Bilbao

LA semana pasada vino una señora de 72 años que en su vida había usado nada, pero que había leído los libros, y dijo: Pues me voy a comprar mi primer vibrador. La pena es que no vienen más". Lola Rivas, propietaria de la tienda erótica SexDlux, en Bilbao, empezó a notar hace tres meses que vendía "más pinzas para los pezones y cosas así". El motivo de la inusual demanda, detectada también en otros sex-shops, se oculta en los renglones de la trilogía erótica Cincuenta sombras de Grey, que ha empujado a decenas de mujeres de mediana edad -la clienta septuagenaria es una excepción- a comprar látigos, esposas, ataduras y otros artículos de sado light para emular a su protagonista. "A muchas les ha picado la curiosidad de probar cosas diferentes, sobre todo relacionadas con el fetichismo del erotismo. No es sado fuerte. Son cosas más ligeras, como las ataduras, alguna fusta...", matiza José Antonio, dependiente del sex-shop Fantasías, quien asegura que el I+D también se cuela bajo las sábanas. "Los vascos innovan en la cama, pero en petit comité. Hay muchas cosas que se practican, pero no se cuentan. Quedan en la intimidad de la pareja".

José Antonio > Sex-shop Fantasías

"Una mujer vino para ver una película sado en una cabina"

Cuenta José Antonio, tras el mostrador del sex-shop donde trabaja, en la calle General Eguía, que en los últimos meses habrá atendido a medio centenar de personas interesadas en artículos relacionados con la exitosa novela. "Vendíamos mucho sado para pisos de prostitución y ahora vienen mujeres, la mayoría de entre 35 y 50 años, preguntando por cosas muy concretas, como las esposas o una barra de hierro para inmovilizar los pies que utiliza la pareja del libro en alguna aventura sexual. El otro día me pidieron una un chico y una chica de veintipocos años", detalla.

Trece años lleva José Antonio al pie del sex-shop y hasta hace poco nunca había visto a una mujer entrar en una cabina. "Quería visionar alguna película sado para ver un poquito de qué iba el tema e introducirse en el mundillo, porque le había llamado la atención el libro. Lo que pasa es que el sado de las películas es más fuerte", advierte.

En ocasiones son los hombres los que se encargan de hacer el pedido. "Un señor, de 45 o 50 años, vestido de traje, que me compró un par de artículos, me dijo que estaba encantado porque su mujer se había leído el libro, se había quitado ciertos prejuicios, y estaba dispuesta a probar un poco de todo, sin miedo, ni tabús. Estaban haciendo cosas en la cama que nunca habían hecho y llevaban más de veinte años juntos", subraya José Antonio. Lo mismo que el libro ha reavivado pasiones, también ha apagado rescoldos. De hecho, "una mujer se divorció en Reino Unido porque su marido no quería practicar algunas de las fantasías que ella había leído".

La de Grey no es la única trilogía erótica en el mercado. En este mismo sex-shop tienen otras dos a la venta. "Esto se ha puesto de moda. Son de diferentes escritores y están relacionadas con el sexo, el erotismo y la fantasía en la cama. Se están vendiendo bien, aunque menos que la primera", reconoce. En un estante cercano hay unos plumeros, otro de los artículos más demandados. "Deben aparecer en algún capítulo. Sirven para acariciar los pezones, las zonas íntimas...". José Antonio también ha vendido bastantes esposas. Las hay a partir de 10 euros. "Vienen recubiertas con pompón en rojo, en negro, de leopardo, que se vende mucho... Hay algunas sin pompón, pero hacen daño en las muñecas". Las más cañeras, "para practicar el sadomaso más profesional, son igualitas que las que usa la Policía y cuestan 48 euros", señala.

Aunque uno se puede ir equipando poco a poco -el látigo más sencillito cuesta 7 euros y hay fustas que rondan los 20- también se venden los artículos en pack. "Hay un kit de 35 euros que incluye mordaza para la boca, antifaz, plumero para estimular las zonas sensibles, fusta, ataduras y unos dados en los que pone chupar, morder, besar y luego la parte del cuerpo", explica.

