Bilbao - Defiende tanto a mujeres como a hombres maltratados y rechaza con igual contundencia las mentiras vengan de donde vengan. “Es tan estúpido decir que la mayoría de las denuncias de violencia de género son falsas como sostener que no hay ninguna”, afirma.

¿Cuál es el perfil de hombre maltratado que acude a su despacho?

-No lo hay. El cliente más joven andaba entre los 17 y 18 años y otros han fallecido durante su procedimiento. Hemos tenido profesores de Universidad, albañiles e incluso directivos de empresas que eran maltratados al llegar a casa.

¿Qué le sucedió al cliente joven?

-Era un caso de acoso. Había dejado a su pareja y ella no lo toleró. Se presentaba en su casa a cualquier hora, se escondía para asustarlo, iba a su trabajo... Recibía 25 o 30 llamadas diarias. Cuando se encontraban, ella era muy agresiva y esto le generó una angustia tremenda y miedo. Lo solucionamos pidiendo una orden de alejamiento.

¿Qué secuelas psicológicas sufren los hombres maltratados?

-Depresiones y una gran dificultad para encontrar pareja, porque se genera un rechazo. Cuando rompen esa relación viciosa, sienten alivio, pero el daño psicológico, que se ha producido durante meses, años o decenios, subyace.

Cuando un hombre es asesinado por su mujer, se tiende a pensar que la maltrataba. ¿Suele ser así?

-Por supuesto que hay casos de mujeres maltratadas que no pueden más y matan al marido, pero también hay algunos en los que el marido la mata a ella después de una situación en la que se ha sentido vejado, humillado y maltratado.

¿Amenazan las maltratadoras a sus parejas con denunciarlos por violencia de género si hablan?

-Eso lamentablemente ocurre mucho. La denuncia falsa o la amenaza con denuncia es un tipo de maltrato psicológico muy agresivo. El hombre maltratado tiene la autoestima destruida y salir de esa relación de subyugación es muy difícil. Si además tienes a tu mujer diciendo: Te voy a denunciar por malos tratos y sabes que te van a detener, vas a pasar una noche en el calabozo y puedes tener unas medidas judiciales muy severas, se te quitan aún más las ganas de salir de esa situación de humillación.

Dice que a veces incluso les disuade de denunciar la propia Policía.

-Conozco casos en los que la Policía, con buena fe, les dice: Si tomamos la denuncia, la tenemos que llamar a ella y, como diga que tú la estás pegando, es a ti al que tenemos que detener, con lo cual mejor vete a casa y divórciate porque si no, probablemente el que salga peor parado seas tú. Es una actitud prudencial de la Policía, dependiendo de cuál sea el riesgo real.

¿Suelen las mujeres infligir más maltrato psicológico que físico?

-Es más frecuente el maltrato psicológico, pero eso no quiere decir que no haya maltrato físico. Un señor nos contó que, dos o tres veces por semana, su mujer lo recibía rompiéndole una botella de cristal en la cabeza. Una costilla rota es relativamente frecuente porque es cuestión de un puñetazo y hay mujeres que hacen esto.

Habrá hombres que, pese a todo, se animen a denunciar.

-Por supuesto. Muchas veces lo hacen si ellas les han denunciado primero o cuando es insoportable. En los juzgados de violencia contra la mujer ocurre bastante que están los dos de denunciantes y de denunciados porque se han peleado y han llegado a las manos. La violencia de género no es solo la idea que tenemos en mente de la película Te doy mis ojos. Hay otras muchas cosas que, en virtud de la Ley, han pasado a ser violencia de género, como las riñas de pareja.

¿Se trata a los maltratados con sensibilidad o aún hay quienes restan importancia a las agresiones e incluso los ridiculizan?

-Todavía hay una sensación general de que el hombre maltratado hace gracia e incluso de vez en cuando salen en televisión sketches donde la mujer amenaza con una sartén al marido y te ríes. En el caso de la mujer ya está prohibido, te quitarían el programa. En un pueblo, donde seguro que conoces al guardia civil al que le vas a contar que tu mujer te ha pegado, te arriesgas más a esa mofa que probablemente tú ya tengas interiorizada porque por eso te ha costado tanto dar el paso de denunciar, porque tú mismo te sientes ridículo.