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“Ha sido increíble, nunca olvidaré la visita a mi casa en Kanala, de donde salió mi familia hacia California”

Nacida en la población rural californiana de Los Banos, en plena zona ‘cowboy’ de explotaciones agrícolas y ganaderas, Ann Erreca es profesora, especialista en chavales con problemas de lectura, un 5% del alumnado de Estados Unidos

“Ha sido increíble, nunca olvidaré la visita a mi casa en Kanala, de donde salió mi familia hacia California”EuskalKultura.com

LOS BANOS - Iniciamos nuestra conversación con Ann Artadi Erreca hace poco más de dos meses, en su localidad natal de Los Banos. Le preguntamos en aquel momento por su actividad profesional, como profesora especializada, formadora de docentes y apoyo y responsable del apoyo a estudiantes con dificultades de lectura. Tras ello, este pasado domingo, ha vuelto a atendernos, pero esta vez lejos de su California natal, porque nuestra interlocutora ha viajado, por primera vez, a Euskadi.

En California usted atiende a los alumnos con dificultades para aprender a leer.

-Un 5% del alumnado se enfrenta a esos problemas. Mi trabajo consiste precisamente en identificar y evaluar cada caso y articular soluciones. El maestro o maestra de cada clase es quien en primera instancia nota que algo pasa. Ellos explican diferentes temas en clase y se dan cuenta de si hay algún problema y si el alumno no llega a entenderlos. En Estados Unidos tenemos lo que llamamos Student study teams o grupos en los que cuando el profesor observa alguna irregularidad la expone y se trata, llegado el caso, con los padres y con especialistas.

¿Qué tratamiento reciben? Apoyo adicional de un tipo u otro, me imagino.

-Es posible, pero cada caso es diferente. El profesor puede explicar un tema a la generalidad de la clase y luego, por grupos o individualmente volver a incidir sobre ello. O proporcionar antes de la exposición general una información previa... Las intervenciones pueden también tener que ver con cuestiones de comportamiento, de lectura, de matemáticas, cada cual se ataca de manera diferente.

¿Suelen superar normalmente esos problemas?

-Me vienen a la cabeza nombres de alumnos que han finalizado sus estudios y se han graduado en la Universidad. Niñas y niños con necesidades especiales pueden finalizar sus estudios perfectamente. La clave es la detección temprana.

¿Cuál es el porcentaje de alumnos en esa situación?

-En Los Banos, como en toda su región, muy alto. Los alumnos con el inglés como lengua materna son, de hecho, minoritarios en algunas escuelas. El porcentaje de los que llamamos English learners, de los que estudian inglés, llega a ser superior al cincuenta por ciento.

Está usted estos días en Euskadi, en su primer viaje a la tierra de sus antepasados.

-Soy vasco-americana de tercera generación. Mi familia viene de diferentes lugares de Bizkaia. En Los Banos me casé con otro californiano, con familia originaria de de Aldude, en Iparralde. En general lo vasco ha estado siempre muy presente en mi vida. Mi abuela, Elena Talbott, fue junto a otros, pionera en Los Banos en la enseñanza de la dantza. Su madre había nacido en Euskadi y la tradición semanal del baile se mantuvo a través de ella. Hace cincuenta años fundaron la euskal etxea y cada domingo acudíamos a comer al restaurante vasco de Los Banos y hacíamos el ensayo de dantza. Yo he crecido en ese ambiente, es lo que he conocido desde que tengo uso de razón.

En Donostia ha participado de un curso para maestros dantzaris de la Diáspora organizado por el Gobierno Vasco.

-Sí, he tenido esa suerte. He venido muy emocionada, es mi primera visita a Europa y al País Vasco. El curso ha sido magnífico, su coordinador y profesores, de altísimo nivel y he de agradecerles esta oportunidad para aprender que, desde luego, aplicaré y pondré en marcha cuando vuelva con el grupo de baile de Los Banos.

Lleva usted veinte años enseñando baile vasco en su euskal etxea.

-Sigo los pasos de mi abuela y cuento con la ayuda inestimable de dos primas mías. Tenemos 60 dantzaris de Los Banos y su región, chicas y chicos desde cuatro hasta los 18 o 19 años. A esa edad se van a la Universidad y, lamentablemente, pasan a vivir a otros lugares y no regresan. Mi idea es inculcar a nuestros dan-tzaris el amor que siento por la dan-tza y nuestras tradiciones. Me gustaría que cuando yo lo deje encuentre alguien que me tome el relevo, para que todo esto continúe.

Este pasado visitó usted en Kanala la casa de su familia, de donde partieron hacia California.

-Y saludé y me abracé con María Angeles (Artadi) Zuazo. No puedo describir con palabras el sentimiento que me inundó. Fue una experiencia inolvidable. María Angeles, prima de mi padre, me recibió con los brazos abiertos, al igual que sus hijas, Gema e Imelda. Fue maravilloso. Nos estrechamos en un abrazo. Todo ocurrió como en un cuento de hadas. Nunca, nunca lo olvidaré.