BILBAO. El Gobierno vasco contempla la accidentada trayectoria de la Ponencia de Memoria con disgusto, porque le gustaría que hubiera un acuerdo entre los partidos en un asunto tan sensible como lo es la convivencia; pero también asiste a lo que está ocurriendo desde cierta distancia, con el argumento de que el devenir de una ponencia concierne en exclusiva al Parlamento Vasco. Por extensión, cree que la gestión cotidiana del Gobierno vasco está a salvo de la marejada pese a las fricciones entre los dos socios, PNV y PSE. El portavoz del Gobierno, Josu Erkoreka, aseguró ayer que esas discrepancias no afectarán al día a día del gabinete.

La controversia que se está registrando tiene que ver, sobre todo, con el pulso entre EH Bildu y el PSE por el reconocimiento del daño injusto causado por ETA. Sin embargo, este debate está provocando, por extensión, roces y tensión entre los socialistas y los jeltzales. La presidenta de la ponencia, la jeltzale Ana Oregi, ha sido la redactora del texto de síntesis, pero el PSE no ve sentido a profundizar en ese documento sin la garantía de que la izquierda abertzale va a asumir ese principio ético. Para el PNV, tanto el PSE como EH Bildu se han atrincherado. Los jeltzales quieren seguir trabajando, y las discrepancias con la estrategia del PSE no se ocultan.

No obstante, ninguno de los dos socios quiere hacer sangre en privado con este asunto, que sí está siendo aireado con mayor énfasis desde EH Bildu. En ese contexto, el consejero socialista de Vivienda y Medio Ambiente, Iñaki Arriola, devolvió la pelota al tejado de la izquierda abertzale para criticar que “no sea capaz” de decir que el terrorismo de ETA estuvo mal, pero dejó ver que lo vuelve a plantear como condición previa, y ahí discrepa del PNV, que quiere dar una oportunidad a los trabajos para que el consenso vaya surgiendo en el futuro, con el transcurso del debate. Se trata de encontrar “las palabras y el momento”, tal y como dijo Erkoreka.

Erkoreka aseguró ayer que los dos partidos van a seguir trabajando para desplegar su programa, y procurando que las discrepancias no afecten a su labor cotidiana. Además, quitó hierro a lo sucedido recordando que “todo el mundo era consciente de que avanzar en la ponencia no era una tarea fácil”. “Desde el Gobierno entendemos las diferencias que existen entre los grupos parlamentarios y respetamos su trabajo. En el fondo, se trata de encontrar las palabras adecuadas y el momento idóneo para que al unísono y de manera clara y contundente se pueda decir que los derechos humanos y el pluralismo político siempre debían haber sido respetados”, concretó. También expresó su deseo de que “el trabajo desarrollado hasta la fecha no quede en agua de borrajas”. Aún así, comprendió “que el momento preelectoral no es el idóneo”.

El consejero Arriola admitió, por su parte, que la ausencia de avances es responsabilidad de todos, pero avisó de que el hecho de que EH Bildu “no sea capaz” de decir que el terrorismo “estuvo mal” le hace “un flaco favor” al foro parlamentario. “Esto hay que decirlo claramente, y lo tiene que decir también EH Bildu porque, si no construimos el futuro con cimientos sólidos, corremos el riesgo de que la historia se repita”, dijo. Sobre el choque con el PNV, defendió que lo que ocurra en la ponencia es responsabilidad de todos, pero volvió a incidir en el reconocimiento del daño injusto causado. “Flaco favor hacemos a la convivencia futura si no partimos de esa base sólida que permita que podamos convivir juntos en paz, reconociendo lo que estuvo mal para que no se repita en el futuro”, recalcó.

La ponencia se reunió el lunes por primera vez desde el choque que se produjo en diciembre entre el PSE y EH Bildu. Hay tres textos sobre la mesa (el de Oregi, el del PSE y el de EH Bildu), mientras que Elkarrekin Podemos ha dejado la puerta abierta al proponer sus aportaciones con un carácter menos beligerante. La próxima reunión tendrá lugar el viernes de la semana que viene.