Ortuzar recibe a DEIA en su despacho en Sabin Etxea, repleta de flechas en el suelo para indicar los carriles y adaptarse al coronavirus.El PNV lleva en su lema que "saldremos" de esta crisis pero, ¿con qué receta, si el PIB caerá un 8,7%?

—Euskadi tiene futuro y tenemos que reconquistarlo. Habíamos situado el paro por debajo del 10%, y esta pandemia nos ha hecho retroceder posiciones. Hay una fórmula que es viable para Euskadi: un ambicioso plan de endeudamiento para poner en marcha los sectores productivos y que no haya merma en los servicios públicos. Hemos hecho los deberes y tenemos una tasa de deuda muy baja, y con muy buena catalogación por parte de las entidades financieras, de A+. Veo a los partidos que no tienen ideas queriendo meternos en la discusión eterna de los recortes y las subidas de impuestos. ¿Qué vamos a recortar, si el 90% del gasto vasco es sanidad, educación y políticas sociales? Se ha demostrado que Euskadi no había hecho recortes en esas áreas y hemos salido mejor parados de la crisis sanitaria. La vía tampoco es subir el Impuesto de Sociedades, que se aplica a los beneficios de las empresas. ¿Qué empresas, si tienen pérdidas?

Habla de un plan ambicioso de endeudamiento. ¿Cuánto?

—El consejero Azpiazu calcula que bajaremos un 8,7% del PIB este año y que podremos crecer un 6,7% el próximo. Es un decalaje de entre tres y cuatro puntos, y es lo que nos tendríamos que endeudar, más de 2.000 millones de euros. Si le unimos lo que tenga que venir de los fondos europeos, etc., estaríamos hablando de una bolsa de 5.000 millones.

¿No hay un cambio de criterio en el PNV, que siempre ha llevado muy a gala el rigor en la gestión y el déficit del 0%? ¿Por qué ahora?

—A situaciones excepcionales, actuaciones extraordinarias. Lo que nos permite ir a un endeudamiento mayor es tener las cuentas muy saneadas.

¿Se va a presentar el PNV como voto refugio frente a lo que puedan ofrecer Iturgaiz desde el PP o EH Bildu?

—Nos están convirtiendo en el único voto razonable todos los demás. El nivel de esta precampaña está siendo lamentable. Tenemos a un Iturgaiz enfermizo en su obsesión de darle al PNV. No ha hablado nada de proyectos. Bildu tiene la necesidad casi también patológica de meterse con el PNV. Hasta cuando van a presentar un supuesto plan de reconstrucción dicen que el lehendakari no los recibe.

Con Bildu se disputan su influencia en Madrid. La coalición dijo que el PNV tuvo un ataque de celos por el pacto con Sánchez sobre la reforma laboral. ¿Tiene Bildu un ataque de celos por las transferencias y por eso las llevó a la Junta Electoral?

—En Madrid tiene una doble contradicción: con su pasado, porque pone en marcha una política que le hace abjurar de lo que ha hecho en 40 años y de no hincar la rodilla ante las instituciones españolas; y la segunda contradicción es que ahora ellos lo hacen, pero no para poner sobre la mesa sus alternativas históricas, sino entrando por el arco estrecho de los partidos reformistas. Están llegando a acuerdos y acuerdillos como un partido reformista más. Bildu aparenta ser en Euskadi una alternativa al sistema, y en Madrid es un partido reformista sumiso al Gobierno de Pedro Sánchez. El día que haya una reforma, el Gobierno con quien va a tener que hablar es con el PNV, y probablemente saldrá la reforma laboral que pacte con el PNV, porque con Bildu no dan los votos. Nos quiere borrar de la ecuación en Madrid. Pero, sin el PNV, no salen las políticas progresistas.

Tanto Bildu como el PSE han alejado la posibilidad de un acuerdo de izquierdas vasco, que parece que solo pide Elkarrekin Podemos. ¿Ya no es una amenaza real para el PNV?

—Bueno, yo creo que en una parte del PSE sí hay una pulsión para explorarlo. Acabamos de ver un acuerdo en Galdakao. Sabemos que hay muchos contactos en el Gobierno de Navarra, y hemos conocido los acercamientos en Madrid. No lo descarto. Otra cosa es que los números den, y que se atrevan. Pero, en una parte del PSE, ganas hay. Y en Bildu, todas. Ahora dice que no, pero seguro que lo intentará.

¿Qué hará el PNV para evitar que el PSE se vea seducido?

