Bilbao - Pedro Sánchez deja para septiembre la asignatura pendiente de la negociación para la investidura y se toma unas vacaciones hasta finales de este mes. El presidente del Gobierno en funciones retomará las conversaciones en el tramo final de este mes o a principios del próximo tras poner el contador a cero después de su intento fallido a finales de julio, que acabó con una fuerte brecha abierta con Unidas Podemos, su aliado natural.

En esta nueva y decisiva fase, que deberá cerrar con un acuerdo antes del 23 de septiembre si quiere evitar una repetición electoral, el candidato a la reelección priorizará encontrarse con las fuerzas políticas que son “susceptibles” de poder dar apoyo. “Hablaremos con el PNV, el Partido Regionalista de Cantabria (PRC), las fuerzas nacionalistas de Catalunya y lógicamente con Unidas Podemos”, precisó Sánchez en declaraciones a la prensa antes de reunirse con organizaciones del sector cultural, en el marco de su ronda de encuentros con colectivos sociales.

El matiz es importante y revelador en este caso. El presidente en funciones, como luego lo haría también su portavoz del Gobierno, se refirió a ERC y Junts per Catalunya (JxCat) como partidos nacionalistas catalanes. Hasta ahora siempre los definían como fuerzas independentistas. En estos encuentros, Sánchez planteará “una propuesta abierta” de programa a todos los partidos que “son susceptibles” de apoyar su investidura, entre los que citó a Unidas Podemos al final de la lista, para intentar llegar un acuerdo con el que materializar un Gobierno progresista.

Sí tuvo una referencia especial a la formación morada al explicar que a estos encuentros “sobre todo y especialmente con Unidas Podemos” no irá con un programa cerrado, sino con una propuesta abierta “susceptible de poderse negociar” con ellos, pero siempre en base a los contenidos y las políticas. Señaló que “no es tanto hablar del continente como hablar del contenido”, volviendo de esta manera a incidir en la necesidad de alcanzar un acuerdo sobre las políticas para los próximos cuatro años y no sobre los puestos en el Gobierno.

Preguntado sobre si ya ha hablado con Iglesias para concretar esa reunión, reiteró que los contactos serán con las distintas fuerzas políticas, “también con Unidas Podemos, como no puede ser de otra manera”.

En la comparecencia posterior al último Consejo de Ministros antes de las vacaciones, Isabel Celaá no explicitó ni el orden de los encuentros ni cuándo se producirán. La portavoz no citó a EH Bildu entre los incluidos en esa ronda, lo que abre la puerta a que, tal y como hiciera en la negociación para la investidura en julio y como ha ocurrido después en Nafarroa con la elección de María Chivite como presidenta, no llame a la puerta de la formación de Arnaldo Otegi. La coalición se abstuvo en ambos casos.

En la ronda de contactos ERC y PDeCAT no sufrirán la discriminación respecto al resto de fuerzas, aunque Celaá insinuó ayer que no será Sánchez quien se reúna con los líderes de los partidos nacionalistas catalanes. El presidente en funciones se reservará para Unidas Podemos, PP y Ciudadanos, si Albert Rivera “tiene a bien”, y enviará a la portavoz parlamentaria del PSOE, Adriana Lastra, y al ministro en funciones de Fomento, José Luis Ábalos, para encontrarse con los portavoces republicanos liderados por Gabriel Rufián y los exconvergentes capitaneados por Laura Borràs. Estas dos formaciones optaron ayer por el silencio ante la propuesta que les sitúa como posibles aliados para una investidura, pero sus círculos más próximos filtraron una tímida satisfacción al apreciar un cambio de tono en el anuncio de Sánchez y un giro hacia posiciones de diálogo.

Con vistas a esa posible negociación, ERC mantiene la mano tendida si hay acuerdo con Podemos mientras que en JxCat la posición es mucho más distante tras haber votado en contra de Sánchez en el Pleno de investidura del pasado mes de julio.

El presidente español apuesta por que el esquema de reuniones y contactos será similar al de junio y julio. Por lo pronto, se ha reunido personalmente con Compromís y fuentes socialistas avanzaron una reunión entre el líder del PSOE y el presidente del EBB del PNV, Andoni Ortuzar, a partir del 19 de agosto en Bilbao. En todo caso, la portavoz insistió en que, para que el Gobierno no dependa de los independentistas, “el presidente sigue pidiendo la abstención del PP y de Ciudadanos”.

El pp de casado El partido naranja ya ha dejado plantado a Sánchez rechazando su última invitación para reunirse, al entender que no serviría para nada dadas las diferencias entre unos y otros. Sin embargo, el PP de Pablo Casado ha optado por un perfil menos bronco y no de ruptura, aunque sin intención alguna de facilitar la investidura, ni siquiera mediante la abstención. El anuncio de Sánchez de hablar con los nacionalistas catalanes ahonda las divergencias y añade un nuevo argumento para cargar contra el presidente en funciones. El vicesecretario de Participación del PP, Jaime de Olano, destacó ayer que el líder del PSOE “se ha quitado definitivamente la careta” al hablar de ERC y JxCat como partidos “nacionalistas”, y pidió que comparezca de nuevo para “aclarar qué está dispuesto a ceder” para que estas formaciones apoyen su investidura. Calificó de esperpéntica la comparecencia de Sánchez en la que “califica de nacionalistas a los que ellos mismos se califican de independentistas”.

Sánchez hizo balance de la ronda de encuentros con sindicatos, asociaciones ecologistas, feministas y culturales iniciada la semana pasada, en la que ha mantenido 14 reuniones con unas 220 personas de 180 colectivos, y explicó que los socialistas se dedicarán en las próximas semanas a “compendiar y sistematizar” sus propuestas para elaborar un “programa común progresista” que plantear al resto de partidos.

El presidente en funciones hará un parón la próxima semana para después retomar las reuniones con los colectivos sociales. Pretende así presionar a Podemos para que se avenga a cerrar un acuerdo basado en un programa y no en el reparto de ministros. Mientras tanto se prepara para una segunda ronda de encuentros que alargarán la elaboración de ese programa progresista hasta final de mes o septiembre. Solo entonces comenzarán las citas con los partidos, lo más probable ya en septiembre y con el reloj electoral marcando la hora.