, es un medio de identificación seguro jurídicamente y es muy fácil de usar, no requiere ninguna instalación.

¿Es seguro?

—Tecnológicamente es muy seguro. Cualquiera no puede emitir medios de identificación electrónica ni toda empresa es prestadora de servicios de confianza. La seguridad jurídica está garantizada.

¿Se podría decir que hay una barrera invisible entre quienes están habituados al ordenador y los que no?

—Esa barrera existe. No siempre relacionada con la brecha generacional, pero digamos que gente de más de 60 años no ha desarrollado su juventud en un entorno digital, aunque creo que es una cuestión de tiempo. Aún quizá haya cierta resistencia de ciertos colectivos, pero en breve va a pasar a ser demandado por la ciudadanía.

¿Va a ser la única forma de relacionarnos con la Administración en el futuro? ¿Cuánto falta para que eso ocurra?

—Para las personas jurídicas, desde 2018 ya lo es. Están obligadas a relacionarse con la Administración de forma digital. Para las personas físicas, no. Tienen derecho a poder relacionarse electrónicamente, pero no es una obligación y yo creo que la presencialidad para las personas físicas no va a desaparecer a corto plazo, pero en la medida que los servicios que se ofrezcan en el canal digital sean más interesantes, se producirá un cambio.

¿Hay que hacerlo todavía más atractivo?

—Imagínate una carpeta de salud donde tienes todo tu historial médico, con tu historial de vacunación, y todas las pruebas que te han podido hacer en el ámbito sanitario y que lo tengas unificado y accesible en un punto. Eso no existe en presencial. A mí me parece que es una revolución de cómo prestan el servicio las administraciones. Se está avanzando mucho en el diseño de los servicios, para que dejen de ser tan burocráticos y formales que en el canal formal. Que los medios de identificación sean más sencillos, más cómodos.

¿Exclusivamente limitado a las administraciones? ¿O podremos hacer pronto trámites en una entidad financiera?

—Las empresas privadas ya están cambiando y están interesadas en ofrecer servicios en el canal digital. Hoy en día, estas herramientas están reguladas para ser reconocidos jurídicamente en toda Europa en el ámbito público y privado, incluido el bancario. Si pusieran a disposición de sus clientes estas herramientas, lo podrían hacer perfectamente. Es una carrera de fondo, en cualquier caso. Yo creo que a medio plazo, cuando el concepto de ciudadanía digital esté un poco más afianzado, va a ser una lógica el utilizar esa misma identidad digital.