Bilbao - El viernes cumplió 99 noviembres. Él es uno de los últimos y pocos gudaris vivos del lehendakari Aguirre. Aquel dantzari, sindicalista y fusilero deustuarra residente en Portugalete, es el autor de recientes e incontables cartas al director que azotan a partidos que fusionaron el franquismo con la democracia de la noche al día en 1978. Anuncia que se jubila en el envío de estas misivas.
¿Cuál es su primer recuerdo?
-Supongo que de cuando era niño de la escuela de Elorrieta. Todos buenos recuerdos. Nos llevaban de Zorrotzaurre por las huertas a los hermanos Salesianos de Deusto. Íbamos a Etxe Zuri todos los jueves con un maestro. También jugábamos a txorromorropikotallo... a la trompa. Luego íbamos de romerías hasta que dieron el golpe de Estado los militares y con mis amigos fuimos a alistarnos para ir a la guerra al batallón San Andrés de STV, los solis, como decíamos.
¿Cómo está con 99 velas sopladas?
-¡Jodido, pero contento! Tengo achaques en las rodillas, en todos los lados, pero tengo la cachaba que es la que mejor me aguanta. (Risas).
La audiencia debe saber que no pisó un hospital hasta tener 98 años.
-Así es. ¡No se lo creían en Santa Marina! Tuve que estar ingresado porque tenía el pulmón muy sucio y eso que no fumo. La verdad es que con las que he pasado, canutas, he sido siempre de buena salud.
Y buen dantzari, creo recordar...
-Sí. Era del batzoki de la calle Euskalduna de Elorrieta, que luego desapareció cuando hicieron el canal de Deusto. Siempre me ha gustado el baile. No solo las danzas vascas, las rumbas, por ejemplo, también.
¿Cómo habría sido hoy Euskadi si no hubiera habido guerra civil?
-¡No te creas! Lo pasamos mal entonces y ahora canutas también. Dicen que estamos en democracia, pero hoy tampoco se puede decir lo que sientes...
¿Echa en falta no saber euskera?
-¡Hombre! Mira, es curioso, nos enseñaron cuando estuvimos presos en Huesca. Allí había muchos de Ondarroa y nos daban clases hasta que vino un teniente coronel de la Guardia civil, y nos lo prohibió. ¡Allí hubiera aprendido bien!
De padre nacionalista, usted ha declarado que “el PNV es de izquierdas”.
-A ver... Dicen que es de derechas, pero no... Y me explico. Hay de todo tipo de clases. Es fácil: en el PNV cabemos todos los patriotas vascos. Hay sitio para todos.
Pero fue de los que pasó a EA...
-Me pasé a EA con Garaikoetxea, pero volví al PNV cuando no quisieron ir en coalición a las elecciones. He sido sabiniano siempre.
También sindicalista. ¿Participó en movimientos sociales?
-Sí, siempre me interesó lo social, lo obrero. Yo era de ELAa, ya sabes, de ELA Askatuta y no nos gustaba que la rama internacionalista cantara La Internacional en las manifestaciones. Nosotros nos poníamos al final para que no nos mezclaran con ellos.
¿Es religioso?
-Fui y sigo siéndolo, pero sin pertenecer a ningún grupo. Normal.
Por la Iglesia también se casó y siempre recuerdo una anécdota sobre el traje de boda de su mujer.
-¡Me casé al venir de la guerra! Fíjate cuánto dinero tendríamos que el cura de la campa no nos quiso cobrar porque no teníamos para comer...
Falta de dinero y gracias a una manta...
-¡Aaaaah! Sí. A mi mujer le hicieron como pudieron un traje de boda con la manta que una hermana suya sacó de la prisión de Saturraran, donde estuvo presa por ser socialista.
Lo que no le ha dado vergüenza ha sido contar entre bromas que perdió la virginidad con 14 años.
