Bilbao - Creer que una persona con alta capacidad siempre saca buenas notas es un mito. Otro es creer que estas personas son más responsables y maduras de lo que les corresponde a la edad cronológica. Existen muchos otros falsos mitos, como que las personas con trastornos o dificultades en el aprendizaje son menos inteligentes. El desconocimiento y la falta de formación en los centros educativos puede resultar devastadora para este alumnado y puede derivar incluso en fracaso escolar o problemas emocionales. Es, por ello que, en ambos casos, la detección es clave.

"Hablamos de altas capacidades en los casos en que las aptitudes intelectuales, como razonamiento verbal, razonamiento lógico, memoria, creatividad y razonamiento fluido están por encima de la media. Además, es frecuente encontrar en estas personas una alta sensibilidad sensorial y una intensidad emocional. La alta capacidad hay que entenderla en términos de desarrollo del talento. Es decir, una persona no es o no es de alta capacidad, sino que tiene una capacidad cuyo desarrollo óptimo hacen falta medidas adecuadas, como pueden ser programas de enriquecimiento curricular, ciertas adaptaciones en el currículo o incluso un salto de curso escolar", explica Mari Carmen Pérez Cambero, presidenta de Aupatuz, la asociación de niños y niñas con altas capacidades del País Vasco.

"En general existe desconocimiento de cómo son realmente estos niños y niñas porque hay muchos mitos alrededor de la alta capacidad. A nivel escolar, el principal obstáculo es la sensibilización y la formación del profesorado. Se va observando un cambio de actitud hacia este colectivo, pero todavía queda mucho por hacer. Existen grandes barreras, sobre todo porque muchos profesores y profesoras están convencidos de que no tienen este tipo de chavales en sus aulas. O si los tienen, creen que no necesitan ayuda y hacerlo es algo optativo. Hay que tener en cuenta que los Berritzegunes han tardado muchos años en despertar a este tema y, todavía, a día de hoy, les queda mucho por hacer para ofrecer una asistencia pedagógica de calidad en el mundo de las altas capacidades. Es urgente y necesaria una formación rigurosa y continuamente actualizada para saber qué es la alta capacidad, y cómo se puede trabajar con este alumnado", subraya Pérez Cambero.

En este sentido, el año pasado, el Gobierno vasco presentó el Plan de Atención Educativa para el Alumnado con Altas Capacidades Intelectuales. "El principal objetivo es atender a este alumnado, conocer al alumnado, porque muchas veces no lo conocemos, no está detectado. Y segundo, intervenir de la mejor manera posible. El objetivo principal del plan es pautar toda la respuesta de forma organizada y de forma coordinada", explica la vicenconsejera de Educación, Maite Alonso.

El Departamento de Educación tiene registrados a unos 700 menores con altas capacidades, aunque la viceconsejera reconoce que no están todos. "El Ministerio de Educación reconoce que entre un 2 y un 5% de alumnado posee alta capacidad intelectual. Algunos expertos en este tema elevan la cifra hasta el 10-15%. Aun siendo conservadores en este sentido, las cifras de detección son significativamente bajas en el País Vasco, ya que deberían estar identificados 15.500 alumnos", destaca la presidenta de Aupatuz.

El plan del Gobierno vasco consta de cinco líneas de acción: sensibilizar a la comunidad educativa sobre la realidad del alumnado y la necesidad de dar una respuesta adecuada; formar a la comunidad educativa, sistematizar la intervención, promover acciones de innovación y promover procesos de participación con agentes educativos y sociales en favor de acciones cohesionadas. "Estamos desarrollando las diferentes líneas de trabajo a niveles distintos. En estos momentos estamos formando a los asesores y asesoras de los Berritzegunes", apunta Alonso.

Problemas de aprendizaje "Los niños y niñas pueden presentar necesidades emocionales como baja autoestima, inseguridad o haber tenido un episodio traumático, entre otros, o necesidades educativas como TDAH, dificultades del lenguaje, trastornos del desarrollo, discapacidad intelectual... Tanto las emocionales como las educativas pueden interferir de múltiples formas en el aprendizaje manifestándose en dificultades. Pero si hablamos de las que exclusivamente se consideran dificultades o trastornos, consecuencia del aprendizaje, podríamos diferenciarlas en cuatro: La dislexia -habiendo dos tipos, dislexia por ruta fonológica y por ruta semántica-, la comprensión de la lectura y escritura, la discalculia -dificultad en el aprendizaje en matemáticas-, disgrafía -dificultades en la escritura- y disortografía", explica Iratxe Sánchez, directora y psicóloga infanto-juvenil de la Clínica Hegoak de Durango.

Las primeras señales para detectar este tipo de trastornos o dificultades pueden empezar a detectarse entre Infantil y Primaria. "Ver que el ritmo de aprendizaje no es el mismo que el resto de los niños de la clase o comprobar que cometen errores que no son propios de esa etapa del desarrollo pueden ser las primeras señales de alerta". "El profesorado suele ser el que detecta en un primer momento las posibles dificultades que tenga el alumnado, aunque también padres y padres son grandes detectores de las necesidades de sus hijos e hijas", detalla Sánchez, portavoz del grupo de especialistas que trabaja en la Clínica Hegoak, que atiende a más de un centenar de niños y niñas.

"Desde infantil se comienza a estimular a niños y niñas y en esta etapa se pueden observar diferencias entre unos y otros, incluso alguna necesidad de carácter más grave. Una detección precoz sería en tercero de Infantil y temprana, en primero de Primaria. No obstante, no es hasta que empieza Primaria y comienza el aprendizaje reglado cuando se detectan la mayoría de estas dificultades", continúa.

"Una vez se han detectado estas señales, existe un protocolo de detección en las ikastolas y colegios con el objetivo de saber cuáles son estas dificultades y así poder buscar apoyo y la ayuda necesaria para el menor, tanto dentro de ámbito escolar como fuera, buscando profesionales cualificados como psicólogos y logopedas que ofrezcan esa ayuda", subraya la psicóloga infanto-juvenil. La detección es clave. "En principio, la gran mayoría se detectan, quizás de todas ellas, la más complicada de detectar es la comprensión lectora", explica. Porque las consecuencias de la no detección "pueden ser dificultades académicas, un autoconcepto bajo, una gran frustración por no ser capaz de hacerlo bien, poco gusto al aprendizaje, consecuencias en el estado emocional e incluso puede llevar a un fracaso escolar".

"Primero es la detección del problema o trastorno, segunda la aceptación del mismo y tercero la rehabilitación adecuada con los profesionales correspondientes, que es importante que se realice en todos los ámbitos: educativo, familiar y de la salud, sin dejar de atender las necesidades emocionales que surjan en el proceso", concluye.