He ahí, entreabierta, la puerta que tanto tiempo estuvo cerrada bajo siete candados. Quiere decirse que la sociedad arrinconó durante años -aún hoy lo hace en menor medida...- a la gente afectada por el Síndrome de Down o con discapacidades intelectuales, hombres y mujeres con los cromosomas alborotados, una sensibilidad extraordinaria y una tenacidad a prueba de bombas. Nunca ha sido sencillo -no lo es aún hoy...- encontrarles plaza en una sociedad recelosa, temerosa siempre de lo que entiende por diferencia cuando no lo es, no tiene porqué serlo.

Es por ello que merece el más cálido y sonoro de los aplausos el Programa de Inserción Laboral, LAN que hoy dirige Resu Casanova y que fue puesto en marcha hace ahora quince años por la Fundación Síndrome de Down del País Vasco que preside Joseba Aginaga. No se trata de encontrar un hueco en los corazones de las empresas sensibles sino de hallar habilidades en las que una persona Down sea capaz de desenvolverse con la soltura de un cualquiera. Al fin y al cabo lo son y el programa busca para ellos empleos ordinarios, oficios de día a día. No es fácil. El recelo, la sospecha sobre sus capacidades, es un cuervo negro que planea aún demasiado bajo, demasiado cerca...

Con una puesta en escena muy sencilla la Fundación quiso ayer mostrar su agradecimiento a todas aquellas empresas y entidades que les han echado una mano a lo largo de todos estos años. Tuvo lugar en el Aula de Cultura de la BBK, donde Begoña Ortuondo, responsable de Relaciones con Entidades Sociales de BBK Obra Social, ejerció de perfecta anfitriona. Allí se dieron cita el diputado de Acción Social, Juan Mari Aburto, Juan Carlos Ercoreca, Fuencisla y Cristina Aldámiz, Lucía Orbea Pilar Grados, María Jesús Idigoras, el doctor Pedro López Zalduendo, Álvaro Bikandi. Juan Carlos Aranguren, Piti Arenas, Nereza Zayas, Sabin Zubiri, Idoia Murga, José María Azkarate, Javier Domínguez, José Luis Ruiz, Miguel Cuadrado. Félix Urzelai, Begoña Martín, José María Idigoras, María Teresa García, Yolanda Mendiluze, Javier Ortuzar, Itziar Merodio, Fernando Velasco, Izaskun Murgialdai, Ander Muguruza y un sinfín de representantes de instituciones y empresas que dieron al interruptor y ¡oh milagro! vieron la luz prodigiosa de esta gente. Ellos merecen también la ovación y el reconocimiento. Por la compañía, por el apoyo, por su fe en el ser humano.

Pero por encima de todo están las personas afectadas, los hombres y mujeres que contra viento y marea se fajan por llevar una vida corriente. Los números, con ser buenos, sonrojan. En quince años la Fundación ha conseguido 25 puestos de trabajo; escaso equipaje para un viaje tan audaz. Da igual, ahí están Raúl Araujo, Lucía Aristegi, Iñaki Mena, Iñigo de la Peña, Izaskun Sillero, Maite Onaindia, Lucía Vicente y Koldo Andrés, integrantes, estos tres últimos, de la agrupación Entzun Gure Nahia. Ahí están, dispuestos a demostrar que quieren comerse la vida. Como tú o como yo.