"Ahora pienso que a mi hija me la quitaron"
Cinco mujeres indagan sobre el paradero de sus hijos y hermanos, que fueron dados por muertos
Bilbao
SIEMPRE tuvo el pálpito de que había pasado algo raro. "Me dijeron que la niña había muerto, pero nunca la vimos, ni tampoco la enterramos". Ahora que otras madres han exhumado sus peores presentimientos, las sospechas de María Galán Zazo se han reavivado. "Con todo esto que está saliendo, pienso, igual que todas, que a mi hija me la quitaron", desahoga su temor.
Desde su domicilio, en el bilbaino barrio de La Peña, María exuda la pena que le reconcome desde que aquel 3 de octubre de 1965 diera a luz en el hospital de Cruces. Fue un visto y no visto, pero juraría que su hija estaba perfecta. "Oí decir a una enfermera que no tenía pulso y a otra que le pusiera oxígeno. Me sacaron del paritorio y no vi más". Ni vio ni oyó porque nadie le informó de que su bebé había fallecido. "Adrián, creo que se nos ha muerto la niña", le dijo a su marido.
En la habitación tampoco les ofrecieron más explicaciones, tan solo una oportunidad de ver el cadáver que nunca llegó a materializarse. "Mis familiares estuvieron esperando dos horas y la enfermera no venía. No hicieron más que marcharse y se presentó. Le dije que mi marido vendría enseguida y me dijo: No es necesario porque, a fin de cuentas, es un feto. Y hasta hoy".
Eran otros tiempos, María apenas tenía 23 años y el verbo protestar ni se conjugaba. "No pregunté nada, como no lo esperaba... No es igual que ahora, que sé muchas cosas. Si hubiera sido más mayor...", se lamenta. Un año después tuvo otro hijo y, al siguiente, otro, que nació muerto. Esta vez su marido pudo ver el cuerpo y el hospital les llamó para que se hicieran cargo de él. "Mi suegro les preguntó que por qué no hicieron lo mismo con la niña y le dijeron que se actuaba siempre igual. Entonces mi suegra dijo: Madre mía, me han quitado a la niña. Lleva 45 años diciéndolo", cuenta Mari Mar Arce, la nuera.
A sus 68 años, María sigue sin saber de qué murió su pequeña ni dónde le dieron sepultura. "En el legajo de aborto viene que el cuerpo fue enterrado en el cementerio de Barakaldo, pero allí me han dado la hoja y no aparece", explica Mari Mar, a quien tampoco le encaja que el hospital se hiciera cargo del cadáver "teniendo mi suegra mutua como tenía". Personal que trabajó en Cruces en la época recuerda que los neonatos fallecidos antes de 24 horas con menos de 500 gramos de peso eran incinerados en el hospital. El resto "eran remitidos a la familia porque requerían funeraria y seguro". Las mismas fuentes señalan que, a diferencia de ahora, "a veces se aconsejaba a los padres no ver el cuerpo" porque estaba en mal estado, si bien normalmente se les ofrecía esa posibilidad. Asimismo consideran que, dada la cantidad de personas que trabajaban en partos, habría sido "muy difícil" cometer "actos ilegales".
Consciente de que es "muy complicado", María no pierde la esperanza de poder arrancarse esa dolorosa espina. "Busco para saber lo que pasó. Nada más", musita. Su nuera lo confirma. "Ella siempre ha tenido la esperanza de que alguien la buscara. Muchas veces va por la calle y mira las caras. Fíjate que son 45 años y ha tenido siete hijos en total, pero esa es la que le falta".
María Josefa> Barakaldo
"Nació con tanta vida y al de dos horas me dicen que ha muerto"
"La niña estaba bien". Han pasado 35 años y María Josefa sigue dándole vueltas al mismo tormento. "He vivido siempre con la incertidumbre de qué pudo pasar. Nació con tanta vida y a las dos horas me dicen que ha muerto. Yo pensaba que algún fallo de ellos había habido o algo, porque no era normal", explica esta vecina de Barakaldo.
Con la herida más abierta que nunca, María Josefa recuerda cómo el 8 de agosto de 1975 dio a luz en Cruces a su primogénita. "Me la pusieron encima de la cama llorando. Hasta las enfermeras dijeron que vaya fuerza y genio que traía". Después se la llevaron para que la reconociera el pediatra y nunca más volvió. Ni siquiera su padre la vio con vida. "A las dos horas le llamaron a mi marido, se lo dijeron y le enseñaron a un bebé muerto, pero, claro, él no la conocía. Más tarde vinieron mis padres y ya no se la dejaron ver. Al día siguiente un señor con traje oscuro dijo que se encargaba del entierro".
