- Está en el patio, un lujo en estos momentos de confinamiento, arreglando unas plantas. Carlos ha tenido tiempo para pensar y sigue ordenando sus ideas para el día después, que llegará, y del que espera salir reforzado.

¿Cómo se encuentra?

—A veces es inevitable cierta ansiedad por la situación, pero bien, porque somos un grupo reducido de personas las que estamos conviviendo aquí y eso hace que el confinamiento sea más fácil.

¿Algunos de sus compañeros se sienten afortunados?

—En cierto modo es así porque este centro con poca gente y estas instalaciones es de agradecer.

¿Qué hacía antes, dónde vivía?

—Vivía en la calle y dormía en el albergue de Uribitarte.

¿Qué es lo peor para usted en esta situación?

—El encierro, porque somos gente que pasamos mucho tiempo en la calle y ahora no podemos salir.

¿Qué espera del día en que esto acabe?

—Creo que voy a salir reforzado porque esta situación me está dando la oportunidad de pensar en cosas como la empatía y la posibilidad de convivir en un futuro con otras personas.

¿Un cambio?

—El aislamiento hay que trabajarlo porque somos personas distintas que nos hemos visto conviviendo en un momento muy complicado.

Y eso le está haciendo replantearse cosas.

—Me hace pensar, sí. En otra forma de vida, en otras posibilidades, de cara a un futuro cuando todo esto acabe.