bilbao - Pedro Sánchez afronta el diálogo con ERC para su investidura como si se tratara de caminar por la cuerda floja, no pisar en falso para no desatar las presiones internas y externas, y mantener el equilibrio en los guiños que lanza a los soberanistas catalanes. El riesgo radica en que ERC, o más bien una JxCat que vigila de cerca a sus socios, puedan considerar insuficientes estos gestos. Algo parecido ha sucedido en las últimas horas, después de que Sánchez anunciara que va a llamar a todos los presidentes autonómicos, con el objetivo de vestir su decisión de levantar el veto al president catalán, Quim Torra. El socialista, que ya ha asumido un riesgo ante la derecha española y su propio partido por realizar este movimiento, se negó ayer a ir un paso más allá y a llamar en primer lugar a Torra antes que al resto de presidentes, un gesto que le pedía el entorno del mandatario catalán para reconocerle cierta bilateralidad. Sánchez seguirá el orden lógico y protocolario, por antigüedad en la aprobación de los estatutos de autonomía, lo que supondrá que llame al lehendakari Urkullu, y a Torra en segundo lugar.

Saltarse el protocolo y telefonear primero a Torra no hubiera supuesto una gran transgresión, pero el candidato socialista ha preferido no hacerlo, dentro de su estrategia para no dar prioridad ni atisbos de bilateralidad al Govern. El entorno del president y los cargos de JxCat, que están instalados en el rechazo a su investidura con una posición más dura que ERC, le habían pedido que, al menos, llamara antes a Torra porque, por lo demás, esta ronda les parece un movimiento insuficiente que diluye al president en un café para todos con 17 mandatarios. La portavoz del Govern, Meritxell Budó, avisó de que “el tema no se soluciona con una llamada dentro de la ronda de los 17 presidentes”. “Reclamamos respeto institucional y, por tanto, pedimos que se aborde el diálogo entre gobiernos desde una bilateralidad, es decir, que se reconozca la bilateralidad entre Catalunya y el resto del Estado”, argumentó. Aun así, añadió que sería un “gesto” que Torra fuera el primero.

Sánchez, que se encontró ayer con una entrevista de Marta Vilalta en Nació Digital donde asegura que la llamada a Torra era una petición de ERC, no quiso trasladar más cesiones y dijo que seguirá el “orden tradicional en base a la antigüedad de los estatutos, como siempre se ha hecho”. “Le llamaré el segundo, después del lehendakari del País Vasco. No creo que haya problemas”, dijo. Además, justificó la ronda en que a los presidentes autonómicos les conviene un gobierno en Madrid cuanto antes para hablar de financiación, trenes de cercanías, otras infraestructuras y sanidad. Son temas relevantes para Catalunya y tocan algunas de sus demandas históricas, pero a estas alturas no colman las aspiraciones de los soberanistas, que piden una mesa entre gobiernos sin vetos, para poder hablar sobre el derecho de autodeterminación o el fin de la represión. JxCat, que sube su listón tras haber pedido que Torra fuera reconocido como interlocutor y ahora pide que sea el primero, se resiste a aflojar la presión sobre ERC y sus negociaciones con Sánchez, deslizando que solo logra migajas.

La ronda de llamadas, que comenzará la próxima semana tras las reuniones del lunes con Pablo Casado (PP) e Inés Arrimadas (C’s), nace con mal pie, pero es pronto para aventurar su resultado. Es un hecho novedoso que la conversación pueda producirse, porque Sánchez se ha negado a levantar el teléfono a Torra desde los disturbios en las calles tras la sentencia condenatoria por el procés. Sánchez le dijo que tenía que condenar la violencia, y hablar primero con las fuerzas constitucionalistas de Catalunya. Ahora lo reconoce como interlocutor. La situación podría ser delicada para Sánchez si se publicara con carácter inmediato la sentencia de inhabilitación a Torra por no retirar a tiempo los lazos amarillos en campaña electoral, un fallo que se da por hecho que será condenatorio y que llegará antes de Navidades.

En paralelo, se están produciendo otros hitos que rebajan la tensión, como el cambio de posición de la Fiscalía, que ha pedido libertad con fianza para tres de los siete miembros de los CDR. Y el Govern ve un avance en que se hable de “conflicto político”.

urkullu, en la disputa Como resultado del entuerto, el lehendakari vuelve a quedar en medio de la controversia. Ya estuvo en el ojo del huracán durante su mediación fallida para evitar la declaración unilateral de independencia y la suspensión del autogobierno, unas gestiones que quebraron su confianza con el expresident Puigdemont. La relación entró en barrena, y el lehendakari llegó a ser citado como testigo por la defensa de los soberanistas en el juicio. Sectores próximos al expresident se han expresado con cierta ojeriza hacia Urkullu por los acuerdos presupuestarios con el expresidente Rajoy y, muy en concreto, por el pacto millonario sobre el Cupo, donde Puigdemont lanzó que unos cobran por ser españoles, y otros pagan por serlo. Lehendakaritza es conciente de que la ronda de Sánchez busca vestir el contacto con Torra, pero no lo va a criticar. Aun así, a Sánchez le resultará difícil desviar la atención con esta ronda porque los barones del PP le pondrán en aprietos, o incluso los socialistas, como Page.