Un cargamento de ilusión, emoción y material humanitario ha salido esta mañana (8.15 horas) hacia Ucrania, de la mano de DYA Gipuzkoa. Ocho voluntarios: Iñigo Villafafila, Harkaitz Imaz, Eukeni Portu, Rafael Menéndez, Gorka Velaz, Javier Barace, Luis Jaime Hernández, Iker Aizpurua y Okasana Slavych, una mujer ucraniana afincada en Gipuzkoa desde hace nueve años y que además de hacer de intérprete, aprovechará la ocasión para traerse a su "nietita de cuatro años".

Maider Makazaga, gerente de DYA Gipuzkoa, ha explicado esta mañana a NOTICIAS DE GIPUZKOA, que la expedición espera llegar a su destino en Ucrania mañana hacia las 14.00 horas, después de 30 horas de viaje. Y que tras descargar el material sanitario y humanitario que llevan en tres furgonetas, regresarán con una quincena de personas refugiadas.

"Llevo doce días ya que no puedo ni dormir, ni trabajar; mi cabeza solo está allí, en mi país, pensando en los míos, en toda la gente y todo lo que pasa ahí. Me despierto a las doce, a la una, cojo el teléfono, miro las noticias, a ver si no pasa nada; a ver qué tal están las estaciones nucleares. Ya sabéis que en mi infancia hemos pasado en Chernobyl una catástrofe nuclear, y en Ucrania tenemos muchísimo miedo de este tipo de catástrofes, porque todavía mi país está pagando las consecuencias con un montón de cánceres, niños enfermos y esas cosas". Oksana Slavych tiembla al contar su caso, minutos antes de embarcarse en la expedición de DYA Gipuzkoa hacia Ucrania. Su labor en la expedición será ejercer de intérprete, ya que habla castellano, ucraniano, polaco y ruso.

Lleva viviendo nueve años en Orio, trabaja en un restaurante, y reconoce que desde que estalló la guerra, desde que comenzó la invasión de Rusia en Ucrania, aquí en Gipuzkoa se siente "impotente y quiero ayudar en algo". Por eso, "cuando me ha salido esta oportunidad con la gente de DYA para llevar ayuda humanitaria, me he dicho, quiero hacer esto; me siento un poco mejor yo misma. Aquí me siento impotente. Y voy a aprovechar el momento, porque tengo allí una nieta de cuatro añitos que quiero sacar".

Su familia, su nieta y sus padres, viven en Leópolis (Lviv), la sexta ciudad más grande de Ucrania, al oeste del país, a unos 70 kilómetros de la frontera con Polonia. Allí aún la guerra no ha estallado, pero Oksana recuerda que "a salvo no está nadie, porque antes de ayer bombardearon Vinnytsia, que es una ciudad al oeste de Ucrania, una ciudad tranquila, pacífica, que nunca ha hecho nada a nadie y bombardearon con seis misiles antes de ayer".

"Lo que quiero es sacar por lo menos los niños, se resigna Oksana, asumiendo que sus padres se quedarán allí. "Hablé con mis padres, que tienen más que 70 años y pueden salir también, pero dicen que no. Viven en un caserío, allí nacieron, allí crecieron, y dicen: aquí hemos llorado, aquí hemos reído, aquí hemos hecho nuestra vida, y lo que sea; si nos toca morir, morimos aquí. Tú saca los niños y ya está".

La gerente de DYA Gipuzkoa, Maider Makazaga, ha despedido a la expedición esta misma mañana y ha explicado que la expedición espera estar de vuelta el viernes con una quincena de personas concretas, a las que irán a buscar una vez entreguen el cargamento de material sanitario, comida y mochilas portabebé que llevan a Ucrania.

Makazaga ha explicado que cuando pusieron la maquinaria en marcha para emprender este proyecto, consultaron primero con la Diputación de Gipuzkoa si había posibilidades para alojar a las personas refugiadas que traigan de Ucrania y "nos dijeron que tenían organizados pisos de acogida y albergues y que no había ningún problema. Nos dieron carta blanca para traer a esta gente".