Bilbao - El último análisis elaborado por el Eustat sobre la evolución demográfica de la Comunidad Autónoma Vasca es incuestionable: entre 1981 y 2016, la población de 65 años o más se duplicó y ya representa el 22% del total. En términos generales, el documento estadístico también destaca que, durante ese mismo periodo, el censo se incrementó en unas 35.000 personas “si bien con variaciones de distinto signo” a lo largo de esos 35 años.
En un primer periodo (1981-2001) se perdieron algo más de 59.000 personas, la mayor parte en la década de los años 90, “en la que se juntan saldos migratorios negativos con saldos vegetativos [diferencia entre nacimientos y defunciones] también negativos”, describían desde el Instituto Vasco de Estadística. En el siguiente estrato analizado (2001-2011), por el contrario, se ganaron más de 91.000 personas debido a los saldos migratorios “altamente positivos” a los que se sumaron unos saldos vegetativos de idéntico color.
“En estos diez años -ilustraban desde el Eustat- se ha recuperado con creces lo perdido en los veinte años anteriores”. El siguiente tramo (2012-2016) presenta un déficit cercano a las 3.000 personas, pero a pesar de ello el número de habitantes de la CAV continúa siendo superior al de 1981. Eso sí, la evolución de la estructura de la pirámide de población muestra “un acusado y continuo descenso de efectivos en las edades más jóvenes, a la vez que un aumento en las edades más maduras”, se describe en el informe Panorama demográfico 2018.
Entre 1981 y 2016, la población con más de 65 años dobla su presencia en la tarta demográfica al pasar del 9% al 22%. “A ese ritmo pierde también espacio el estrato joven: el 33% de las personas en 1981 tenían menos de 20 años, frente al 18% de 2016. Mucho más notorio ha sido el incremento de las personas más ancianas, las de 85 años y más, ya que su número se ha multiplicado por 5,5 en estos 36 años alcanzando el 4% del total”, ilustraban desde el Eustat.
Otro de los aspectos destacados por el Instituto Vasco de Estadística es que durante el periodo analizado, la edad media al fallecimiento se retrasó en 15,4 años “lo que es un indicador de mayor longevidad de la población”, puntualizaban. Por sexo, apenas hay diferencias (15,2 para ellos y 15,6 para ellas), pero la situación de partida “no era la misma”, indicaban desde el Eustat. En 1975, por ejemplo, los hombres fallecían con una media de 60,9 años y las mujeres con 68 años. “La diferencia en la edad media al fallecimiento se ha ido incrementando hasta el año 1992, cuando se alcanzaron los diez años, para luego disminuir hasta situarse en los 6,6 años de 2016”: 76,8 para los hombres y 83,4 para las mujeres. - J. Fernández