Carlos García Adanero está como siempre: sonriente, de buen humor, tranquilo. Y eso que acaba de pasar uno de los peores meses de su vida. Acude a la cita acompañado por su mujer, con la que acaba de hacer un recado por Iruñea. Bromas y chascarrillos durante las fotos. Ambiente relajado. De camino a la cafetería donde se hace la entrevista le paran tres veces: un hombrico mayor, un matrimonio, un chaval joven que sale de un coche. Personas anónimas que se acercan con respeto, le estrechan la mano y le dicen: ánimo, Carlos, que estamos contigo. Le acaban de echar del partido donde ha militado toda su vida porque le ha llevado la contraria al presidente, Javier Esparza, que ordenó a sus diputados convalidar la reforma laboral de Sánchez sin dar más explicaciones. Adanero se negó. Y ahora, junto con Sergio Sayas, está fuera el partido, tras varias semanas “tremendas”. Por si fuera poco, en febrero le detectaron una dolencia grave por la que tuvieron que operarle de urgencia. Ha salido todo bien, por suerte. Está con fuerzas.

¿Cómo ha sido este mes y medio?

—Pues parece que ha pasado un mundo. ¿Le digo la verdad? Ha sido tremendo y no se lo deseo a nadie. Pero bueno, es lo que me ha tocado vivir.

¿Ha sido el mes más complicado de su trayectoria política?

—Siempre lo más duro es cuando matan a alguien, cuando ETA te ha matado a alguien. Pero desde el punto de vista de lo que es política sí, el más duro.

¿Por qué se ha llegado a esta situación?

—Porque se nos ocultó que había un pacto con el PSOE. Se ocultó en la rueda de prensa de la víspera, donde hubo periodistas que preguntaron y a los que se les ocultó el acuerdo. Te dicen que tienes que votar algo que no se corresponde con lo que se había hablado y al mismo tiempo resulta que el diputado socialista por Navarra sabe de ese acuerdo y tú, que eres el que tiene que darle al botón, no sabes nada. Hombre, pues eso es intolerable.

¿Fue la gota que colmó el vaso?

—Yo no soy un autómata. Tú piensas y, lógicamente, tienes que mantener una coherencia.

¿Había malestar previo?

—El miércoles me llama la secretaria general del partido (Yolanda Ibáñez) y me dice que hay que votar que sí. Pido explicaciones y no se me dan, y yo digo que sin explicaciones no se puede votar que sí. Me remite a que me llamará el presidente.

Y el presidente no le llama.

—Esa llamada nunca se produce.

¿Este funcionamiento es normal?

—A mí, en todos los años que llevo, con Alli, con Sanz, con Barcina, y con Esparza hasta entonces, no me había pasado nunca.

¿Se sintieron humillados?

—Cuando te pasa lo sientes como un desprecio absoluto. Pero es que forma parte de una estrategia.

¿Y esa estrategia cuál es?

—Una estrategia clara de limitar nuestra acción política. Cuando tú estás haciendo una oposición tan dura al sanchismo y lo que pretende la dirección de tu partido es pactar con el sanchismo, obviamente sobras.

¿Por qué quiere Esparza limitar esa acción política?

—Porque eres un obstáculo para pactar con el sanchismo.

¿La estrategia de Esparza es acercarse al PSOE?

—Sí, pero es acercarse al PSOE sin que el PSOE haya vuelto de la línea roja que ha cruzado. El PSOE dice: apóyame aquí, que lo necesito, pero el resto del tiempo voy a seguir con ERC y EH Bildu, ¿eh? Entonces vas y le haces de muleta. A ver, que tú no puedes blanquear al blanqueador. En este país sabemos una cosa: Sánchez engaña a todos. Si tú pactas con Sánchez, te está engañando. ¡Pero la culpa ya la tienes tú, porque que se dedica a engañar ya lo sabemos todos! Es una estrategia que yo para nada comparto, pero de la que además no se me ha hecho partícipe.

¿Cree que la estrategia de UPN de acercarse al PSN está superada por la realidad?

—Se nos reprocha que hemos pactado muchas veces con el PSOE en el pasado, pero es que no tiene nada que ver. Entonces existía una línea roja: no pactar con Bildu. Cuando se traspasa esa línea, tú lo que tienes que conformar es una alternativa. Lo contrario es ser la muleta, el bastón para cuando Bildu decide levantarse de la mesa. Entonces llegas tú, te dejan sentarte un ratico en la mesa y cuando Bildu vuelve de su paseo, te sales. Nosotros no podemos ser eso; nosotros tenemos que ser la alternativa a eso.

