L calendario indica que estamos en invierno, pero para la hostelería vasca es como si ya hubiese llegado la primavera. La reapertura de bares, cafeterías y restaurantes posibilitada por un auto judicial del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco ha hecho que este fin de semana hayan rebrotado las terrazas, que las barras de pintxos se vean reverdecidas y renovadas y que los clientes hayan eclosionado hasta llenar todas las mesas, sillas y taburetes disponibles.

La afluencia de clientes a los bares y restaurantes reabiertos desde el miércoles -o el jueves en muchos casos- fue ayer superior a la de los días laborables previos, pero, tal y como señaló el responsable de un bar de la calle Ledesma, "estos no son los tiempos de antes" y las ganas de poder disfrutar de una bebida o de comer en un restaurante están contenidas por las medidas sanitarias y de limitación de la movilidad. Entre los grupos familiares y de amigos que ayer alternaban compras, paseos y aperitivos se podía percibir ligeramente que es Carnaval. La festividad de San Valentín también se dejaba notar en forma de ramos de flores recién comprados y algunas ofertas en las pizarras con los menús de las zonas más céntricas. Ayer a mediodía todas las terrazas estaban llenas y los espacios en aceras, calzadas y plazas habilitados por los hosteleros para compensar las restricciones en las zonas interiores, ocupados.

También las mesas interiores permitidas por ese aforo al 50% tenían una elevada ocupación o estaban reservadas. Aitor, del bar Al lío, en García Rivero, explicó que desde el miércoles ha estado trabajando de forma "suavecita" porque "todavía hay muchas reticencias" y "la reapertura de los bares mientras permanecemos en zona roja no ha gustado a mucha gente". No obstante, desde el jueves no para de recoger reservas para este fin de semana y estos dos días lo tiene todo lleno, pero "solo para comidas, porque esto no es Europa y aquí la gente no cena a las 7.00 de la tarde".

Se ve que, por pequeño que sea el establecimiento, las ganas de muchos ciudadanos de volver a potear y de comer un menú sin tener que recurrir al take away han podido superar los inconvenientes derivados de los límites de aforo y en la forma de consumir.

En el bar Ledesma, reabierto desde el miércoles, el servicio de terraza no para y aseguran que "desde los primeros días hay movimiento toda la mañana", aunque no con el mismo volumen de gente que antes de la pandemia, ni siquiera igual que antes del último cierre decretado en Bilbao y en otros muchos municipios vascos por sobrepasar los 500 casos acumulados por cada 100.000 habitantes. También en el Jam Toki y en el Erreka, en la Plaza Nueva, reconocen que el Carnaval y el fin de semana han animado el negocio, pero sin alcanzar el volumen de clientes, rotaciones y decibelios de otros años. "El viernes por la tarde -explicaron en este último establecimiento- no había nadie, pero de repente, a las 6.30 el bar se llenó. Hoy estamos trabajando bien, se nota que es fin de semana".

Camareros disfrazados

En la zona del Casco Viejo es donde se hacía más evidente que en circunstancias normales tendríamos que estar celebrando el Carnaval. Los disfraces, sin embargo, no consiguieron dominar totalmente el paisaje a pesar de que los hosteleros aportaron su granito de arena. Así entre los camareros del Café Bar Bilbao ayer había un centurión romano, un pirata, algún personaje de Astérix, un escocés y un ruso sacados de las novelas decimonónicas; en el Bertoko Berria las bebidas las servía un bailaor de flamenco, y entre los clientes que tuvieron la suerte de pillar mesa se veían pelucas de colores y alguna Mary Poppins. En la plaza Unamuno y en El Arenal, las terrazas estaba ocupadas al completo por padres de varias princesas Disney, algún superhéroe y pequeños guerreros.

"Hoy hay más gente que entre semana", reconoció Yolanda, del bar Larragan, en García Rivero. "No me esperaba que se animara tanto, pero eso está bien, aunque cuando hay mucha gente hay que controlarla un poco porque muchas veces, sin darse cuenta, se olvidan de recolocarse la mascarilla o de que no pueden estar más de cuatro juntos".

Jorge, del bar Antomar, en la calle Ledesma, tenía una percepción diferente y opinó que estos días está habiendo "más formalidad" entre la clientela. "Yo creo -explica- que ahora mucha gente tiene un conocido, un amigo o un familiar con covid y por eso todos están cumpliendo las normas. Las multas o tener alguien cercano que esté o haya estado enfermo son las únicas formas de que espabilemos y seamos cuidadosos con las medidas. Yo he notado eso, que a estas alturas esto del covid ya ha tocado de cerca o en el bolsillo de mucha gente y por eso somos más conscientes y nos comportamos mejor".

"Trabajamos de forma suavecita porque considero que todavía hay muchas reticencias"

Bar Al lío

"La gente es más formal que hace un mes porque seguramente el covid ya les ha tocado de cerca"

Bar Antomar