Bilbao. "Participo en un curso de formación para perfeccionar mi competencia lingüística en inglés y no me están formando, es una pérdida de tiempo". Quién habla en estos términos es Joseba Argintxona, uno de tantos profesores que se han presentado voluntariamente al programa piloto de formación del profesorado en FP. El motivo que le ha impulsado a hacer pública esta realidad -"mi realidad"- ha sido la sensación de "vacío, indiferencia y falta de seriedad" con que la Administración ha respondido a su solicitud de revisar la metodología de estos cursos. Una formación que, en su opinión, no está diseñada con el fin de capacitar al profesorado para abordar sus clases en inglés, sino para repetir la dinámica de fotocopia y gramática que ha presidido la enseñanza de idiomas de este país durante décadas. Los resultados están a la vista.
Según los datos de Educación, de los 15.000 maestros de la escuela pública sólo 2.571 cuenta con algún título de inglés, excluyendo a los 727 profesores de Secundaria que imparten una lengua extranjera. Este profesor de FP se define como "defensor del planteamiento pedagógico de la enseñanza" que cree en el "multilingüismo y lo practico", y al que no le "interesan los prejuicios a favor o en contra del Marco de Educación Trilingüe (MET)". Que haberlos, los hay, como ha quedado de manifiesto el último año y medio.
Pretende que su experiencia espolee a otros compañeros que, como él, no están recibiendo la formación prometida "y que ahora se callan", con el fin de que se cree una masa crítica que haga que Educación vuelva a "repensar" el marco trilingüe. Y no, precisamente, para echarlo por tierra sino para construirlo sobre una base sólida que conduzca a un modelo de éxito similar al de otros países europeos.
Su testimonio desvela la falta de base de los cursos de formación del profesorado y por elevación del Marco de Educación Trilingüe que la consejera Isabel Celaá lanzó hace un año y en el que están involucrados 3.000 alumnos. El próximo curso serán 6.000. Y Educación pretende que el trilingüismo se generalice a todo el sistema educativo a partir del curso 2012-2013, es decir, a cerca de 350.000 estudiantes. La pregunta es ¿con los recursos humanos disponibles se va a garantizar que los estudiantes salgan de la escuela sabiendo correctamente inglés, euskera y castellano, además de matemáticas, literatura...?, más aún, ¿es factible que un docente con un nivel B2, equivalente PL1, imparta durante una hora Filosofía en inglés? El sentido común dice que no. Y este profesor lo tiene claro. "Si un profesor no aprende un inglés comunicativo que seduzca al alumno, no puedes pedir su condescendencia y menos pretender que siga la clase", afirma.
Ahí está la raíz del problema, la formación del profesorado. "Todo esto me lleva a pensar que las metodologías que están utilizando en la enseñanza de idiomas son lamentables, no buscan capacitar a la gente para comunicarse con fluidez sino como mucho a acceder a un título, pero ni siquiera eso", asevera Argintxona. Él acude a los cursos dos días a la semana 5 horas al día, pero no avanza. "La dinámica es a base de fotocopias, hablar poco y, ese poco, entre gente que no es competente en inglés", dice. "Lo que pido es una evaluación del método para instruir al profesorado y repensar de raíz esa metodología. En definitiva, asegurar que el profesorado realmente domine, al menos con cierta soltura, el inglés". Y es que, asegura, "no te puedes presentar en una clase titubeando y cometiendo dos errores en cada frase, que es lo que está pasando".
¿Y qué sucede cuando un profesor llama a la puerta Educación para plantear sus dudas? Este ha sido el penoso periplo de Argintxona: "Me he dirigido como último recurso al Ararteko, pero ha sido el final de un camino en el que sólo me he encontrado vacío y silencio". Primero se dirigió a su profesora de inglés, después a sus compañeros y a la institución que les ofertó la formación, luego a los técnicos de Lakua y, finalmente, se les convocó desde Lakua a una reunión a la que acudieron su jefe de estudios y él. "Básicamente, se nos vino a decir que había poco margen de maniobra porque estamos dentro una estructura gigante que tiene los recursos que tiene, y que, por tanto, aprovechásemos lo que tenemos". En última instancia envió un escrito a Celaá y "no he tenido respuesta suya", lamenta. Como en el superventas de Stephane Hessel, Indignaos!, la única salida que ha encontrado Argintxona ha sido recurrir a los medios y aplicar la máxima que propone este conocido alegato contra la indiferencia: resistir para crear.