Bilbao - ¿Qué factores han influido o provocado la debacle de Ciudadanos en solo medio año?

-No creo que haya sido solo en medio año. Empezó hace un año y medio, cuando la moción de censura contra Rajoy. Ciudadanos en aquel momento tenía todas las estrellas de cara e incluso llegaron a pensar que eran una alternativa de Gobierno y que Albert Rivera podía ser el próximo presidente. A partir de aquí las cosas se torcieron y todas fueron mal, pero tardaron mucho en reaccionar y continuaron obstinados. A partir de entonces no hubo más objetivo que el que Rivera fuera presidente. Esto los llevó a un alejamiento de la realidad y que tomaran toda una serie de decisiones erróneas que desembocaron en esta debacle del partido.

¿Se alejó demasiado Albert Rivera del centro del tablero político?

-Creo que no se trata del centro político, lo que le ha pasado a Ciudadanos es que perdió con el tiempo su carácter. Tenían una serie de cartas que no supieron jugar o que fueron abandonando poco a poco. La carta más importante, la que les había llevado a tener este protagonismo en la esfera política nacional, era toda la cuestión catalana y la preocupación por la unidad de España. Llegó otro partido, que es Vox, que poniéndole tintes más extremos consiguió llevarse una parte del electorado más preocupado por todo ello. A C’s lo que le pasó es que perdió su identidad. No hubo debate de ideas, no hubo reflexión sobre los temas más candentes y comprometidos, simplemente buscaban adaptarse a las ideas mainstream y los dictados de la demoscopia.

Parece que los electores han optado por la derecha ‘auténtica’, el PP e incluso Vox, abandonando así a C’s.

-Ciudadanos no quiso ser nunca un partido de derechas, lo que queríamos era huir de ese tipo de etiquetas, queríamos centrarnos en problemas que importasen a la ciudadanía y no estar pendientes de si tenía un color u otro. Al principio nos definía un socialismo democrático y un liberalismo progresista. Éramos un partido transversal, básicamente constitucionalista, donde podían sentirse cómodas personas que ya no se identificaban con el PP o con el PSOE. Ciudadanos nunca fue un partido que quisiera sustituir a ninguna derecha (ni izquierda).

¿Hasta qué punto ha pasado factura la estrategia del cordón sanitario al PSOE y apuntalar en cambio el poder territorial del Partido Popular?

-En un principio estaba esta estrategia, que se demostró muy errónea, de pensar que el socio natural del PSOE iba a ser Podemos. Se asumió esto, y que Ciudadanos quedaría como la única alternativa para un determinado tipo de electorado. Pero no sé si al final ha tenido relación con todo esto, más bien ha sido una crisis de identidad del partido, querer convertirse en lo que no era. Ciudadanos nació para responder a demandas importantes del electorado español, pero que no necesariamente pasaban por cuestiones ideológicas. Y al final no entró en temas importantes de debate de ideas, de batallas culturales, y se centró simplemente en demoscopia, en análisis de elecciones, en asesores de imagen y estrategia?

¿Hay futuro para Ciudadanos con Arrimadas de líder y con únicamente diez diputados?

-Hay futuro para C’s si vuelve a los orígenes, si se centra en lo que realmente quiso ser desde el principio. Tiene que volver a ser el partido que aspira a promover una serie de ideas que tienen que ver con la razón, con la ciencia, con el sentido común, con la Constitución, con que los ciudadanos sean libres e iguales en toda España. Yo creo que tiene futuro si reflexiona y cambia. Arrimadas es una mujer que aúna consenso en el partido, los afiliados y también en gran parte de sus votantes. Me parece que en estos momentos es el centro de gravedad del partido, y con diez diputados se pueden hacer muchas cosas.

¿Por dónde pasa la supervivencia de un partido que se ha quedado sin la mayor parte de sus caras conocidas?

-Con caras conocidas estamos pensando en Albert Rivera, porque los otros rostros tampoco eran tan conocidos, aparte de Juan Carlos Girauta o Javier Nart. Queda Inés Arrimadas, con una reputación indiscutida, que puede hacer un gran papel.