Inma Mata: “Las supervivientes del maltrato no podemos anclarnos en el victimismo”
Inma Mata ofrece su testimonio como víctima de violencia psicológica y física por lo que aboga por educar en la igualdad
UGAO-MIRABALLES - Del error en la elección de pareja en las primeras relaciones hasta adentrarse en una relación tóxica en la que durante más de una década lo cotidiano fue el desencuentro entre el desprecio y el maltrato psíquico para dar pie a episodios de violencia física son hechos que jalonaron su vida de pareja hasta que decidió cortar y emprender vuelo ella sola, con la suerte de contar con la ayuda de su familia. Quien relata esta cadencia de situaciones es Inma Mata, presidenta de la Asociación Mujeres que aman demasiado.
Y en lugar de hacerlo como un cúmulo de hechos en escaleras descendiente, lo hace en un sistema ascendente de experiencias que le han llevado a comprenderse y aceptarse mejor y, sobre todo, a ayudar a otras mujeres que se encuentran en un camino parecido. Ella trata de hacerles ver que las experiencias pueden usarse para mejorar y no para caer en el abatimiento. “Las sobrevivientes del maltrato no podemos anclarnos en el victimismo”, anima.
Estos relatos podrían parecer, y hasta mucho tiempo así eran considerados, como del ámbito privado pero en realidad vivencias como las de Inma hacen ver a otras mujeres que son algo público, que hay que sacar del armario, aunque tal vez entre nosotros en esta sociedad tan patriarcal exista demasiada poca confianza en el sistema policial, judicial como para estar tentadas a no denunciarlo. De hecho, mientras que en Suecia se denuncia el 50% de los casos de maltrato, en el Estado español la cifra se sitúa en el 0,5%, todo un dato para hacer reflexionar para quienes tienen que aplicar las leyes de igualdad entre hombres y mujeres, porque si denuncian maltratos, agresiones o incluso violaciones se convierte en un calvario, “la lógica nos dice que muchas mujeres no desearan ser revictimizadas y no presentarán denuncia”.
Todo lo contrario de Inma, sobreviviente de maltrato, que hizo públicas sus vivencias al participar en la película Volar, impulsada por Emakunde-Instituto Vasco de la Mujer, y presentada en la edición del Zinemaldi de Donostia del año pasado. En el documental dirigido por Bertha Gaztelumendi “nueve mujeres con un pasado de violencia de género relatábamos en primera persona nuestras experiencias y recorrido vital”. La cinta surgió a iniciativa de las mujeres protagonistas de la misma y es el fruto de su comprometido y valiente trabajo contra la violencia de género. “Un material estupendo que refleja realmente cómo se puede sobrevivir a la violencia y se dan muchos mensajes reivindicativos sobre lo que necesitamos las mujeres y la importancia de la educación y de empoderarnos para no quedarnos ancladas en el víctimismo del pobre de mí, porque mira lo que me ha pasado”, explica a DEIA.
relación tóxica Su historia es la de muchas mujeres. Se casó muy joven, a los 19 años, con su novio y vecino de toda la vida de Ugao-Miraballes; con el tiempo se dio cuenta de que nunca fue muy sana. “En aquel momento no era consciente de ello; estás enamorada, no sabes lo que es la violencia y vas soportando una serie de cosas que te hacen estar mal y no ser feliz; siempre sometida e intentando agradar a la otra persona, aunque ves que no te valora, que te trata mal... Muchos detalles que, después al formarme en violencia de género, reconoces que lo que te hacía tu marido era violencia. Viví muchos años de relación tóxica, que no identificaba como violencia, porque forma parte de lo que nos han enseñado en esta cultura patriarcal de lo que tiene que ser una relación: que en la pareja siempre es el hombre el que tiene el poder y maneja la situación”, relata, al tiempo que recuerda que no hace todavía muchos años las mujeres debíamos pedir permiso a los maridos para abrir una cuenta corriente.
Inma padeció violencia psicológica durante diez años y algunos pequeños episodios de violencia física que fueron el detonante para cortar por lo sano. “Me di cuenta de que no quería vivir así, al convencerme de que la otra persona no iba a cambiar. Aquello era malo para mí, pero tampoco para mis hijos”, afirma.
Así que un día, recién cumplidos los 30 años, decidió dejar su casa con su niño y niña aún muy pequeños para empezar una vida diferente. De eso hace ya más de tres décadas. “En los años 90 no teníamos una Ley de Violencia como ahora; pasé por un proceso de separación al uso. No hubo una denuncia; fue difícil porque tienes que buscar apoyos, no sabes a dónde dirigirte, solo tienes claro que quieres acabar con aquello; yo tuve la suerte de encontrarme con una abogada que me ayudó en la separación y conseguí iniciar otra vida”, explica. “En todo el proceso jugó a mi favor que siempre he trabajado también fuera de casa. Al disponer de independencia económica, aunque exista una dependencia emocional, el trabajo te ayuda a romper lazos y hace que la recuperación sea más sencilla”.
culpabilizar a la mujer Inma se dedicó a formarse mucho e “intentar entender lo que pasó, porque no eres consciente de lo que vives y te culpabilizas porque sientes que el problema es tuyo cuando la culpa es del sistema, del maltratador que es quien tendría que reeducarse para entender que eso no es lo normal”.
La presidenta de Mujeres que aman demasiadoreconoce que actualmente todo es mucho más duro para las mujeres “porque hay complicaciones en temas judiciales y el hecho de que haya una ley que tendría que ayudar a las mujeres a solventar estas situaciones, muchas veces no hace más que agravar la situación, ya que se alargan los procesos, las sentencias absuelven al maltratador a pesar de que haya pruebas evidentes de que ha habido mal trato; se ponen denuncias cruzadas y, a veces, resulta que la mujer sale con una denuncia en lugar de con una orden de alejamiento... lo que demuestra que el sistema precisa de una revisión profunda de como se están haciendo las cosas porque se discrimina más a las mujeres cuando ha puesto una denuncia”, censura.
Considera que lo que está fallando es la prevención. “Se habla mucho de que hay que hacerla en la educación, pero brilla por su ausencia; no se explica en las ikastolas e institutos lo que es la violencia; no se trabaja. Hay que educar en igualdad y enseñar desde pequeñitos a niños y niñas en el respeto. Eso no se da”, advierte.
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