Bermeo - La actividad pesquera de la flota atunero-congeladora vasca en aguas del Océano Índico está condicionada desde hace años por la actividad delictiva de grupos armados que operan desde la costa de Somalia. La presencia a bordo de agentes de seguridad pertrechados con ametralladoras recuerda a los arrantzales que existe una amenaza real por parte de piratas que tratarán de aprovechar cualquier oportunidad para hacerse con el control de la embarcación. El ataque perpetrado contra el atunero Txori Argi y la persecución del buque auxiliar Haizea Lau, ambos en apenas diez días, ha despertado el fantasma de la amenaza pirata, que parecía ser cosa del pasado tras un largo periodo de tiempo sin incidentes.

Los 25 atuneros vascos que faenan en aguas del Índico a la captura de túnidos tropicales tratan de capear el temporal y continúan desarrollando su actividad con la mayor normalidad posible. “Nosotros venimos al Índico a pescar y lo seguimos haciendo a pesar de la amenaza pirata. En cualquier caso, no bajamos nunca la guardia y menos cuando en los últimos días se han producido dos incidentes con esquifes piratas. Estamos obligados a permanecer alerta” aseguraba ayer desde aguas del Indico el patrón de un atunero bermeano. “Estamos relativamente tranquilos -añade- porque en caso de que se produjera un ataque confiamos en la capacidad de intimidación y respuesta de los agentes de seguridad que llevamos a bordo”. Y es que desde que se produjera el secuestro del atunero Alakrana, en 2009, todos los buques de la flota vasca que trabajan en el Océano Índico, bien sean atuneros o barcos auxiliares, cuentan con hombres armados a bordo.

En estos momentos la flota atunera se halla repartida en dos zonas de pesca. Los buques que disponen de licencia para pescar en aguas de Madagascar se concentran en el canal que separa esta isla del Índico con Mozambique. El resto de la flota desarrolla su actividad en aguas internacionales al oeste-noroeste de las Islas Seychelles. Es este grupo de embarcaciones el que ha constatado un incremento de la actividad de grupos armados con base en la costa de Somalia.

Agentes de seguridad armados Tras el secuestro del Alakrana, las aguas del Índico Occidental registraron un incremento exponencial en el número de ataque piratas contra buques atuneros-congeladores vascos. Afortunadamente, ninguno de estos intentos de abordaje finalizó con éxito. La presencia de agentes de seguridad armados a bordo de los pesqueros y por ende, las escasas posibilidades de que sus escaramuzas completaran su objetivo, provocó que los piratas dejaran de atacar a los atuneros vascos para situar su punto de mira en otras embarcaciones más accesibles. Así, en los informes sobre actividad pirata registrada en todos los océanos del mundo, el Índico pasó de estar a la cabeza a situarse por detrás, por ejemplo, del Golfo de Guinea. En 2018 no se registró ningún incidente reseñable y hay que remontarse a noviembre de 2017 para hallar el último ataque a un atunero vasco, cuando el buque Galerna III de la empresa Albacora repelió el intento de asalto de un bote pirata al norte de las Seychelles.

El repunte de la actividad pirata en el Índico preocupa a un sector que en los dos últimos años ha tenido en la reducción de la cuota de yellowfin su principal quebradero de cabeza. “Parecía que nos habíamos olvidado de los piratas pero parece que vuelven a la carga. Han sido dos ataques en diez días. La mar está en calma absoluta y eso favorece la actividad de los piratas” aseguran desde el sector atunero. Hay, incluso, quien relaciona la derrota del estado islámico en Siria e Irak con el repunte de la actividad pirata en aguas del Índico occidental y la incorporación de antiguos combatientes yihadistas a los grupos armados que operan desde la costa de Somalia.

En la actividad diaria de los atuneros congeladores que faenan en el Índico, los arrantzales que trabajan en el puente no sólo están pendientes de los aparatos de detección de cardúmenes de atún. En una zona de pesca donde operan cientos de embarcaciones de diversas procedencias, cualquiera de ellas podría ser potencialmente peligrosa. Y es que los piratas somalíes capturan buques que posteriormente utilizan como naves nodriza desde donde despliegan los esquifes con los que perpetran sus fechorías. Sin ir más lejos, las lanchas que el pasado día 24 de abril persiguieron y lanzaron una granada contra el atunero vasco Txori Argi partieron desde un pesquero yemení previamente secuestrado por los piratas. “Siempre estamos pendientes del radar. En la mar nos encontramos con muchas embarcaciones y si alguna de ellas realiza alguna maniobra extraña nos ponemos en alerta. La experiencia de los últimos años nos ha enseñado que los piratas pueden atacar en cualquier parte y desde cualquier barco” explica un oficial de puente que desarrolla su actividad profesional en un atunero congelador en el Índico.