EL verano pasado un puñado de niños saharauis llegó a Euskadi de la mano de Euskal Treenbideetako Langileak Mugarik Gabe y pasaron una tarde en casa de la periodista de Onda Vasca Begoña Beristain. En su torbellino de juegos, los niños se quedaron hipnotizados ante un medallero en el que Beristain guarda sus preseas conquistadas en competiciones deportivas. “¡Cuántas medallas tiene tu marido!”, exclamaron. “¿Cómo? ¡Son mis medallas!”, respondió tocada en el orgullo Beristain. “Ellos decían que yo era una señora y que las chicas no pueden tener eso”, recuerda medio año después la periodista, “les dije que sí y que se lo iba a demostrar corriendo su maratón”. Aquella promesa no se la llevó el viento y, el próximo mes, Begoña Beristain viajará al Sahara Occidental para participar en el maratón más difícil al que se ha enfrentado.

Beristain aprovechará la ocasión para sacar a la luz su faceta más solidaria. “Hemos vendido camisetas y hemos abierto una cuenta bancaria, en la que de momento hemos reunido unos 2.000 euros”, explica, “eso nosotros lo convertimos en medicamentos. No compramos los medicamentos, porque si lo hiciésemos en una farmacia nos costaría cinco veces más de lo que nos cuesta comprándoselo a Farmamundi, la ONG del medicamento. Ellos saben lo que en esta época del año se necesita en un campamento de refugiados en el Sahara. También llevamos muchas cosas para los niños, como bolígrafos o caramelos que queremos dar en las escuelas”.

La carrera se organiza en el marco de la Semana del Pueblo Saharaui, un evento que allí se celebra por todo lo alto: “Lo viven como una semana de fiesta porque va gente de muchos países. Se trata de visibilizar la situación del pueblo saharaui. Son ya cuarenta años dejados de la mano de Dios y con problemas importantes. Los niños y niñas que han nacido allí se creen que lo normal es vivir en una situación como esa. Y las personas mayores en los campos de refugiados tienen las mismas necesidades y problemas que tienen los de aquí, pero no tienen ninguna infraestructura, ni cobertura. Es un pueblo que aún espera su referéndum, que le den su tierra y nadie se preocupa por él”.

Para Begoña Beristain será su noveno maratón, pero es consciente de que se encontrará una carrera muy distinta a las demás: “La salida la haces con 8 grados y cuando llegas a meta, si la haces en cuatro horas, entras a entre 30 y 33 grados. La diferencia es abismal. En cuanto al recorrido, la primera mitad es horrible, con grijo y piedrilla. Del kilómetro veinte al treinta es como el infierno, con dunas y piedras, muchos montículos? Es un tramo muy duro. Del treinta en adelante vuelves a recuperar la arenilla. La he preparado un poco diferente a los anteriores maratones. Estoy haciendo una preparación más parecida al maratón de montaña, entrenando más la resistencia por acantilados y zonas montañosas”.

Al margen de la carrera, Beristain convivirá una semana con una familia saharaui: “Después de la carrera aprovecharé para ver cómo viven. Aunque el día a día que vamos a ver tampoco se corresponde con la realidad. Cuando llegamos es para ellos un momento de fiesta. Ya me han dicho que cuando te marchas y miras atrás es cuando se te cae el alma, porque se les acaba la fiesta y se quedan con su realidad, más solos que la una, esperando a que les llegue ayuda internacional y sobreviviendo como pueden”.