Apasionado de la tecnología
Considerado como uno de los padres de Internet, a sus 81 años Leonard Kleinrock es un ávido observador del desarrollo de las nuevas tecnologías y se precia de tener un hogar casi del todo controlable desde su teléfono móvil
GRACIAS a Leonard Kleinrock disponemos hoy al alcance de la mano el más grande contenedor de información de todos los tiempos: Internet. Kleinrock no fue el único padre de esta proeza tecnológica que ha revolucionado nuestra sociedad, pero sí el alma máter sin el cual probablemente no hubiera surgido al menos en aquel momento. El 29 de octubre de 1969 dos ordenadores situados a varios kilómetros de distancia, uno en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y el otro en el Stanford Research Instituto (SPRI) entablaron la primera conversación entre dos procesadores. En este primer contacto la conversación fue muy parca, solo se recibieron dos letras (I y O) pero fueron más que suficientes como pistoletazo de salida para llegar a nuestra realidad y a lo mucho que espera por llegar. Este avance también fue como había dicho hacía poco más de tres meses el primer astronauta en pisar la luna, Neil Armstrong “es un pequeño paso para un hombre, pero un gran paso para la humanidad”, Leonard Kleinrock era el joven ingeniero al frente de aquel otro paso de gigante tecnológico hacia Internet. Kleinrock reconoce seguir siendo hoy día un friki de la tecnología, aunque sin llegar al extremo de otros techies más jóvenes.
Espíritu de búsqueda tecnológica que le mantiene activo, pues actualmente a sus 81 años, Kleinrock sigue impartiendo clases en la Universidad de California y continúa siendo un ávido observador del desarrollo de las nuevas tecnologías, como puso de manifiesto al recibir el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Tecnologías de la Información.
entre ordenadores En 1959 Kleinrock era estudiante en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en busca de un problema. “Estaba rodeado de ordenadores, y me di cuenta de que antes o después necesitarían hablar entre sí. La tecnología de red era entonces del todo inadecuada, y yo vi cómo resolver el problema”, relata. Un aspecto clave estaba en las diferencias entre las características del tráfico de voz y el de datos: “En el de voz (analógico) los hablantes están en silencio alrededor de un tercio del tiempo, y a una conversación se dedica una línea en exclusiva; pero el tráfico de datos funciona a borbotones, en picos, y durante el 99,9% del tiempo no se envía nada”, relata.
Kleinrock detectó el desperdicio que suponía dedicar una línea en exclusiva para una comunicación de esas características -sería comparable, explicó, a que las autopistas fueran usadas por un único coche cada vez-, e ideó una manera para que los usuarios compartieran los recursos de la red: fragmentar los mensajes y usar todos los canales disponibles para enviar los paquetes de datos resultantes -que se ensamblan de nuevo en destino-. Esta idea de Kleinrock, basada en que los paquetes pequeños viajan más rápido que los grandes, es aún hoy en día la fórmula más eficiente de ordenar el tráfico de información en Internet, y la razón de ser de los routers. “Eso sí, ha reconocido, nunca pensé que en esa red pudieran estar mi madre y mis nietos al mismo tiempo. La idea de las redes sociales nunca se me ocurrió. Yo lo concebía como ordenadores hablando entre sí y de personas a ordenadores, pero nunca como una conexión entre personas”.
En los 60 el joven ingeniero se dirigió con su desarrollo teórico al sector de las compañías de telefonía que trabajaba. “¡El proyecto no pudo importarles menos!”, exclama. La innovación llegó del sector espacial.
Tras el lanzamiento por parte de Rusia del Sputnik, en 1957, Estados Unidoscreó como respuesta la Agencia Estadounidense de Investigación en Proyectos Avanzados (ARPA), para fomentar la ciencia, la ingeniería y la tecnología, y así surgió la necesidad de poner en comunicación los ordenadores de los grupos ARPA repartidos por el país. Por fin, el sueño de la red convertido en realidad. Así fue como el 29 de octubre, con Kleinrock al frente de la operación, funcionó por primera vez el llamado primer tramo de lo que hoy es internet.
Reconoce sentirse agradecido, emocionado, gratificado, complacido, excitado por la dimensión que ha generado la red. Además de tener la sensación de que seguirá ofreciendo grandes beneficios a la Humanidad “porque da voz a todos”. Un fenómeno maravilloso, apunta, que ha cambiado nuestra forma de vivir, de jugar, de tratar con los demás, aunque como todo también tiene su lado oscuro, ya que es la fórmula perfecta para los ciberdelincuentes. Su gran preocupación es que hay Estados enteros que se han unido al lado oscuro de la red. En ese lado se halla el abuso de los datos que los usuarios de la red ceden de forma voluntaria la primera vez que ponen su nombre completo. Es entonces cuando les das a empresas como Google o Facebook, que han construido en torno a la red sus negocios, todos los datos sobre tu persona. “El problema es el modo en que utilizan esos datos, aunque hay que aceptarlo porque la privacidad ya no existe; en Internet defender la privacidad es misión imposible”, recalca.
Lo cierto es que poco antes del primer balbuceo de la red, Kleinrock había expuesto su visión de que en un futuro habría conexión de ordenadores “que estaría siempre disponible”, a la que podría acceder todo el mundo y que sería invisible como la electricidad. Hoy asegura que internet seguirá conquistando ámbitos vitales, en los que predice un entorno cotidiano “lleno de cámaras, sensores, pequeños dispositivos en la ropa, en el cuerpo”, que recojan y envíen datos de modo constante sobre cada uno de nosotros. “Cuando entre en una habitación sabrá que he entrado, y podré preguntarle dónde están mi libro o las llaves”, señala. “La red se convertirá en un sistema nervioso global para el mundo”.
por sorpresa El profesor afirma que la única de sus predicciones que no se ha realizado es que internet se volverá invisible, desaparecerá en las infraestructura, como lo ha hecho la electricidad. “De hecho, las interfaces actuales con internet continúan siendo demasiado complicadas, poco intuitivas. Aún nos falta un poco, quizás entre tres y cinco años para que la internet invisible sea una realidad”. Kleinrock cree interesante que casi todas las aplicaciones de mayor éxito nos hayan pillado por sorpresa. Desde la primera, el correo electrónico, en 1972, a los motores de búsqueda, la Wolrd Wide Web, los blogs, las redes sociales, el auge de los contenidos generados por los usuarios... Asimismo no vio venir” el aspecto social de la red, que tanto la domina hoy. Pensaba que la red sería usada para conectar ordenadores con ordenadores, no personas con personas”.
Para el profesor de la UCLA, Internet está en su adolescencia y tiene los mismos problemas sociales, políticos y económicos que cualquier institución importante, ya sea un gobierno totalitario o corporativo. Pero el abuso y la mala conducta ya estaban antes de la llegada de internet, que “afortunadamente” no nació protegida por patentes. “Eso ha facilitado su crecimiento; el espíritu general en la época en que surgió era de apertura, de compartir y de favorecer el crecimiento de la red”, apostilla.
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