Lola > tienda erótica Sexdlux

"Lo de la mujer fallecida no pasa en la vida si se practica bien"

En cuanto Lola Rivas se enteró de que el goteo de clientas en su tienda erótica se debía a la publicación de una trilogía, corrió a comprar unos ejemplares. Una vez ilustrada, decidió poner unas bolsitas a la venta con una selección de artículos. "Viene un masturbador, un vibrador pequeño, un aceite de masaje, un lubricante... Es un kit de iniciación para parejas que quieren experimentar con los juguetes a raíz del libro, porque mucha gente ni sabía ni se lo planteaba", comenta. No en vano hasta hace unos años los sex-shops "estaban enfocados a los hombres y ahora son mucho más normales. Se cuida la presentación de los artículos. Parecen cajas de cualquier otra cosa".

A su establecimiento han acudido mujeres pidiendo las bolas chinas metálicas que usan los personajes de ficción, además de "esposas, pinzas para los pezones, barras separadoras y otros juguetes. Lo ven como un juego para romper la rutina de sus relaciones", afirma. La repercusión del best seller ha sido tal, dice, que "hay páginas web que tienen un apartado de Cincuenta sombras de Grey donde te aparecen los artículos específicos".

Aunque en Euskadi no ha habido que lamentar víctimas, en Suecia una mujer murió hace unas semanas mientras practicaba con su pareja juegos sadomasoquistas inspirados en la novela. El novio, que al parecer le propinó 123 golpes con un puntero de madera mientras ella permanecía atada, está imputado por homicidio involuntario. "Eso no puede pasar en una relación bien hecha de BDSM (Bondage Disciplina Sado Masoquismo), porque tiene que estar todo hablado y consensuado antes de empezar: hasta dónde aguantas el dolor, la palabra de seguridad... Además, si le va a tapar la boca con un bocado, la persona que hace de esclavo tiene que tener algo en la mano para poder avisar cuando considere que ha llegado a su límite. Lo que le ha pasado a la mujer fallecida no pasa en la vida si se practica bien", insiste.

El BDSM, explica Lola, "es una forma de vida, tiene unas normas y una máxima, que es respeto y confianza, y eso se tiene que cumplir". Sobre todo porque quienes lo practican quedan mucho por internet. "Hay muchas disciplinas: está la inmovilización con cuerdas -bondage-, que te envuelvan en un plástico, que te llenen el cuerpo de pinzas... Se firma una hoja antes de empezar marcando hasta qué grado quieres llegar para que no pasen ese tipo de cosas. Si el chico le daba hasta en la cabeza, ¿qué quieres que pase después de 123 golpes?".

Aitor > Sexo Arte

"Se acerca gente a hacer 'tupper' porque han leído el libro"

A la boutique erótica Sexo Arte, donde trabaja Aitor Aparicio, en el Casco Viejo de Bilbao, también ha llegado la onda expansiva de la literatura subida de tono. "Se acerca gente a hacer tupper porque conocen estos artículos a raíz del libro. Piden bolas chinas, látigos lights y todo tipo de cosas para atar, porque es lo que usan los protagonistas", indica Aitor. En la empresa Libelia, dedicada a organizar reuniones tuppersex y a la venta online de artículos eróticos, sin embargo, el impacto de la trilogía ha sido menor. "En las reuniones sí comentan a veces que han leído el libro, pero no piden nada, porque están con más gente y el tipo de artículos que salen en Cincuenta sombras determinan un ámbito erótico un poco particular. Hay temas tabús", comenta su responsable.

La fiebre desatada por los libros se ha materializado en una colección oficial de productos eróticos con el título de la novela grabado. Un kit de sujeción a la cama, un látigo de tiras, antifaces, esposas, un azotador de satén, una fusta... Incluso el vibrador al que en el libro bautizan como Charlie Tango. "Son un pelín más caros por ser exclusivos. El kit entero, que viene con antifaz y ataduras para pies y manos, vale 69 euros", detalla Aitor. Con todo este equipo y Cincuenta sombras como libro de cabecera hay quienes practican sexo al pie de la letra.