BILBAO - Cuenta Diego Dulanto, con décadas de experiencia en rescates espeleológicos a sus espaldas, que los accidentados ven el cielo cuando llegan en su ayuda. El único superviviente de la tragedia del Alto Atlas, en cambio, describe un auténtico infierno. A falta de conocer todo los detalles, este médico y espeleólogo analiza desde Bilbao el suceso y confía en que “los problemas diplomáticos, que los ha habido, se puedan agilizar para evitar muertes inmerecidas”.
A la espera del resultado de las autopsias, parece que el primer espeleólogo falleció al caer y que el segundo sufrió una contusión en la cabeza y una fractura en la pierna.
-Un politraumatizado expuesto a unas temperaturas muy bajas, a casi 3.000 metros de altura, lo tiene todo en contra. La tardanza en el rescate posiblemente ha acelerado un desenlace trágico, que ha sido la muerte del segundo espeleólogo.
La hipotermia, la posible pérdida de sangre... ¿Qué suele resultar más determinante a la hora de que un herido termine falleciendo?
-La gravedad de las lesiones es lo fundamental, la exposición a un ambiente hostil, el retraso en la evacuación, la falta de medios para tratarlo... Es un conjunto de cosas. Es lo mismo que ocurre en cualquier accidente automovilístico, si alguien se cae solo por un barranco, no lo rescatan en varios días y está en invierno, todo eso juega en contra.
¿Influye el estado psicológico de un herido a la hora de resistir hasta que la ayuda llegue?
-La fortaleza psicológica siempre tiene gran importancia.
El superviviente sufría hipotermia y estrés postraumático. ¿Cómo puede ser su recuperación?
-Ha estado expuesto al frío, pero las lesiones físicas son leves y se recuperará perfectamente. Otra cosa es el haber estado expuesto a un acontecimiento traumático, como es un accidente en un medio hostil, en el que tardan muchos días en rescatarte y ves morir a tus compañeros. Eso deja unas secuelas que cada persona sobrelleva de una manera diferente. Hay personas que son más fuertes psicológicamente y otras que no. No todas van a requerir tratamiento. El apoyo de la familia y amigos puede ser de gran ayuda.
¿Cómo se suele manifestar el estrés postraumático?
-Los síntomas pueden ser falta de sueño, nerviosismo, dificultad para trabajar, desesperanza, rabia, impotencia... Hablamos de especulaciones porque igual esta persona tiene una gran fortaleza psicológica y puede sobrellevar mucho mejor un trauma como este. Los espeleólogos son generalmente gente dura, resistente, porque es un deporte-ciencia que requiere no solo un entrenamiento físico, también psicológico de poder estar en un sitio a oscuras completamente, aunque en este caso estaban en el exterior. Tendrá que pasar cierto tiempo, producirse un duelo, una investigación de las circunstancias del accidente y, después de todo eso, veremos cómo reacciona.
Dicen que sentía alegría por haberse salvado y rabia por la muerte de sus compañeros. ¿Son emociones habituales en estos casos?
-Durante el rescate habrá experimentado dos situaciones muy diferentes: alegría al ver que llegaba la ayuda y tristeza enorme al ver que dos de sus compañeros fallecían junto a él. La muerte de un compañero, de un amigo, es un mazazo que lleva tiempo sobrellevar.
Usted habrá asistido a personas en situaciones similares. ¿En qué estado se encuentran cuando llegan los equipos de rescate?
-Cuando una persona tiene un accidente de primeras nota una desesperanza terrible. Y ahora ¿qué va a ser de mí? En el momento en que empieza a llegar gente, el ánimo sube muchísimo porque ve que eso va funcionando. En este caso, que la cosa no iba para nada, el rescate no se producía y llevaban varios días, el nivel de desesperanza iría en aumento hasta que los rescataron, pero para uno de ellos fue tarde.
Cuando les ven a ustedes debe ser como si se les abriera el cielo ¿no?
-La alegría suele ser grande, de decir: Empiezo a ver el cielo, ya no veo un agujero negro de a ver cuándo viene alguien.
¿Qué se debería llevar en el botiquín en estas expediciones?
