gasteiz - La aplicación de nuevos métodos de prevención en casos de pacientes con tendencias suicidas reduce los comportamientos con tendencias suicidas en un 45% de los casos, según desveló Bárbara Stanley, profesora de la neoyorquina Universidad de Columbia, durante el cuarto Congreso Nacional de Psicología que se celebra estos días en Gasteiz. Stanley ofreció una conferencia sobre el reto de la prevención del suicidio, que suma unos 4.000 casos al año en el Estado, sin que exista un plan de prevención para ello.

La psicóloga estadounidense abogó por aplicar un protocolo basado en intervenciones breves de los psicólogos que den pautas a los pacientes para enfrentarse a los momentos en los que su situación les lleva a intentar quitarse la vida, con un “plan de seguridad o emergencia” que les guíe para evitar el suicidio. Stanley se refirió tanto a los casos en los que existe un riesgo elevado de manera crónica, que requieren un tratamiento de terapia continuado, como a las ideas suicidas que surgen por algún detonante en momentos puntuales y que pueden sobrevenir como una espiral en cuestión de “horas o incluso minutos”. “Las herramientas que podemos utilizar para intervenir de manera rápida cuando alguien pasa de sentirse mal a realmente correr el peligro de actuar pasan por construir una reserva emocional y unas reservas de resiliencia, para poder proteger a la gente. Hay pequeñas cosas que pueden suponer una gran diferencia, intervenciones breves que ayudan”, explicó.

el método Junto con otro compañero, Stanley ideó en 2008 un cuestionario que servía para diseñar un plan de seguridad personalizado para cada paciente tras una crisis suicida, en el que se ayuda a identificar los detonantes de estos intentos y se aportan estrategias para evitar el suicidio. “Se tarda menos de una hora en planificar este recurso y ayuda a que estas personas afronten ese momento correctamente y calmen los sentimientos suicidas. Les damos habilidades para enfrentarse a ello”, agregó ella.

Stanley defendió en todo momento “la distracción” como elemento de apoyo, es decir recurrir al entorno para alejar esas ideas suicidas y, por ejemplo, llamar a un familiar o a un amigo en esos momentos tan delicados de crisis.

Esta profesional asegura que “mientras se está centrado en otra cosa, los sentimientos se logran regular”, aunque el plan de emergencia va más allá e incluye “explicar a las personas cómo se originan las crisis suicidas, porque cuando alguien la sufre piensa que va a estar así para siempre, y si sabe que es algo temporal, le va a ayudar a resistir”, además de conocer las experiencias positivas de otros pacientes.

La detección de los hechos, pensamientos y sentimientos que llevaron a la crisis comienza justo en ese momento, “pero sin establecerlo como causa del suicidio”, para dibujar un cronograma con el paciente que permita detectar los detonantes y poner en marcha el plan de seguridad cuando se repitan. “El proceso es bastante duro, pero si no se actúa no se llegará nunca a evitar el intento de suicidio”, apuntó la psicóloga a la vez que insistió en las técnicas de distracción “para alejarse del problema”. En caso de que estas no funcionen, recomendó recurrir a los profesionales de salud y recordar los motivos que tienen para vivir.

RESULTADOS Su método incorpora, además, un seguimiento telefónico los primeros días después del intento para tener información suficiente sobre la evolución de cada caso. La aplicación de esta metodología, según un estudio realizado el año pasado, ayudó a reducir las tendencias suicidas en un 45% de los casos, por lo que Stanley puso en valor este trabajo que ya se aplica en Estados Unidos e incluso funciona en varios campos de refugiados. - Efe

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