La historia se repite. No hubo explicaciones, pero tampoco preguntas. "En ese momento estábamos mal". Lo que si pidió María Josefa es el resultado de la autopsia que le iban a practicar a su hija. "Viendo que no nos mandaban nada, en diciembre me pasé por Cruces. Fui a partos, se lo comenté a un médico, entró, salió y, sin ningún documento ni nada, me dijo que era una muerte natural, como un edema pulmonar. Y así se quedó la cosa". Así se quedó hasta que, "al oír todos estos casos, digo: Si es mi historia puesta en boca de otras".
Marta Rodríguez > Barakaldo
"Les enseñaron una momia a la que solo se le veían los ojitos"
En su familia siempre han especulado sobre si su hermano estaría muerto de verdad y la duda, a juzgar por lo que cuenta Marta Rodríguez, es más que comprensible. Nacido en una clínica privada de Bilbao el 5 de diciembre de 1977, el bebé fue trasladado por indicación de un pediatra al hospital de Cruces, donde quedó ingresado. "A mi padre y mi abuela les dijeron que al día siguiente ya les darían noticias. Cuando volvieron, a las nueve de la mañana, les dijeron que había fallecido". Pese a que les disuadieron de ver el cuerpo "porque era muy traumático", la abuela insistió. "Le enseñaron una momia, a la que solo se le veían los ojitos". Imposible de reconocer. Acto seguido, "les dijeron que no se preocuparan porque, al ser de menos de 24 horas, se hacía cargo el hospital del entierro y de todo. No sé si por ignorancia o porque todavía le tenían que dar la noticia a mi madre, se marcharon sin ningún papel", relata Marta.
Ahora que ella los está recopilando, las cosas no le cuadran. "Según el parte de defunción, mi hermano murió a las cinco de la madrugada. ¿Por qué no les avisaron? ¿Por qué lo vendaron antes de que lo vieran? No sabemos si está muerto, igual lo estaba, pero hicieron cosas muy extrañas. Dime si no sospecharías tú que algo pasa con tu bebé".
Palmi Fernández > Sestao
"Mi madre lleva viviendo un duelo desde hace 52 años"
Cuando a su madre le tocan el tema, "se rompe, se viene abajo". Por eso Palmi Fernández le presta la voz. "Son muchas emociones. Cabe la posibilidad de que encuentre a su hijo y piensa: igual está estupendamente y le jorobo la vida". Pero no puede por menos que buscar. Para que sepa, en caso de que esté vivo, que "no lo abandonó".
Nacido en Santurtzi, en noviembre de 1958, unos días antes de lo previsto, el pequeño fue trasladado a Pro-cardiacos de Bilbao. "Un día después mi padre fue y no se lo dejaron ver y, al día siguiente, cuando llegó, estaba muerto y enterrado. Y mi padre, encima, dio las gracias. Dijo: Jo, qué amables, que se han preocupado de todo", explica Palmi.
A su madre, sin embargo, la versión médica no le convenció. "Mi madre siempre ha dicho que ese niño se lo quitaron porque ella lo vio y lo vistió. Me decía el otro día: Tú eras supermenudita y has salido adelante. Él tenía muchas más posibilidades que tú. Ella ha tenido siete hijos, sabe lo que es un niño enfermo", subraya.
Tras constatar errores en la documentación -"en el certificado de defunción no figuran los datos del médico y aparecen varias fechas de enterramiento distintas"-, Palmi insiste en que es "muy duro". "Es un duelo que lleva viviendo mi madre 52 años, es tremendo. Cuando te lo cuenta, te derrumbas".
Ainhoa Echart > Donostia
"No sabemos si mi hermana está enterrada, si está viva o muerta"
Su padre jamás hablaba del tema y su madre se limitaba a decir que una de las gemelas había nacido sin vida. "Decía que ella había visto un cuerpo arrugado y morado y no contaba más. Era tabú". Pese al escueto relato, a Ainhoa Echart le resulta muy extraño que Lorena, que es como iban a llamar a su hermana, llevara quince días muerta en el seno materno, tal y como le dijeron a su madre en la residencia de Nuestra Señora de Aranzazu de Donostia, donde el 4 de noviembre de 1974 dio a luz. "Si llevaba quince días muerta dentro, mi madre habría tenido una infección", comenta. Tampoco se explica que no le entregaran el cadáver. "Mi madre era una gallina clueca y no habría abandonado un cuerpo de un hijo, que a saber dónde está, porque no sabemos si está enterrada, si está viva o está muerta".
Animada por la existencia de casos similares, Ainhoa busca respuestas. "¿Y si Lorena está viva? ¿Y si la han robado?". Una vez resuelva sus dudas, si procede, actuará. "Si hay ilegalidades, lo denunciaré. No voy a dejarlo así. Que roben una criatura no tiene perdón de Dios".
Más en Sociedad
-
Bruselas da un paso más para facilitar la devolución de migrantes
-
Este es el modelo de IA para prevenir y combatir los incendios forestales provocados por rayos
-
El obispo Reig Pla asocia la discapacidad con "el pecado" y el "desorden de la naturaleza"
-
Condenan a dos años de cárcel a una profesora por vejar a alumnos de 5 años con discapacidad