Bilbao. La imagen de Euskadi se ha construido a base de retazos de toda una paleta de tópicos: sociedad trabajadora, fuertemente politizada, conservadora en lo religioso y a la vanguardia de los derechos sociales. Pero, ¿cómo es la juventud vasca?, ¿cuáles son sus preocupaciones?, ¿cuál su sensibilidad e ideología?... La primera conclusión curiosa es que con la que está cayendo por la crisis, las y los jóvenes vascos anteponen su familia, la pareja o el buen sexo al éxito laboral y a ganar dinero. Por poco, la juventud tiene más apego a sus relaciones personales que a otras cuestiones, donde la política o la religión apenas tienen cabida. Además, la cuarta parte se considera de clase baja u obrera frente al 60% que se posiciona en la clase media y un 7% que se sitúa en la clase alta.

Así se desprende del Estudio retratos de Juventud 14 para el Plan de Convivencia elaborado por el Gobierno vasco, en el que se apunta que "desconfianza", "aburrimiento" e "indiferencia" son los sentimientos que despierta la política frente a una minoría que expresa interés (17%) o incluso compromiso (10%). De hecho, más de la mitad de los jóvenes encuestados nunca o rara vez hablan de cuestiones políticas ni en el ámbito familiar, ni de amistad, ni -y sobre todo- en el laboral o en los estudios. Hablan más de la cosa pública los guipuzcoanos y los agnósticos frente a los creyentes y los alaveses. Los vizcainos son, seguidos de cerca por guipuzcoanos y a más distancia por los alaveses, los jóvenes que más importancia le conceden a tener una vida sexual satisfactoria, que crece entre la franja de 22 a 29 años. En esto del sexo, la juventud vasca no se diferencia de la del resto de zonas del mundo, ellos le dan más importancia que ellas.

Otra de las conclusiones destacadas del reciente informe encargado por el Gobierno vasco está relacionada con la confianza interpersonal. Y es que seis de cada diez encuestados opinan que nunca se es lo suficientemente prudente. Sólo un tercio considera que se puede confiar en la mayoría de las personas. Y en esto también hay grados. En concreto, son algo más confiados en Gipuzkoa (39%) que en Araba (30%), y entre los dos estaría Bizkaia (33%). Y los creyentes no católicos son más desconfiados que el resto (72% opina que nunca se es lo bastante prudente, frente al 59% de media de todo el colectivo).

El estudio apunta que teniendo en cuenta la desconfianza interpersonal comentada, "no es extraño que aparezcan prejuicios sobre varios colectivos en términos de tolerancia vecinal". Pese a lo que en ocasiones la opinión pública suele trasladar, tener un inmigrante como vecino no es un problema para los jóvenes. De hecho es tras los homosexuales, el segundo colectivo que menos prejuicios suscita.

A la mayoría de los jóvenes no le gustaría tener a neonazis (62%) o a miembros de ETA (55%) en el vecindario, pero se observan también prejuicios en relación a los amenazados por ETA (51%) que parecen reflejar una actitud de evitar problemas, "producto de una ética social acomodaticia", reza el informe.

Los más tolerantes, en general, parecen ser las personas de entre 22-25 años con puntuaciones más bajas en intolerancia que el resto de los grupos de edad en 7 de los 12 colectivos analizados. Los católicos practicantes rechazan por encima de la media a los miembros de ETA (61%) y a los extremistas de izquierda (41%); mientras que rechazan menos a los militares (17%) y policías y guardias civiles (21%). Los no practicantes rechazan por encima de la media a los drogadictos (55%) y a los gitanos (48%); y los ateos a los militares (35%), policías y guardias civiles (34%). Por último, los creyentes de otras religiones rechazan por encima de la media a las prostitutas y gigolós (49%) y a los homosexuales (23%).

Actitud abierta Se puede decir que la juventud vasca es muy abierta en cuanto a comportamientos ligados a debates actuales, sobre todo el matrimonio entre personas del mismo sexo, y -con menor intensidad- el aborto, la eutanasia o la manipulación genética con fines terapéuticos. El estudio concluye que las actitudes "están más divididas" en torno a cuestiones como la enseñanza religiosa, fumar porros o el abuso del alcohol en lugares públicos. En último término, el rechazo más evidente se produce respecto de comportamientos antisociales como el uso de la violencia, robar, enfrentarse a la autoridad, hacer ruido por las noches, la pena de muerte y la infidelidad.

Las mujeres están menos de acuerdo que los hombres en cuanto a ciertos comportamientos: fumar porros (44% siempre o casi siempre de acuerdo, frente al 57% de los hombres), emborracharse en lugares públicos (41% frente a 54%), hacer trampas en los exámenes (26% frente a 36%), y hacer ruido por las noches (22% frente a 33%). En cambio, las mujeres están más de acuerdo con la enseñanza religiosa en las escuelas (41% frente a 31%). Los menores de 15 a 17 años son más reacios al aborto, la modificación genética o fumar porros, aunque son más favorables a hacer trampa en los exámenes. La tolerancia hacia el botellón o los porros crece en la franja de 18-21 años.