Los astros se han alineado para que PNV y PSE pulvericen sus propias marcas y alcancen un acuerdo más rápido que el logrado en 2016, en la anterior investidura de Iñigo Urkullu como lehendakari. La fecha del pleno parlamentario, previsto para el 3 de septiembre, y la necesidad de que el PSE someta antes a consulta este acuerdo entre la militancia (algo que no era necesario hace cuatro años), aboca a ambos partidos a encarrilar el pacto sobre el programa en el transcurso de esta semana, y liquidar la fórmula de gobierno en la siguiente. Este calendario propiciaría que las negociaciones estuvieran cerradas antes del 28 de agosto, el plazo límite para presentar la candidatura de Urkullu al pleno de investidura. Por tanto, quedarían cerradas no ya antes de la investidura, sino antes de que acabe el plazo para registrar aspirantes. En 2016, se llegó prácticamente sobre la bocina a la votación, con el anuncio de un preacuerdo un domingo, cuando la investidura arrancaba un miércoles.El PNV es el partido que lleva la iniciativa por haber ganado las elecciones, es el que fija la metodología y los plazos, y ya ha señalado públicamente su preferencia por acabar antes del 28 de agosto, el límite para registrar aspirantes. Desde el PSE comparten los plazos y la necesidad de no dilatar la formación de un nuevo gobierno que tendrá que enfrentarse a la segunda oleada del coronavirus. Creen que se llegará con “más margen” a la investidura.

Si todo marcha según lo previsto, estos plazos supondrían que ambos partidos llegaran con holgura a la sesión de investidura. En 2016, las ejecutivas alcanzaron un acuerdo el domingo 20 de noviembre, el lunes lo refrendaron el comité socialista y la asamblea nacional jeltzale, el martes se produjo la firma, y el miércoles ya arrancó la investidura, aunque Urkullu tuvo que esperar a ser proclamado en segunda votación por mayoría simple el jueves.

Ahora se está trabajando con la idea de despejar el programa esta semana, y solucionar la fórmula de gobierno en la siguiente, de manera que se llegara con margen a la semana de la investidura, que arranca el lunes 31 de agosto y culminaría con el pleno del jueves. Urkullu, además, será investido en primera votación si el acuerdo prospera, porque PNV y PSE desbordan con 41 escaños la mayoría absoluta. Estos plazos vienen propiciados también por la necesidad de que los socialistas sometan el acuerdo a consulta entre la militancia aunque, como ya informó este periódico, se calcula que se puede resolver en dos o tres días, y ser presencial o telemática, de manera que no supondrá una alteración en los plazos previstos. Lo sucedido con la consulta sobre el acuerdo en las diputaciones y los ayuntamientos en 2019 puede dar un plazo orientativo. El pacto se alcanzó un lunes, y el resultado de la consulta estaba listo un jueves por la noche. La consulta es la novedad del proceso, y a ella se le suma la habitual ratificación en la asamblea nacional del PNV. La ausencia de noticias sobre el contenido del pacto hasta la fecha entraba dentro de lo previsto por el calendario de la negociación, y desde el PSE señalan que se está buscando dejar amarrado al máximo el programa para evitar discrepancias que desestabilicen al gobierno,

formación de gobierno

Tras la investidura, se espera que Urkullu jure el cargo el 5 de septiembre en la Casa de Juntas de Gernika. El lunes 7, los consejeros tomarían posesión del cargo, y el martes tendría lugar el primer Consejo de Gobierno del nuevo equipo. La idea es arrancar cuanto antes para afrontar la pandemia y sus consecuencias sobre el empleo y el curso escolar, que es todavía una incógnita. Todo apunta a un gobierno conjunto.

Sobre la bocina. PNV y PSE alcanzaron un preacuerdo el domingo 20 de noviembre hace cuatro años. El lunes lo refrendaron el comité socialista y la asamblea nacional jeltzale, y el martes se produjo la firma. El miércoles arrancaba el pleno de investidura de Urkullu quien, sin embargo, tuvo que esperar hasta la segunda votación para ser proclamado por mayoría simple como lehendakari. Ahora, si todo marcha según lo previsto, afronta su tercer mandato en el Gobierno vasco.