ibero. Hay vidas dignas de ser conocidas, pero la prisa periodística, la actualidad más instantánea, en ocasiones nos deja huérfanas de ella. Este es el caso. Falleció el pasado 12 de octubre el remontista Jesús Tina Ruiz, conocido por todos como Ibero, y tan solo ha ocupado tres líneas en las crónicas de la prensa. La historia dice que se repite y, en este caso, así ha sido porque cuando abandonó la disciplina ocurrió lo mismo, después de haber ganado en dos ocasiones el campeonato de remonte.

Ha habido personas, incluso, que por medio de internet han denunciado a su modo este olvido. "Lamentable que ningún medio de comunicación se haya hecho eco del fallecimiento del que fuera gran remontista Ibero", lamentaba sentido Benjamín Lazkano. Los medios se han hecho eco, aunque por un crespón negro de luto en Oriamendi y poco más. Pero, ¿quién fue este prestigioso pelotari? "El pelotari de Ibero, de ahí su apodo, fue un gran remontista de los años 70 y destacaba por su fortaleza física y gran pegada", comunicaban desde Oriamendi. Precisamente, su intendente, Kike Elizalde, le ensalzaba ayer a DEIA, como una de las cuatro grandes estrellas de la modalidad de frontón junto a Raúl Jiménez, Lecumberri o Ayerbe. "Era un buen delantero, de los mejores. Yo he jugado contra él, a pesar de la diferencia de edad, y era muy fuerte, de mucha pegada y trabajador". Lazkano asintió lo citado por Elizalde. "Era un rubio poderoso, no muy habilidoso, pero muy trabajador. Muy de confianza para el público para que apostara por él. De entre los cuatro mejores delanteros de la época".

Natural de Ibero, como Tina, es Juan José Erburu, quien fuera durante 30 años juez de cancha del Euskal-Jai. Él es una de las personas que más ha escrito sobre la vida del remontista, si no es el que más. Erburu relata cómo Jesús nació en la casa de los Echenike. Fue hijo de Zacarías Antonio Tina, también de Ibero, y de Lorenza Ruiz, de Ororbia. Le bautizaron el 27 de octubre de 1940. Fue el cuarto hijo y único varón del matrimonio. Quedó huérfano de padre con tres años. La madre tuvo el apoyo del abuelo Agapito, famoso anticuario de la época y amante de los deportes de pelota. Tal es así, que el frontis de Ibero "fue edificado por su suegro Antonio Echenike, en el año 1883 y la pared izquierda por el propio Agapito", enfatiza Erburu quien dice que tras volver de sus estudios en Altsasu, se topó con Jesús hecho "un muchacho fuertote, rubio y muy trabajador que acompañaba a su abuelo en todo tipo de faenas, lo mismo cargando y descargando el camión de su propiedad, como cortando árboles y trasladándolos y limpiando alamedas".

Tina tenía pasión por la bicicleta. Tenía una con cambio de marchas Campagnolo que, en aquellos tiempos, "solo estaban al alcance de los corredores profesionales". Años más tarde, ya pelotari destacado, declaraba en una entrevista que su afición favorita había sido la bicicleta, con Eddy Merckx como ídolo.

Pero Jesús también iba en cuanto podía al frontón Euskal-Jai de Iruñea a ver remonte, donde labró amistad con el canchero. También jugaba a mano. "En el juego de mano nunca destacó por la fuerza, antes bien brillaba por la habilidad, todo lo contrario que sucedería en el remonte, donde sí por algo destacó, fue por su terrorífico golpe", analiza Erburu, un verdadero apasionado del remonte.

con dieciséis años Comenzó a ensayar en el frontón con dieciséis años. Primero iba en bici y más adelante en moto. En su comienzo ya empezó a destacar: jugó el campeonato navarro de aficionados en compañía del veterano Enciso llegando a la final, que perdió. En el año 1959 y en compañía de Lecumberri -nada que ver con la saga de los de Arre- llegó nuevamente a la final del campeonato obteniendo el trofeo de campeones.

Debutó en profesionales el 26 de junio de 1960. En esa década juega con figuras como Areso, Echenique, Arizcuren, Mateo... "Prueba palpable de sus progresos", mantiene su biógrafo. Más adelante, comenzó a alternar en el frontón Urumea de Donostia, "donde dejó grato recuerdo entre los aficionados por su juego y progresión". En el año 1964 toma una decisión arriesgada. Se ha producido el debut de muchos jugadores en el Euskal-Jai lo que origina un exceso de personal para el número de funciones a programar. Toma una decisión, abandona el Euskal-Jai y se enrola en el Recoletos, donde es bien recibido por lo que supone de inyección de sangre nueva en una plantilla muy veterana. Lo avala el mandamás del frontón Salsamendi III, que lo toma como pareja para enfrentarse con comodidad a sus adversarios. Permanecerá tres años hasta el cierre del frontón. Mientras cierra el Urumea en Donostia. Solo el Euskal-Jai se mantiene con una plantilla "mal pagada y rodeada de escándalos".

En esos años un hecho milagroso: aparece un empresario, Azkue, animoso pelotazale, que cree que el remonte es viable, que la especialidad tiene futuro y que apuesta por rehabilitarla. Decide, como mecenas, edificar el frontón de Galarreta, a seis kilómetros del centro urbano. Al mismo tiempo toma en arriendo el frontón de Vera de Bidasoa a donde traslada la plantilla del Urumea reanudando la actividad.

Ibero abandonó Madrid. El Galarreta se inauguró en 1970 y le llamaron para incorporarse a la plantilla. La empresa organizó un campeonato por parejas que llevaba años sin convocarse con Lecumberri y Ugarte como txapeldunes. Ibero se empareja con Erro, Raúl con Mateo y José Iriarte con Iñaki Ayerbe. Tras la liguilla la final fue: Pablo -Ugarte e Ibero-Erro. Ganaron Ibero y Erro por 40-38. Fue entonces cuando se hizo famosa la rima: "Si quieres ganar dinero apuesta por Ibero". Con él se demostraba, según los especialistas, que gana más la fuerza que la habilidad.

alejamiento temporal La Federación Guipuzcoana le alejó de las canchas durante un tiempo a causa de su "espíritu rebelde". No fue Ibero profeta en su tierra. Le trató de mejor forma la prensa foránea que la navarra. En los 80 irrumpieron nuevos pelotaris. Sufre una rotura de menisco que le tendrá inactivo durante seis meses, se repondrá, volverá a brillar, pero por poco tiempo. Sin embargo, en 1981 con Oraá, primer año que participaba, llega a la final del campeonato. La prensa se volcó con Ibero por su "derroche de facultades, ardor, ganas, ilusión, potencia, puestas en el lance". Pese a ello perdió. En 1981, llegó a otra final con Cestau. Volvió a ganar el título. Pasó los 44 años y a los 47 seguían contando con él pero bajado de categoría. Su orgullo se vio tocado y aunque le habían programado para Sanfermines, le acabaron borrando. Los medios de comunicación casi no se hicieron eco de su despedida en la sombra.