—Sacar unos resultados tan nítidos que no dejen dudas de que no se pueden hacer esos experimentos contra la voluntad mayoritaria del país.

¿De qué cifras habla?

—Hay que incrementar la distancia con respecto a hace cuatro años. Yo he puesto como reto subir un escaño más por cada territorio. Si el PNV se sitúa en 31 y los otros no pasan de 20, es que la gente quiere lo que quiere.

El PSE también va a subir...

—Yo hablo de mis cuentas. El PSE tendrá que hacer las suyas y ver con quién habla. Pero, frente a esa tentación que pueden sentir algunos en el PSE en favor de un tripartito de izquierdas, la mejor vacuna es un gran resultado del PNV.

¿No tiene asegurada la lealtad de Mendia? ¿No podría ver Sánchez comprometido su acuerdo si aquí el PSE se aliara con la izquierda?

—Claro. Me hizo mucha gracia la apelación de Pablo Iglesias, de que no temía que hubiera una reacción nuestra en Madrid si hubiera una operación de izquierdas en Euskadi, porque el PNV no puede pactar con el PP. El PNV hará lo que tenga que hacer y será durísimo si eso pasa. Si el PNV no es bueno para gobernar en Euskadi, no es un buen compañero para un gobierno en Madrid. Y si el PNV es un buen compañero en Madrid, lo lógico es que se respete la voluntad de la ciudadanía vasca y no se tuerza. Los socialistas tendrán que medir.

¿Será una campaña de pura gestión y menos ideología? Le pregunto por el papel que va a tener el nuevo estatus en el orden de prioridades.

—La forma de reconstruir Euskadi es también ideología. Vamos a reconstruirla en base a dos patas: si vamos a tener instrumentos es porque los ha traído el autogobierno, y en segundo lugar, la capacidad de gestión de gente preparada. Otra cosa es si esto va a ser lo único. No. No vamos a bajar la guardia un ápice sobre un nuevo estatus de autogobierno. Además, estamos en mejores condiciones que hace cuatro años porque tenemos textos. Si en Euskadi se da una mayoría clara en torno al PNV y a un gobierno de coalición, y en Madrid se dan las circunstancias que se dan hoy en día, yo soy optimista. Deberíamos apretar el acelerador al máximo para que haya un nuevo estatus en estos cuatro años.

¿De manera expresa se van a marcar un plazo? Todos se superan...

—Se necesita consenso para avanzar. Bildu boicoteó un posible acuerdo.

¿Mantendrá el PNV el derecho a decidir aunque el PSE y Sánchez lo vean inasumible?

—Es democracia pura. Se pueden buscar fórmulas para vincular el derecho a decidir con el pacto. Como es razonable, se acabará abriendo camino.

¿Esta precampaña se está desarrollando en un momento de mayor vulnerabilidad para el PNV por el derrumbe de Zaldibar y el virus?

—La sociedad vasca sabe discernir. No nos preocupan la oposición ni su campaña, sino que la gente entienda este momento especial y la necesidad de ir a votar a quien sea, y tener un gobierno fuerte que tenga la legitimidad del respaldo ciudadano porque viene algo complicado. Sabemos poner a Euskadi en pie, ya lo hicimos en 1983 y otras crisis.

¿En qué medida puede afectar al PNV la abstención? Está extendida la idea de que tiene un electorado de edad avanzada y que con el virus a lo mejor no va a votar...

—Hay gente que prefiere abstención: los partidos incapaces de acaparar votos de otras latitudes políticas. Queremos que vote el máximo de gente. Ahí entra la capacidad para generar confianza en gente que, sin ser votante fiel, en un momento dado ve que eres el indicado. Solo le pasa al PNV.

¿Son las elecciones más importantes en 40 años para el PNV?

—El reto es el más importante desde las inundaciones de 1983, que coincidieron con el primer gobierno de Garaikoetxea y el desarrollo del Estatuto. Hay un paralelismo: la situación económica es complicada y toca renegociar el autogobierno. Son las elecciones más importantes en 40 años.

Iturgaiz juega la carta de la corrupción. ¿Es un problema para el PNV?

—Iturgaiz está recreando la Euskadi de 1998 y, además, intentando trasladar a la ciudadanía una imagen que no es real. Que el PP hable de corrupción de otros ya demuestra la falta de decencia política que tiene. Pero, además, lo hace en términos que no son creíbles para Euskadi. No es la realidad que palpa la gente en la calle.

El virus afloja. ¿Urkullu tendrá presencia continuada en la campaña?

—Va a estar preferentemente a gobernar pero, como es muy trabajador, además va a ejercer de candidato.