Bilbao. Su nombre es sinónimo de esperanza y, con un poco de suerte, de fortuna e ilusión sobre todo en la presente situación económica. Un hecho, el de la suerte, del que saben bastante los ciudadanos vascos que juegan a alguno de los distintos sorteos de la ONCE. No en vano, a pesar del bajón de ventas registrado el año pasado, el azar ha viajado en numerosas ocasiones hasta tierras vascas: en 2010 dejó casi 38 millones de euros y en el presente ejercicio son ya más de 41 millones los que se han quedado en Euskadi.

"En 2010 los ciudadanos de Euskadi que se acercaron a nuestros productos recibieron 37,9 millones de euros en premios de la ONCE; es decir, un 31% más que en 2009", detallaba ayer Basilio San Gabriel, delegado territorial de esta organización en la Comunidad Autónoma Vasca, al tiempo que cuantificaba en 56,7 millones de euros la cantidad ingresada en concepto de ventas durante el año pasado "lo que supone una rebaja del 8,35%". A pesar de ello, la ONCE y su Fundación han mantenido su carta de servicios sociales que ofrece a sus afiliados (más de tres mil quinientos), según explicaba, por su parte, Aitor González, presidente del Consejo Territorial de esta organización en Euskadi.

"Hemos preferido ajustarnos en los gastos generales antes de tocar las funciones sociales", apuntaba San Gabriel. Así, y gracias a este apretón de cinturón ha sido posible que proyectos de educación y formación hayan tenido continuación en el tiempo para 169 alumnas y alumnos ciegos o deficientes visuales "desde su más temprana edad hasta la universidad", además de la Formación Profesional y otro tipo de estudios reglados, completaba González, quien puntualizaba que en cada caso se ofrece una atención individualizada. Por último, destacó que durante el pasado año fueron adiestrados 133 perros guía con un coste por ejemplar de unos 40.000 euros.