Bilbao - “En las consultas, ciencia y paciencia, como digo yo, pero nunca violencia ni coacción ni amedrentamiento”, asegura este psiquiatra miembro de la Junta Directiva del Colegio de Médicos de Bizkaia.
En 2013 se contabilizaron más de 400 agresiones a personal sanitario en Euskadi. ¿Cómo está la situación ahora? ¿Ha mejorado?
-Las cifras están en descenso por las diferentes puestas en escena del problema, por las denuncias y porque la población sabe que la agresión puede conllevar tres años de prisión si agreden a un médico.
La exministra Ana Mato pretendía endurecer la ley y que estas faltas fueran consideradas atentado a la autoridad publica.
-Sí. En la nueva ley de enjuiciamiento criminal que se está debatiendo, se contempla que sea un delito contra la autoridad y pueda llevar aparejado prisión. El problema surge cuando los pacientes o sus familiares dejan de percibir al médico o al personal sanitario como una figura de ayuda y dejan de mantener una relación desde la confianza, la seguridad y la cercanía. En algunos casos y por parte de algunos individuos, esto se tergiversa. Y aparecen una serie de personas que piensan en términos de violencia, de coacción o de amedrentamiento. Personas que creen que metiendo miedo obtienen beneficios.
Explíquese.
-Hablo de gente que viene a la consulta buscando algo no referido a su situación médica, sino a un beneficio o a una presumible obtención de réditos. Es gente que quiere una baja, pretende alargarla o viene a pedir un certificado al dictado para un permiso de conducción o de armas u obtener un determinado medicamento que tal vez lo distraiga en mercados negros de pastilleo. Gente que cree que le vamos a dar algo al dictado. Y hablo de determinados colectivos que llegaban a las consultas sin ningún autocontrol y sin ningún decoro ni educación.
¿Quieren que les receten fármacos concretos o adictivos?
-Sí y ahora con la receta electrónica se descubren muchas situaciones límites. Antes, era más fácil ir a un médico, a la urgencia y conseguir diferentes recetas o fármacos, bien para hacer consumos abusivos o bien para vender esa sustancia en el mercado negro. Ahora todo está más pautado.
¿Los recortes y la crisis han agudizado el problema?
-Cuando el entorno se vuelve agresivo, cuando hay una crisis galopante, cuando te excluyen del propio sistema, las personas proyectan su propia frustración y su rabia en aquellas personas más cercanas. Lógicamente, -salvo la marea blanca que ha podido resistir en Madrid-, el ciudadano no le plantea sus problemas ni al ministro ni al consejero de turno. Se queja ante la persona más directa, la enfermería y los médicos. Y en las situaciones límite, en los servicios de Urgencia, es donde más se dan estas incidencias. Y por supuesto en los servicios de salud mental, donde los enfermos no tienen capacidad de contención porque pierden el control.
¿Se les ha perdido el respeto?
-Somos autoridad pero bien entendida, no porque impongamos sino porque sabemos de lo que tratamos y ponemos nuestro conocimiento al servicio de la persona que sufre. Nosotros hemos sido los cuidadores, los chamanes de la tribu para ayudar en el sufrimiento. Uno de nuestros peores enemigos es el doctor Google porque los pacientes creen saber más que el propio médico y a veces se produce algún pequeño desencuentro.
Las agresiones que sufren son más verbales que físicas.
-Lo que más se produce es el amedrentamiento. Hay amenazas típicas de a mí me vas a recetar tal cosa porque te conozco, sé donde vives... Si no, te espero fuera porque no sabes donde te metes... También increpan con tengo mis derechos, no sabes con quien estás hablando, con quien queréis ya podéis... Algunas personas mezclan muchas desinformaciones y cuando están frustrados o muy insatisfechos proyectan la ira hacia el sanitario.
También hay agresiones directas.
-Sí, cuando la persona pierde los estribos y lanza un puñetazo o un objeto o agrede incluso con un arma. Se han llegado a usar armas simuladas o armas manifiestas como katanas o hachas como fue el caso de la doctora fallecida en Murcia por no alargar una baja. Hace poco más de un mes, en Portugalete, a personal especializado en transporte psiquiátrico le dieron una cuchillada.
Y eso deja secuelas.
-Sí, porque cuando alguien coacciona a un profesional sanitario agrede a todo la comunidad porque nos incapacita como sanitarios. Si estoy alerta, tenso, nervioso, con miedo... eso va a repercutir en no atender bien a los pacientes y puede generar un estrés agudo.