¿Esparza no piensa lo mismo?

—Yo creo que se ve incapaz de ser alternativa. Pero es que lo que tienes que hacer es ilusionar a la gente para ser alternativa.

¿Qué hubiese pasado si tumban la reforma laboral?

—Tras la votación sufrimos una campaña tremenda de desprestigio. Fue curioso que el PSOE salió en tromba a apoyar a la dirección de UPN, lo cual a mí me preocuparía, pero entiendo que estén encantados de la vida. Si la llegamos a tumbar igual tendríamos que andar mirando todo el rato a los coches al cruzar una calle. Pero en cualquier caso nuestro voto era ser coherentes.

Les acusaron de tener un pacto con el PP y con Vox.

—Es un ejemplo más de la campaña de desprestigio que se montó por parte de quien quiere ocultar su propia incompetencia y no entiende qué es la coherencia.

¿Ustedes llevaban en Madrid una oposición al margen de UPN?

—A mí nadie me ha dicho que no se podía ser tan crítico con el sanchismo. Me lo han dicho después.

¿Ha usado Esparza al partido para su estrategia personal?

—Él puede decir que el 80% del Consejo Político le respalda, pero la estrategia de apoyar al sanchismo no fue debatida ampliamente en los órganos del partido. Tras la votación, se ha querido comparar esta situación con la de 2008 (cuando Cervera votó contra el criterio de la dirección). Pero es que no tiene nada que ver. Que se consulte la hemeroteca y sea vea el debate previo que hubo. Aquí no hubo nada de eso, solo una ocultación del acuerdo. Hemos visto a Maya pedir perdón por no cumplir el acuerdo, ¿pero qué acuerdo? ¿Pero qué palabra dada si el miércoles por la noche ocultas que hay un acuerdo?

¿Pensaron que les podían echar?

—En ningún momento. Es que nunca se ha echado a nadie por votar diferente. Sánchez no hizo ni caso a su partido cuando votó que no a la investidura de Rajoy. Y me parece una votación más importante...

Pero sí que eran conscientes de la repercusión que podía tener esto.

—Es que después de todo me quedo con la sensación de que había unas ganas tremendas de expulsarnos. Eso es lo que me hizo sentirme mal, y a la vez me encendió todas las alarmas: ¿Pero ese odio me tenéis que me queréis expulsar por hacer esto?

¿Le sorprendió?

—Hombre, es muy llamativo. Se vio que Esparza tenía un interés tremendo en expulsarnos. Incluso creo que le dijeron al PSOE: no os preocupéis, que estos dos están expulsados.

¿En serio?

—Sí, sí, estoy convencidísimo, vaya. Si no, es incomprensible. Y bueno, las ganas que él mismo tenía de expulsarnos.

Son dos personas muy conocidas en tiempos en los que no sobra precisamente talento.

—Pues a la vista está de que a UPN sí le sobra el talento, ¿no?

Esparza convocó a los órganos del partido para reforzarse. ¿Es síntoma de debilidad?

—Es evidente que intentó hacerse fuerte en un terreno que controla. Pero yo sobre todo he notado su debilidad en el insulto, en sus declaraciones, en ese intento de desprestigio personal. A mí me conoce todo el mundo: yo creo que no he insultado nunca a nadie, a ningún rival político. Cuando insultas es que no tienes ni medio argumento para defender tu posición.

¿Le sorprendió ver que casi el 20% del Consejo Político no apoyó explícitamente a Esparza?

—Me pareció mucha gente. Hubo quien me llamó, para apoyarme. Yo les dije: mira, van a por nosotros, nos van a fusilar al amanecer, así que tú haz tu vida. Soy de los que piensa que tú eres tú y tus circunstancias. Se lo agradezco mucho, pero no le voy a pedir a nadie que se inmole por mí. No me parece bien, vaya.

¿Fue un síntoma de que dentro del partido pasa algo?

—Donde más he visto que pasa algo es en la calle. En los partidos tienes un grupo importante que son los cargos, luego un grupo un poquito más amplio que son los afiliados, que son muy activos. Y luego están los miles de votantes. Conforme la pirámide se va ensanchando, el apoyo que he recibido es mayor.