-Hay cosas muy sencillas que solucionan grandes problemas. Una piedra que te da en la córnea produce un dolor terrible y deja a una persona tuerta. Con llevar un colirio anestésico y un antibiótico puedes solucionar un problema enorme. Cuando vas a otro país tienes que tener en cuenta que hay ciertos medicamentos, como los morfínicos, que no puedes llevar. Solo está permitido con autorizaciones complejas de obtener y si los llevas de tapadillo y te cogen en una frontera, te puedes meter en un buen lío.
¿Cómo mitigar el dolor sin morfina en un accidente de este tipo?
-Cuando una persona tiene una fractura, inmovilizándola con medios de fortuna vas a mitigar el dolor. Si hay un hueso roto y fuera de su sitio, puedes colocarlo más o menos en una situación buena para que duela menos. Si está sangrando una herida, taponarla para que no sangre más. Ese tipo de cosas hay que enseñárselas a las personas que no son médicos o enfermeros.
Y recurrir a los analgésicos.
-Tienes antiinflamatorios no esteroideos como el ibuprofeno, paracetamol... Analgésicos menores que, aunque no tienen la potencia de los opioides, pueden servir para mitigar el dolor. Si hay heridas, también hay que llevar antibióticos, gasas estériles... Pero, más que el botiquín, hay ciertas maniobras que cualquiera debería saber, como reducir una luxación de hombro, realizar una reanimación cardiopulmonar básica -que te salva la vida, pero tiene que hacerse en el momento-, inmovilizar fracturas para que no sangren, colocar al herido en la mejor situación para que no empeore...
Desde Marruecos se ha llegado a calificar a los espeleólogos accidentados de “imprudentes”.
-Hablar de imprudencia es muy aventurado cuando todavía no se tienen todos los datos. Se supone que era gente experimentada, pero cualquier expedición a cualquier sitio, sobre todo en países más exóticos, tiene ciertos riesgos. La infraestructura de rescate en Marruecos no es la que hay en Europa. El año pasado en Alemania hubo un rescate en cueva, que duró doce días, con una cantidad de medios impresionante. Actuaron un total de 720 personas para rescatar a un espeleólogo que estaba herido a 1.000 metros de profundidad, entre helicópteros, gente que estaba fuera, gente que entró dentro, coordinadores... Además, fue un rescate internacional, con equipos italianos, croatas, suizos, austriacos, alemanes... Eso es Europa, no África. No tiene nada que ver.
¿Cree, como denunció el superviviente, que hubo “negligencia” por parte del Gobierno marroquí?
-Las circunstancias del rescate todavía están por dilucidarse. Posiblemente el Gobierno marroquí pensó que sus medios eran suficientes para poder abordar un rescate de estas características y por eso frenó la ayuda española. Posiblemente haya habido una mala valoración de la situación y, al fin, cuando ya se desbordó, dijeron que fuera gente muy preparada de la Guardia Civil, de rescate, y solucionaron el tema. Sacaron los cadáveres cuando ya era tarde. No tengo más datos que los de la prensa, pero es muy posible que si se hubiera llegado antes, ese segundo muchacho habría podido sobrevivir. No obstante, se requiere un análisis detallado de las informaciones que manden unos y otros para saber cuál es la verdad.
Según el relato de este espeleólogo, apenas acudieron en su ayuda un par de gendarmes. Un dispositivo a todas luces insuficiente.
-Si al Alto Atlas, que es una zona maravillosa, en la que hay montes, se acerca mucha gente para disfrutar de esos paisajes y no existen grupos de rescate especializados, quizás es el momento de que el Gobierno marroquí pida asesoramiento de otros países, como España o Francia, que tienen grupos perfectamente organizados, para formar a esa gente. La imagen de un país mejora cuando alguien que tiene un accidente puede ser socorrido, por lo menos, en mejores circunstancias que lo que ha pasado en este caso.
¿Considera que la actuación del Gobierno español fue adecuada?
-Estoy casi seguro de que se hizo todo lo posible para llevar ayuda, pero si el otro gobierno no autoriza que otros medios especializados vayan a su país, tú no puedes ir allí a la brava. A pesar de que insistieron en su ofrecimiento, Marruecos consideró que tenía medios suficientes. La rabia y la impotencia de los compañeros es comprensible.