- La facilidad con que se transmite entre humanos es el principal obstáculo que se encuentran los sistemas sanitarios de todo el planeta para poder tener bajo control el SARS-CoV-2. Una característica propia del patógeno cuya virulencia, sin embargo, podría ser atajada con el uso de mascarillas, la higiene de manos... Los rebrotes de covid-19 han llegado con la recuperación de viejas costumbres que están volviendo a tensionar la capacidad de respuesta y atención de hospitales y poniendo en jaque de nuevo a los profesionales de la sanidad: ahí están los focos de Ordizia, Tudela o Iruñea.

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El foco de Ordizia asciende a 69 contagios por coronavirus

Charlar sin prisa en una sobremesa veraniega, abrazarse,... Cualquier acción conlleva una reacción. En este caso, no llevar la mascarilla o no lavarse las manos podría suponer entrar a formar parte de la lista de personas contagiadas con covid-19. Ese está siendo el cuadro clínico que sigue a muchas reuniones familiares o reencuentros de amigos en el arranque del verano. Y como las autoridades no quieren que vaya a más han empezado a poner vallas al campo haciendo obligatorio el uso de la mascarilla, haya o no distancia de seguridad. Siempre y hasta nuevo aviso.

Una medida que, de ser cumplida y respetada por el conjunto de la población, evitaría llegar a escenarios más drásticos como regresar al confinamiento, por ejemplo. Catalunya ya lo ha hecho. Por el momento, la CAV no ha adoptado ninguna decisión sobre la obligatoriedad o no de lucir cubrebocas al aire libre y en locales. Sí que lo han hecho, por contra, comunidades limítrofes como Cantabria y La Rioja; y esta misma semana se espera que Nafarroa se sume a esta medida tan necesaria para frenar al virus.

De hecho, la cifra de contagios en la CAV ha experimentado un incremento preocupante y se ha vuelto a situar como hace un par de meses. El último informe epidemiológico elaborado por Osakidetza [correspondiente al sábado] situaba en el 1,63 el famoso R0, el número que indica cuántas personas son susceptibles de ser infectadas de media por un solo caso positivo. La desescalada comenzó cuando ese índice cayó por debajo de uno, recordaban fuentes del sistema de Salud. El informe del viernes daba una cifra algo superior: 1,76 lo que pondría de manifiesto un comportamiento en positivo.

Un hecho objetivo que no ha pasado desapercibido para las autoridades -las sanitarias y las políticas- que ya tienen sobre la mesa distintos escenarios con los que afrontar esta nueva fase de la era coronavirus marcada por el incremento de la movilidad y, sobre todo, por la menor prevención de algunos segmentos de la población vasca, a tenor de los perfiles de casos positivos detectados en las últimas fechas.

Normalizado

A comienzos de este mes, un informe elaborado por el Instituto de Salud Carlos III reflejaba que en el conjunto de la CAV los ánimos se habían relajado hasta el punto de que un 39,6% de las personas encuestadas en Gipuzkoa reconocía no llevar mascarilla; un porcentaje que se quedaba en el 26% para los Territorios Históricos de Bizkaia y de Araba. Aquel día, la directora del Centro Nacional de Epidemiología, Marina Pollán, explicaba que "estamos muy lejos de alcanzar la inmunidad de rebaño" y sería "muy poco ético" exponer a la población al virus para conseguirla, por lo que el uso de la mascarilla debería normalizarse no solo en los colectivos con mayores riesgos.

Arantxa Sáez Ibáñez, jefa de la unidad de Atención Primaria de Ordizia y responsable del operativo de pruebas PCR montado en la localidad goierritarra, sabe lo importante que es el uso de la mascarilla. "El virus se transmite en gota media, es decir, esas que emitimos por ejemplo al hablar. No llegan más allá de metro y medio o dos, no se queda en el aire. De ahí que sea tan importante ponérsela no solo en presencia de otras personas sino en todo momento". Y ponía un ejemplo: "Si estás en una zona de trabajo puedes estar manchando teclados, teléfonos, mesas... Con mascarilla aseguramos que esas superficies no contaminen. Es fundamental llevarla", concluía.

Por el momento, la evolución de los focos en el conjunto de la CAV es analizada al minuto por el equipo de rastreadores dispuesto por Osakidetza, lo que está posibilitando tener un control adecuado de los nuevos casos registrados, cuyo patrón y cuadro clínico se asemeja en buena parte: no haber adoptado medidas de protección (mascarillas, gel y lavado de manos) y de distanciamiento social. Jon Ander González, epidemiólogo del Gobierno vasco reconocía que la carga de trabajo es "alta" con los rebrotes que se están viviendo: "En lo que más nos centramos es en hacer un buen estudio de casos y contactos para ver dónde se está transmitiendo el virus". Y avisa: "El hecho de que haya acabado la desescalada no significa que el virus haya desaparecido. Debemos seguir teniendo cuidado", zanjaba.

Los tres focos detectados -y al alza- en Nafarroa sí que han desatado la alarma en el Gobierno foral, que "regulará" a lo largo de esta semana el uso obligatorio de la mascarilla, después de que la comunidad haya registrado 34 casos de contagio en las últimas horas: 21 de ellos vinculados al almuerzo de San Fermín.