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El último mohicano

El desguace y hundimiento del 'Nuevo Erreñezubi' cierra una gloriosa etapa de la historia pesquera de Bermeo

El último mohicanoR.B

Bermeo

EL pesquero bermeano Nuevo Erreñezubi no volverá a surcar las aguas del Cantábrico a la pesca de bonitos, anchoas y verdeles. Apura sus últimas horas de vida amarrado en un muelle del puerto de Bermeo donde un grupo de operarios se afana en despojarle de todo elemento metálico para, posteriormente, proceder a su hundimiento en una zona próxima al Cabo Matxitxako.

Es el último eslabón de una larga cadena iniciada en el verano de 1991 con el hundimiento del pesquero bermeano Nuevo San Nicolás. La desaparición del Nuevo Erreñezubi representa el epílogo a una exitosa etapa en la historia de la flota pesquera de bajura de Bermeo. Se trata del último pesquero que utilizaba el cebo vivo y las cañas manuales para la pesca del atún blanco-bonito del norte.

En 1968, año en el que comenzó a faenar el Nuevo Erreñezubi , los muelles del puerto de Bermeo agrupaban a 128 embarcaciones de cebo vivo y casi otro tanto de pesqueros artesanales, con un total de 2.335 arrantzales embarcados. En la actualidad el censo de flota se reduce a apenas una treintena de pesqueros con cerca de 150 arrantzales. En Bizkaia sobreviven tan sólo cuatro barcos de cebo, dos en Lekeitio y otros tantos en Ondarroa.

En el verano de 1947 arrantzales lapurtarras de Donibane Lohitzune desarrollaron la primera experiencia de pesca de bonito y cimarrón con cebo vivo en el Golfo de Bizkaia tras tener conocimiento de su empleo en la costa de California. Hasta entonces todos los barcos faenaban mediante el empleo del sistema de curricán o cacea. El éxito obtenido por el novedoso arte de pesca provocó su rápida extensión a los puertos de Bizkaia y Gipuzkoa.

"No daban abasto" A mediados de la década de los sesenta, Bermeo registró un espectacular desarrollo de la flota de cebo vivo. "Cada año se construían varios barcos. Los astilleros de Bermeo y Lekeitio no daban abasto" recuerda un viejo lobo de mar. "Eran buenos tiempos. Había tantos barcos -añade- que casi no había sitio para todos en el puerto. Tanto es así que durante parte del invierno algunos barcos marchaban a la ría de Bilbao para guarecerse de los temporales". Por aquel entonces no existían fronteras en el mar y los arrantzales faenaban durante todo el año en diversas zonas del Cantábrico y Atlántico. La mar era generosa y en 1965 se capturaron más de 85.000 toneladas de anchoa en el Golfo de Bizkaia, frente a las 6.703 toneladas contabilizadas en los puertos vascos durante la costera de este año.

El Nuevo Erreñezubi fue construido en los astilleros Mendieta de Lekeitio para posteriormente proceder a su montaje en la histórica empresa bermeotarra Etxebarria junto a otros pesqueros como Arrantzale, Dios te Salve y Santa María. Javier Artetxe dirigió el pesquero en sus primeros años de singladura llegando a pescar en aguas de Venezuela.

Juan Maguregi tomó el relevo durante varios años hasta que en 1980 abandonó la pesca de bajura para enrolarse en los buques atuneros congeladores que faenaban en el Golfo de Guinea. Un joven patrón bermeano, Antón Galíndez, se hizo con las riendas de la embarcación con apenas 26 años. Todavía recuerda el temporal que les hizo temer por sus vidas cerca de las Azores. "Un barco de Hondarribia y nosotros tratábamos de alcanzar la isla de Horta cuando nos sorprendió un tremendo temporal. Fue la noche más larga de mi vida. Las olas zarandeaban el barco como si fuera una cáscara de nuez. A duras penas llegamos a nuestro destino y ni siquiera tuve fuerzas para saltar a tierra. Me eché a dormir en el catre. Fue una auténtica pesadilla" evoca Antón.

Ilusionados con su nuevo proyecto, diez años más tarde, coincidiendo con el declive de la flota de bajura de Bermeo, los arrantzales-armadores decidieron acometer una serie de obras en el pesquero para mejorar sus prestaciones para la pesca y aumentar la capacidad de almacenamiento de pescado. En una auténtica obra artesanal, los carpinteros de ribera de un astillero lekeitiarra cortaron el casco por la mitad y le añadieron seis metros más, al tiempo que se procedió a la sustitución del motor de propulsión por otro de mayor potencia.

De Irlanda a Dakar El Nuevo Erreñezubi ha navegado miles de millas a lo largo y ancho del Atlántico. Desde las gélidas y peligrosas aguas del sur de Irlanda hasta los ricos bancos de túnido de Senegal, pasando por el caladero sahariano, Marruecos, Mauritania, Canarias, Azores, Madeira, mar de Alborán, Mediterráneo y Golfo de Bizkaia. En la actualidad, la flota de bajura del puerto de Bermeo languidece incapaz de hacer frente a los graves problemas que acucian al sector. "Se puede vivir de la mar pero es imposible sortear tantos obstáculos. Bruselas condiciona sobremanera nuestra actividad; el precio del combustible se ha disparado y la cotización del pescado que capturamos se mantiene invariable durante años" asegura contrariado Galíndez.

Asimismo, la vida del arrantzale no resulta atractiva para los jóvenes y la ausencia de relevo generacional condena a la flota a una paulatina desaparición. Además, los profesionales que dirigen sus miradas al sector pesquero se inclinan por embarcarse en la moderna flota atunero-congeladora de Bermeo que faena en aguas del Golfo de Guinea, Índico y Pacífico.

Las labores de desguace del Nuevo Erreñezubi reúnen en el muelle a arrantzales jubilados que se lamentan de la desaparición del último pesquero de cebo vivo al tiempo que evocan las proezas realizadas en diversos caladeros. "Recuerdo un año excepcional de capturas de bonito. Una tarde capturamos 3.000 bonitos grandes. Fue algo impresionante. Tuvimos que dejar de pescar porque no entraba más pescado a bordo" comenta Luciano Arenaza, extripulante del pesquero, mientras los operarios del desguace sudan la gota gorda para arrancar el puente de la embarcación armados de un implacable soplete.

En los cuarenta y cinco años de historia de este barco bermeano merece una mención especial Zuri, el lanudo perro marinero que embarcó con apenas un mes de edad y durante 17 años ejerció de fiel escudero del patrón Antón y alegró la vida a los miembros de la tripulación durante las largas y duras jornadas de pesca.

Al Nuevo Erreñezubi le quedan pocas horas en la superficie del mar. "Es triste ver el barco así. Cuanto antes lo quitemos de la vista, mejor" afirma Tomas Laka, uno de los armadores del pesquero. Cabe la posibilidad de que el cortejo fúnebre zarpe del puerto de Bermeo en la mañana del día de Nochebuena para transportar al pesquero a un punto previamente determinado por la Capitanía Marítima. Cientos de embarcaciones le precedieron en este viaje sin retorno y le esperan en el fondo del mar.

La vida sigue en el puerto de Bermeo y el veterano patrón del Nuevo Erreñezubi no descarta la posibilidad de volver a surcar las aguas del Golfo de Bizkaia para tratar de transmitir los secretos de la pesca de la anchoa a un joven patrón de la flota bermeana. El reciente nacimiento de su nieta Goretti le recordará el año en que desapareció el barco al que entregó su vida durante más de tres décadas.