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Sin autopsia y con ataúd sellado

el cadáver del sacerdote fue incinerado en villalba entre estrictas medidas de seguridad

Sin autopsia y con ataúd selladoEFE

CINCO días después de que el sacerdote Miguel Pajares llegara a Madrid en medio de un despliegue de seguridad sanitario sin precedentes, sus restos mortales salían del hospital entre impresionantes medidas de protección debido al riesgo sanitario. Y es que el manejo post mórtem de un cuerpo infectado por ébola requiere un control exhaustivo y un protocolo minucioso ya que sus fluidos corporales presentan una elevada carga viral. Por eso a estos cadáveres no se les puede realizar la autopsia para evitar la propagación de la enfermedad, ni velar, ni preparar al modo tradicional antes de su entierro. Asimismo el traslado del féretro a la incineradora y su posterior cremación fueron realizados en un tiempo récord. Aunque esta vez sin la larga caravana de quince vehículos que le acompañó el pasado jueves desde Torrejón de Ardoz,

Tras ser cerrado el sudario del cadáver revestido de una tela especial y cremalleras, el ataúd fue sellado y trasladado en condiciones de absoluto hermetismo. Sin embargo, no se utilizó zinc, como al principio estaba indicado, puesto que es un elemento no recomendable para la incineración. Posteriormente el cadáver del padre Miguel Pajares fue incinerado en el crematorio de Villalba cumpliendo los protocolos de seguridad recogidos en el decreto de Sanidad Mortuoria de la Comunidad de Madrid. El cadáver de Pajares salió del Hospital Carlos III-La Paz alrededor de las 14.00 horas y el traslado corrió a cargo de una empresa funeraria especial, ya que el contacto con los cadáveres debe realizarlo “personal entrenado”.

Según el decreto, el cuerpo de Pajares se establece como cadáver de grupo 1, que comprenden personas cuya causa de defunción represente “un riesgo sanitario tanto de tipo profesional para el personal funerario como para el conjunto de la población”, según los criterios fijados por la administración pública. El decreto también establece que los féretros deben tener unas características concretas. Así, el receptáculo tiene que ser estanco para proceder a su traslado y en su interior debe contener material absorbente y tener un dispositivo depurador para equilibrar la presión interior y exterior.

Las cenizas del religioso, el cuarto fallecido que trabajaba en el liberiano Hospital San José de Monrovia, podrían ser enterradas en el panteón de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, tal y como señalaron ayer algunos familiares del difunto.