bilbao - El Gobierno vasco quiere levantar un cordón sanitario para evitar que Euskadi se contagie del mal que aqueja en este momento a la política española: el bloqueo y la parálisis institucional. La ausencia de una investidura y de un gobierno en plenas funciones en Madrid retrasa los compromisos que exigen una acción compartida y negociada con el Estado, como el traspaso de competencias y las obras del TAV, pero todo aquello que dependa en exclusiva del Ejecutivo vasco, como el inicio de la negociación presupuestaria, va a funcionar con su propio calendario sin dejarse condicionar por el bloqueo estatal. No se van a posponer los contactos aunque se repitan las elecciones generales el 10 de noviembre y se complique el diálogo en ese contexto de precampaña. Otro cantar será la disposición que tengan los grupos, que pueden estar condicionados por la pugna electoral.

El consejero de Hacienda, Pedro Azpiazu, comunicó ayer al lehendakari en el marco del Consejo de Gobierno que va a abordar la negociación en cuanto tenga un borrador aproximado de los Presupuestos, en torno a finales de este mes o principios del próximo, pese a la eventual campaña electoral. Es consciente de que falta un escaño para la mayoría absoluta y quiere trabajar con tiempo. El Gobierno vasco, como hizo su portavoz Josu Erkoreka en la entrevista publicada por este periódico el domingo, no es ingenuo y reconoce que será difícil en un clima de campaña, pero hace un llamamiento a la oposición para abstraerse de la pugna. No hay cambio de planes. Se admite que será difícil, pero creen que el Ejecutivo no puede hacer otra cosa que intentarlo. “Forma parte de su obligación y responsabilidad”, dijo ayer Erkoreka después del Consejo.

en verano Fuentes del departamento de Azpiazu aseguran a DEIA que el riesgo cada vez más real de una repetición electoral no supone ningún cambio en su planteamiento. El consejero ya abrió antes del parón veraniego una ronda previa de contactos con EH Bildu, Elkarrekin Podemos y PP, de manera novedosa en un momento tan preliminar, dando a entender que quería colocar toda la carne en el asador y dar a la oposición la oportunidad de influir en el borrador antes de que esté cerrado. Por lo tanto, la intención de apretar en los contactos ya existía y se mantiene. El borrador comenzará a tomar forma cuando se conozcan las previsiones de recaudación de impuestos, que se harán oficiales en el Consejo Vasco de Finanzas. La reunión debe tener lugar antes del 15 de octubre. El proyecto se presentará en Consejo de Gobierno poco después, el día 22, aunque el plazo para hacerlo acabaría el 29. Con esa información, Azpiazu retomará los contactos. “La parálisis de la política española no nos puede condicionar”, defiende su entorno.

La intención no es nueva. Desde que el Ejecutivo vasco retomó la actividad tras el paréntesis vacacional con el Consejo de Gobierno de Miramar, el lehendakari ha dejado claro que quiere marcar perfil frente al bloqueo estatal. En la cita de Miramar, se centró en las Cuentas y puso en valor que el porcentaje de gasto va a superar el 70%. Quiere trasladar la idea de que pone todo de su parte, lo que no casaría con colgar el cartel de vuelva usted mañana si hay elecciones generales. También el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, apostaba anteayer por proteger el clima de la comunidad autónoma.

Se da la circunstancia de que el partido que ha mostrado una disposición más clara es Elkarrekin Podemos, uno de los protagonistas del bloqueo estatal junto al PSOE, de manera que se abre la incógnita del margen negociador que le puede quedar aquí con el Gobierno PNV-PSE si la campaña de las generales es muy bronca y se enreda la posterior negociación de investidura. Su líder, Lander Martínez, en cualquier caso, ha mostrado matices más posibilistas en el discurso también en relación con Madrid, cuando ha abierto la puerta a un pacto con Sánchez que no implique exigir ministerios.

A la pregunta expresa de si el Gobierno vasco va a posponer la negociación hasta después de las generales, Erkoreka respondió a la prensa que Azpiazu ha expresado su “voluntad de comenzar los contactos tan pronto como se prepare el borrador”, “haya elecciones o no”, y “existan o no dificultades”. Matizó que, en cualquier caso, habría margen tras el 10 de noviembre, pero “eso no va a relajar al Gobierno para que en fechas anteriores desatienda” esas labores. La campaña de las generales duraría solo una semana porque lo que se dirime es una repetición electoral, de manera que el quebranto no sería tan alto, aunque es verdad que el clima de pugna duraría semanas, también durante las negociaciones de investidura. El plazo de las Cuentas acabaría a principios de diciembre, cuando se votan las enmiendas a la totalidad.