¿Se quedó triste al ver el final del proceso?

—He sentido toda la tristeza del mundo desde el primer momento, desde que pidieron mi expulsión. Sentí que había un odio enlatado que explotó contra mí. Me sentí hasta mal porque me decía a mí mismo: ¿dónde estabas que no fuiste capaz de ver esto? De verdad, ¿me odiabais tanto?

Les expulsan y han puesto en marcha una plataforma. ¿Por qué?

—Porque el apoyo ciudadano en Navarra es inmenso y pensamos: esto hay que canalizarlo de alguna forma.

¿Esto también le ha sorprendido?

—Sí, totalmente. Por la cantidad de gente y por el tipo de gente, porque me han parado en los sitios más insospechados. Muchos chavales jóvenes. Hemos hablado muchas veces del desenganche, ¿verdad? Pues con esto he visto enganche, ilusión, gente con ganas de votar.

¿Políticamente, percibe un espacio?

—Sí. En el momento en el que pasas a ser la muleta del PSOE, todo ese espacio de la alternativa lo dejas abierto. Y ese espacio es tremendo. Espacio que no ocupas tú, lo ocupa otro.

¿Ven ese espacio tanto en Nafarroa como en España?

—Lo veo aquí en Navarra, porque el PP en España no está diciendo: voy a ser la muleta de Sánchez. Salvo en algún gran pacto que casi te obliga la Constitución, el PP quiere ser la alternativa. Y además, que si él no lo fuera ese espacio lo ocuparía Vox.

Les han criticado que montan la plataforma por puro interés personal, para seguir en la política.

—Para mí, para mantenerme, lo más cómodo hubiese sido votar a favor. Yo voto a favor, digo que es una decisión de mi partido y punto. Mi vida sería hoy mucho más sencilla, que no lo dude nadie.

¿Qué aspira a ser esta plataforma?

—Es que hace un mes no pensábamos que nos iban a expulsar, así que está siendo paso a paso, ver venir, como se dice. Hemos ido actuando conforme hemos visto el apoyo. Al margen de que yo quisiera montar o no un partido, es evidente que el hueco político está ahí. Si no lo ocupas tú, lo ocupará otro.

¿Cómo definimos el hueco

—Un hueco en el centro derecha de alguien que tiene la ilusión, las ganas y en su momento el programa para cambiar el gobierno pentapartito, ser alternativa de verdad y no aspirar a ser un socio del sanchismo.

¿Cómo se van a llamar?

—Todavía ni lo sabemos. Hemos empezado los trámites administrativos para registrarnos.

Pero los trámites para qué, ¿para montar un partido?

—No es ni un partido ni una asociación, es una figura que se llama plataforma.

¿Pero es una plataforma electoral, te permite presentarte a las elecciones?

—No, no, esta plataforma como tal no te permitiría presentarte a las elecciones. Si te quisieras presentar, tendrías que buscar otras fórmulas.

¿Con qué medios cuentan?

—Medios económicos no tenemos y salvo la gente que nos apoya, no tenemos otra cosa.

¿Pueden usar el dinero de los escaños para financiar su proyecto?

—No. El dinero del grupo mixto es para el funcionamiento del grupo. En ningún caso podemos usar ese dinero para nada de esta plataforma.

¿Entre esas mil personas que les apoyan, hay gente de la política?

—Sí, hay gente. Pero, lógicamente, yo hasta que ellos mismos no digan nada, yo tampoco lo voy a desvelar.

¿Ha influido el clima político de Madrid, del Congreso, donde son muy conocidos, en todo esto?

—Eso se quiere usar mucho como un ataque. Yo paso más tiempo en Pamplona, que es donde vivo, que en Madrid. Y sí que desde que estoy en el Congreso me para más gente. Pero vamos, todos me paran aquí y son de aquí.

“UPN no puede ser la muleta de Sánchez, no puede ser quien le apoye cuando Bildu se les levanta de la mesa”

“Maya pidió perdón por no cumplir el acuerdo. ¿Pero qué acuerdo, qué palabra dada si el miércoles se ocultó todo?”

“La debilidad de Esparza la he notado sobre todo en sus insultos, en ese odio enlatado que ha estallado contra mí”

“Si renuncias a ser la alternativa, vas a dejar un hueco enorme que, si no ocupas tú, lo ocupará otro”