Londres - El primer ministro británico, el conservador Boris Johnson, adoptó ayer jueves un tono conciliador para maximizar las opciones de lograr un acuerdo con la Unión Europea (UE) que permita al Reino Unido salir del bloque comunitario en la fecha prevista del 31 de octubre. Tras varios días de soliviantar al Parlamento con un lenguaje belicoso, Johnson expresó ayer su “decepción” cuando la oposición cuestionó su plan de Brexit y mostró su disposición a hacer más concesiones al negarse a confirmar que esta sea su “última oferta”.

En una intervención en la Cámara de los Comunes, Johnson pidió un esfuerzo de “voluntad colectiva” a la UE y a sus rivales políticos a fin de obtener un pacto en el Consejo Europeo de los días 17 y 18 de octubre.

Calificó de “razonable” y “constructiva” la propuesta que envió ayer a Bruselas para sustituir la polémica salvaguarda destinada a evitar una frontera física en la isla del Irlanda tras el Brexit, el escollo que impidió que el Parlamento aprobara el tratado negociado por su antecesora, Theresa May. Dijo que si no se llega a un pacto tras el “intento genuino” de su Gobierno de “superar el abismo” y “reconciliar lo irreconciliable”, “será responsabilidad de todos” y se demostrará una carencia de “sentido de Estado”. El líder conservador reiteró no obstante su intención de dejar la UE a final de mes, con o sin pacto, en cumplimiento del resultado del referendo de 2016, pese a que hay una ley que le obliga a pedir una prórroga de las negociaciones si no hay consenso para el 19 de octubre.

El líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, rechazó de inmediato el plan y señaló que “es una mezcla de medidas que ya han sido rechazadas”, que rebajarían los estándares en el Reino Unido y amenazarían el proceso de paz en Irlanda del Norte.

El Partido Nacionalista Escocés (SNP), tercera fuerza parlamentaria, lo consideró “inaceptable” y reclamó para Escocia los mismos derechos de control y veto que la propuesta gubernamental contempla para el Parlamento de Irlanda del Norte.

Dublín no lo apoya El primer ministro de Irlanda, Leo Varadkar, dijo que el planteamiento de Johnson “no cumple los objetivos acordados para la salvaguarda”, mientras que su ministro de Exteriores, Simon Conveney, criticó en particular las competencias adicionales que se otorgan a la Asamblea norirlandesa.

El plan del líder conservador, que ha sido recibido con reticencias también por Bruselas, establece que, en ausencia de un pacto comercial bilateral al fin del periodo de transición posterior al Brexit, Irlanda del Norte mantenga las normas del mercado único para bienes, preservando así la fluidez de las transacciones con Irlanda.

Sin embargo, todo el Reino Unido abandonaría la unión aduanera (necesario para que este país pueda negociar acuerdos comerciales con terceros), lo que crearía la necesidad de imponer algún tipo de control aduanero entre Irlanda del Norte y su vecina del sur y entre el territorio irlandés bajo soberanía británica y Gran Bretaña, que tendría un régimen regulatorio distinto. Johnson propone que estos controvertidos controles se efectúen electrónicamente y en centros alejados de la frontera irlandesa, lo que ven con recelo Irlanda, la UE y la mayoría de los partidos norirlandeses, salvo el DUP, aliado del Gobierno tory. Otro punto cuestionado de la propuesta es que plantea que la Asamblea norirlandesa, que es de poder compartido entre unionistas y republicanos y está suspendida por discrepancias desde 2017, tenga competencias para decidir si el territorio adopta o no el régimen regulatorio alineado con el mercado único. Aparte de que la UE difícilmente cederá esa soberanía, los republicanos del Sinn Féin, proeuropeos, temen que sus rivales del Partido Democrático Unionista (DUP), pro-británicos y pro-Brexit, veten las medidas.

Johnson, que para ejecutar un Brexit duro el día 31 tendría que quebrantar la legislación británica, apuesta en estos momentos por conseguir un acuerdo con los Veintisiste que pueda ser respaldado por una mayoría en los Comunes. Mientras continúan las negociaciones el Parlamento británico quedará suspendido desde el martes hasta el 14 de octubre, cuando Isabel II pronunciará el discurso que se inaugura el nuevo curso parlamentario.