bilbao. ¿Qué echa de menos de su dieta omnívora?

Soy vegana desde hace algo más de dos años y de la dieta, no añoro nada. Echo en falta la felicidad de la ignorancia. Ahora soy más consciente del sufrimiento de los animales y de que la industria cárnica les somete a una explotación y una crueldad brutal.

¿Qué fue lo que removió su conciencia?

Yo estaba concienciada contra las agresiones a perros y gatos, posicionada contra las corridas de toros, pero no me había parado a pensar en la explotación de las vacas, los cerdos, las gallinas... Un día vi unas fotos en internet que me afectaron mucho. Reparé en que la carne que tomaba, la leche, los huevos... todo provenía del sufrimiento de muchos animales. Empecé a informarme y decidí hacerme vegana.

¿Ha visto cosas duras?

Haciendo activismo he visto escenas muy fuertes que me han generado mucho dolor, por eso procuro no recrearme en imágenes ni en vídeos.

¿Su familia qué opina?

Cuando me hice vegana, vivía con mi expareja y cuando le conté mis inquietudes y se dio cuenta de las dimensiones del problema, él también se hizo vegano.

Incluso regentó una tienda.

Sí, abrí la primera tienda vegana de Euskalherria. Era rentable, pero por circunstancias personales decidí venderla, necesitaba hacer otros proyectos.

¿Seguir una vida vegana resulta caro?

No tiene nada de caro y no supone ningún tipo de trastorno. Lo que ocurre es que mucha gente mezcla el ser vegano con una alimentación ecológica. Sin embargo, puedes comer vegano comprando en cualquier súper a precios normales. Otra cosa es que determinados días quieras darte un capricho y consumir algo más elaborado, pero cuesta lo mismo un queso vegano que un buen queso de vaca. Al principio me pasaba el día mirando etiquetados y la composición pero ya controlo las marcas.