-(Risas) Eso pocos lo saben. Y así fue. Ocurrió en Italia. Yo era un niño, pero ya había surcado media Europa. Llevaba mucho tiempo navegando. Para entonces ya había estado Cardiff como camarero de un barco que llevaba carbón a Livorno, a Génova...
Una canción que un amigo le ha escrito dice: “Tu vida cabe en un sello”, haciendo referencia a las cartas que manda a la prensa...
-Mecagenzotz! Yo me hubiera hecho rico. Si me hubieran dado una peseta por cada carta sería rico.
En una ocasión una niña de Durango le preguntó si mató alguna vez a alguien en la guerra.
-Le dije que no sabía si había matado o a quién. ¡Ni ellos saben a quién han matado! Lo único que sé es que yo no he pegado un tiro de gracia en la nuca nunca. Yo me he defendido como se defendía el de enfrente. Las guerras no tenían que existir.
¿Qué le pide a la vida?
-Para mí nada. Pero que los políticos ladrones devuelvan todo lo que han robado, y que se exhumen los cadáveres del Valle de los Caídos, también a Franco y a Primo de Rivera. No hay que olvidar que llevaron cadáveres de amigos nuestros, familiares, para rellenar aquel monumento facha.
¿De la noche al día los franquistas pudieron transformarse en demócratas?
-¿Cómo va a ser eso posible? ¡Por Dios! No pudieron pasar a ser demócratas por una razón muy fácil: seguimos en dictadura. Siguen mandando.
¿Qué visión del mundo tiene?
-Que está roto completamente. Todos los que lucharon con Franco tienen buenos puestos, con dinero robado y están en la calle.
Pero, en otras áreas, por ejemplo, ¿qué opina de la evolución de la igualdad y sobre los malos tratos?
-Tengo bien claro que las mujeres deben cobrar igual que un hombre. Y, por supuesto, garantizar que no haya malos tratos. ¡Eso es horrible!
Qué haría el gudari Moreno si fuera Urkullu por un día...
-Déjale... ¡Bastante está haciendo el pobre! Con lo que se está pasando... Pero debemos estar orgullosos porque esta comunidad, la vasca, es la mejor del Estado. Aquí no hay líos políticos, no hay políticos ladrones... Todo ocurre fuera de aquí. Y crecemos en todos los sentidos. Si fuéramos independientes, si tuviéramos nuestra libertad de estar solos, viviríamos mejor. Un ejemplo es la atención sanitaria, tenemos la mejor.
¿Mantiene contacto con otros gudaris o milicianos?
-¿Contacto? ¿¡Quién queda vivo!? Se murió hace poco Sagastibeltza, buen gudari. He conocido más, como también el anarquista Padín, pero han ido muriendo... Me estoy quedando solo.
¿Cómo le gustaría ser recordado?
-Me gustaría como ejemplo de mi vida luchando. Que la juventud luche por su país que es Euskadi.
¿Ha temido alguna vez la muerte?
-No he temido a la muerte. Dios cuando quiera me dirá: “Vente para arriba”. Y obedeceré. Estoy perdiendo grandes amigos. Hace tiempo que en el txoko Elai Alai de Portugalete me decían: “Tú nos vas a enterrar a todos...”. Y se está cumpliendo.
¿Cómo celebraremos sus 100 vueltas al sol?
-Si llego, imagino que peor que este. ¡La vida está muy mal! Mira, me hace ilusión cumplir 100 años, pero por otro lado no... Hay demasiada miseria, niños con hambre...
¡Venga! ¡Sus cartas son aún su fusil!
-Ya no. Desde hace poco ya no me salen. Ahora mismo si escribo una igual me meten a la cárcel si digo de verdad todo lo que pienso. (Risas).
¿Se jubila de escribir cartas? La peor exclusiva que nos puede dar...
-(Risas y toses). ¡Sí! Solo he perdido dinero con ellas. Pero es curioso que vienen a decirme que no me leen y que las echan en falta, que me echan en falta.