Madrid - La trágica muerte del torero Iván Fandiño a consecuencia de una gravísima cornada en la ciudad de Aire Sur L’Adour supone el adiós del último matador de toros del País Vasco, con antecedentes gallegos, catapultado por sus numerosos triunfos en la plaza de toros de Las Ventas. De pequeño su pasión era la pelota vasca, modalidad en la que llegó a ser un referente, pero pronto descubrió que su verdadera pasión era la tauromaquia. De ahí que decidiera dedicarse en cuerpo y alma a la que fue su verdadera vocación, imponiéndose un estricto régimen de adelgazamiento que le cambiara el metabolismo y pudiera perder los 100 kilos que pesaba cuando aún era pelotari.
Al cerrarse todas las escuelas taurinas del País Vasco, se ve obligado a trasladarse, siendo aún adolescente, a Valencia y Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), donde descubrió la dureza de esta profesión al contar con muy pocas posibilidades de abrirse paso. Por este motivo decide viajar a Guadalajara, tierra que le adoptó y donde se forjó a la antigua usanza, en las capeas. Fue allí donde conoció al que ha sido su gran baluarte, el que fuera torero y empresario, Néstor García, con quien ha compartido su vida hasta su muerte.
Ambos emprendieron una guerra contra el sistema y las grandes casas empresariales en busca de su propia libertad en la profesión, en la que todo lo logrado se debió únicamente a su manera de ser, tan luchadora como sincera y verdadera. Sin antecedentes taurinos en la familia, se enfundó por primera vez el terno de luces el 16 de agosto de 1999 en la localidad alavesa de Laudio, mostrando ya unas muy buenas maneras que hacían presagiar en él una esperanzadora carrera. Tres años después, en 2002, debutó con los del castoreño en su localidad natal, Orduña, presentándose en Madrid en 2004, donde cortó una oreja.
Su ascensión como novillero propició que tomara la alternativa al año siguiente, 2005, durante las Corridas Generales de Bilbao, en un cartel completado por Julián López El Juli y Salvador Vega. El toro de su doctorado se llamó Afrodisiaco, número 64, de 517 kilos y perteneciente a la ganadería de El Ventorrillo. Pero tras su paso al escalafón mayor sufrió un inoportuno parón en su carrera, algo que no frenó sus ansias de crecer. Confirmó la alternativa en 2009, aunque todavía tuvo que esperar dos años para pegar el primer puñetazo en la mesa, también en Madrid, cuando cortó una oreja a un exigente toro de Carriquiri tras una faena de mucha firmeza y valor.
Desde ese momento Fandiño parecía estar predestinado a ser uno de los nuevos “consentidos” de la afición madrileña, más aún cuando sus tres tardes siguientes en esta misma plaza lograra también pasear un trofeo en cada una de ellas.
2012 fue sin duda el año más importante de su carrera con triunfos en plazas de primera como Valencia, Sevilla, Madrid o Bilbao.