AS ventanas y los balcones siempre han sido la fuente de ventilación de las casas por las que entra el rayo de luz y esperanza. En estos días de coronavirus se han convertido en espacios de comunidad para compartir palabras y sentimientos con los vecinos. En el Aberri Eguna de ayer esos balcones fueron lugar de encuentro emocionado entre miles y miles de vascos y vascas confinados en sus domicilios por la pandemia, pero que intenta no perder la cara a la vida en cuanto tiene una ocasión. El Aberri Eguna brindó la ocasión para hacer compatible la reivindación de autogobierno de Euskadi con el dolor por la herida abierta por el coronavirus que se ha cobrado ya la vida de casi mil personas en Hegoalde, y con el reconocimiento y la admiración a las personas que bregan en primera línea para combatir la pandemia. Así lo hicieron ayer miles de personas en Euskadi colgando la ikurriña en su balcón o ventana y guardando un minuto de silencio en recuerdo a las víctimas. Así fue recogido ayer por los fotográfos de este diario que recorrieron diferentes localidades vascas en busca de ese balcón que se ha erigido en el icono de la esperanza de una Euskadi y un mundo mejor y más solidario cuando las casas abran sus puertas.