Entre los municipios de Galdakao y Lezama, rodeado de los montes Ganguren y Artxanda, se encuentra Elorritxueta, también conocido popularmente como El Vivero, debido al nombre que se le atribuyó a la carretera BI-3732 que atraviesa esa zona. El Vivero, es una de las muchas áreas de descanso que permiten a los vizcainos disfrutar de una tranquila jornada al aire libre mientras degustan suculentas parrilladas junto a familiares y amigos.

Lo que hace tan transitado al parador de Elorritxueta son sus buenas equipaciones, ya que todos los fines de semana se llena de gente que busca alejarse de la gran urbe del botxo y sus alrededores, para mantener el contacto con la naturaleza y practicar deporte. En el aspecto recreativo, cuenta con unas instalaciones muy completas que no dejan indiferente a nadie. Tiene 112 mesas, bancos, asadores, fuentes, un bar, parking, juegos infantiles, un campo de futbito, otro de tenis, frontón, bolera y pista de patinaje. Además de la belleza natural del lugar, en el que abunda un inmenso paraje arbolado que cubre el recinto y sirve para refugiarse del sol, está el aliciente de poder disfrutar de los senderos que albergan los restos del Cinturón de Hierro de Bilbao, zona estratégica para la defensa militar de la villa durante la Guerra Civil española.

Por otra parte, uno de los aspectos más criticados del recinto por parte de algunas personas que lo frecuentan habitualmente, es el pésimo estado de los baños públicos, y la falta de contenedores de basura para apilar los restos de la comida que muchas veces acaban en una esquina del parking. Por contra, otros usuarios avalan las mejoras que se han producido en las instalaciones debido a que el año pasado el Departamento de Agricultura de la Diputación invirtió 1,3 millones de euros en la gestión de las áreas recreativas distribuidas en montes y bosques del territorio, además de las respectivas labores de mantenimiento, reposición de mobiliario y limpieza.

Para conocer de primera mano esta distinta alternativa de ocio para las jornadas de verano, DEIA ha hablado con algunos usuarios de El Vivero.

Jubilados habituales de el vivero

Treinta años no es nada

Félix Salaices, Victorino Cisneros, Esperanza González, Carmen Camino, Maribel Bárcena y Emeterio Simón son una cuadrilla de jubilados que llevan "treinta años viniendo" a El Vivero y ahora su ocupación les permite acudir "entre semana y también los fines de semana. Pasamos muchos días aquí", afirman. Entre aperitivo y aperitivo, disfrutan de una partida de cartas y comentan sus impresiones sobre el recinto. "Los váteres públicos están de pena, en cambio, los del bar están muy bien", señala Félix Salaices. Respecto a las dificultades para obtener sitio en el que ponerse, señalan que "julio es el mes más complicado y en agosto, los fines de semana, se llena bastante". Sin duda, agradecen poder contar con un espacio al aire libre donde estar tranquilos y disfrutar de "un buen vino y buena comida" mientras pasan la tarde.

Ángel León, junto a su familia

Planes muy variopintos

Ángel León y su familia suelen repartir el fin de semana entre diferentes actividades para no quedarse en casa y que les cundan los días de descanso. "El sábado solemos ir a la playa y el domingo, al monte", reconocen. "Otros días quedamos con un grupo de amigos y preparamos una paella grande", añaden.

Claudia, Ángela y su familia

Un regreso feliz

Después de "un año" sin acudir a este recinto, Claudia y Ángela, se han llevado "una grata sorpresa" por el estado del merendero, del que destacan su limpieza y sus infraestructuras. "Está más limpio y mejor cuidado que el año pasado", confiesan mientras degustan la carne recién hecha. "Venimos cargados de todo tipo de provisiones", concluyen.

Santiago González

Los secretos de la parrilla

Dicen que la experiencia es un grado, y visto lo visto, así es. A Santiago González le acompaña su familia en lo que ya se ha convertido prácticamente en una rutina. "Venimos habitualmente los domingos, y me acompaña siempre la familia", indica González que explica que el principal objetivo de pasar el día en El Vivero es disfrutar del proceso. "Me gusta cocinar en la parrilla y pasar un buen rato mientras lo hago", señala. Sin duda, a tenor del olor de la morcilla y los chorizos, su familia también disfruta mucho de la experiencia.

Eneko Antolín, cocinero oficial

Uno para todos

A Eneko Antolín le ha tocado alimentar con su destreza en las brasas, a tres familias que esperan bajo una carpa blanca el turno para hincarle el diente a una deliciosa paella. "Nos hemos juntado todos y vamos a hacer varias paellas", describe uno de los familiares. Eneko, que además tiene que lidiar con la impaciencia gastronómica de los niños, ha quedado satisfecho porque no ha hecho falta fregar la paellera. Como única queja, y no precisamente para el cocinero, la familia de Eneko lamenta que "los servicios públicos están muy mal, porque están un poco descuidados".

Felipe Santamaría

La familia ante todo, unida

Entre la densidad de los pinos se vislumbra una de las mesas más numerosas de todo el recinto. En ella, se sitúan unas treinta personas de la familia de Felipe Santamaría que se han juntado en una visita que para ellos es "habitual los domingos". Aposentar a tanta gente no ha sido tarea fácil, y Felipe Santamaría revela su preparación. "Ha tocado madrugar y algunos están aquí desde las nueve de la mañana. Por un lado están los comensales en dos mesas, y los cocineros cuidan de la comida en la parrilla", describe.

familia reguilón y amigos

La experiencia es un grado

La familia Reguilón aguarda en la mesa a que Isidro García y los hermanos Aitor y José Reguilón lleven a buen puerto su tarea con las brasas, mientras Vidal y Dani Reguilón parten la leña con un estilo que nada tiene que envidiar al de los aizkolaris profesionales. Además, cuentan que van "dos o tres veces al año" y aunque son adultos, la amatxu les vigila de cerca para que la receta se cumpla a la perfección. "Me van a dejar sin comer a este paso", indica mientras le arrebata la cuchara a José Reguilón.

Conchita arasa y Joan Ridao

Lecciones desde Catalunya

Los catalanes Conchita Arasa y Joan Ridao han venido a visitar a sus hijos, y de paso, han aprovechado para pasar la tarde comiendo con ellos al aire libre. Entre las habituales parrillas, destaca un ingrediente sobre el que ponen mucho empeño durante su preparación. "Ahora estamos haciendo el alioli para la comida", indican mientras se conjuntan para mezclar la salsa en el mortero.

Familia Gutiérrez

Habituales de las parrillas

La familia Gutiérrez la componen siete personas que reconocen no ser habituales de El Vivero pero que les gusta mucho el sitio y acudir a "asar" la comida. "Solemos cambiar de lugar cada fin de semana. Además, aquí para coger sitio en la parrilla hay que madrugar mucho", se resignan.