EN octubre de 1936, avanzada la Guerra Civil, las Cortes republicanas finalmente concedieron el Estatuto de Autonomía al País Vasco, lo que se hizo efectivo el día 7 en Gernika, al jurar José Antonio de Aguirre su cargo como lehendakari del Gobierno Provisional de Euzkadi. Aguirre, que además era consejero de Defensa, comenzó rápidamente a articular y robustecer el Ejército de Euzkadi, incluso como elemento ofensivo, a la vez que impulsaba la construcción de un cinturón defensivo apoyándose en los montes que circundan Bilbao. De esta manera, si los franquistas, que presionaban desde sus posiciones de Araba y Gipuzkoa, conseguían romper el frente, Bilbao podría resistir desde las trincheras y nidos de ametralladora de dicho cinturón.
Ante su incapacidad para tomar Madrid, el general Franco decidió trasladar la guerra al Frente Norte, a Bizkaia. Su ejército conocía perfectamente las defensas vascas por la reciente traición del capitán de ingenieros Alejandro Goicoechea, responsable de las construcciones, que se había pasado al enemigo informando con todo detalle de las características de la obra, así como de sus puntos débiles dejados a propósito. De este modo, el ejército rebelde rompió el frente vasco el 31 de marzo de 1937 y, aunque su avance fue mucho más lento de lo esperado debido a la resistencia de los defensores, el 12 de junio consiguió forzar el Cinturón de Bilbao (o de Hierro), en el lugar señalado por Goicoechea, con la ayuda de 110 aviones, 180 piezas de artillería y 10.000 soldados. Tras un último episodio de resistencia épica en Artxanda, que permitió la evacuación de Bilbao, los franquistas tomaron la villa el 19 de junio de 1937.
El Museo del Cinturón de Hierro Transcurridos 75 años, el Ayuntamiento de Berango, dentro de su apuesta por la Memoria Histórica, decidió en 2012 restaurar y poner en valor el nido de ametralladora situado en la loma de Areburu, en las alturas del municipio. Este fortín de hormigón armado se encontraba en muy buen estado, tras haber sobrevivido a los planes de demolición que alcanzaron a otras construcciones cercanas del Cinturón de Hierro. De esta manera, se protegió institucionalmente, se limpió, saneó, restauró y señalizó el nido de ametralladora, para que los paseantes y personas interesadas pudiesen disfrutar de ese elemento histórico recuperado.
Paralelamente, se pensó en complementar ese recorrido al aire libre con la existencia de un centro de interpretación donde el visitante pudiera recibir la información suficiente sobre este episodio de la historia de Euskadi. Nació así el Museo Memorial del Cinturón de Hierro, que fue inaugurado oficialmente el 22 de septiembre de 2012 por la alcaldesa de Berango, María Isabel Landa. El museo, ubicado en Berangoeta, recoge de forma clara y precisa a través de fotografías, paneles, carteles y prensa de la época, toda la información que el visitante necesita conocer: la construcción del Cinturón, la tipología de los fortines y la batalla anterior a la caída de Bilbao. Como acompañamiento, unos 250 objetos de la época completan la exposición: insignias, documentos, pertrechos, publicaciones, elementos de uso cotidiano, artefactos de guerra, uniformes y maquetas.
Desde entonces, el museo ha sido visitado por varios miles de personas, algunas por cuenta propia y otras a través de las más de 150 visitas guiadas al centro y al propio Cinturón. Ello se ha completado con decenas de conferencias, exposiciones, jornadas, publicaciones y todo tipo de actividades necesarias para la labor divulgativa propia de un museo.
Un lugar para la memoria No obstante esta vocación historiográfica, el Museo Memorial del Cinturón de Hierro es ante todo un lugar para la Memoria que busca homenajear a aquella generación que en su día sufrió una guerra impuesta y defendió los valores que actualmente consideramos nuestros. Así, también en estos años hemos visto la necesidad de acercar este episodio de la historia vasca a las personas jóvenes en edad escolar. Si bien concebimos la Guerra Civil como historia reciente, no es menos cierto que esta consideración es algo relativa, ya que estos jóvenes distan cuatro generaciones de la época de los hechos y esa distancia corre el riesgo de convertirse en olvido. Para aquellas personas nietas de quienes padecieron la guerra, hay un vínculo emocional con sus familiares a los que conocieron y encontraron cercanos. Sin embargo, para la actual generación, los bisabuelos y bisabuelas son en la mayoría de los casos antepasados poco o nada conocidos, siquiera por pequeñas referencias en el ámbito del hogar. Si no se acorta esta lejanía, corremos el riesgo de que los hechos pasen a la historia de manera fría, como tantos otros ocurridos en siglos anteriores, y se conviertan en un fósil extraño a nosotros.
Es a través de la Memoria, con mayúsculas, como podremos mantener ese vínculo con el pasado, sin recrear el dolor, pero conscientes del mismo. Así, buscando y logrando empatizar con aquella generación, encontraremos el mejor modo de mantener su recuerdo. Con esta idea de base, en 2016, el Museo Memorial del Cinturón de Hierro comenzó una nueva actividad añadida: la de explicar la guerra para inculcar la paz. Para ello contó con una de las ayudas del Gobierno vasco para el desarrollo de programas en materia de paz, convivencia y derechos humanos.
Educar para la paz El programa Educar para la paz (Bakerako hezten, en euskera) pretende dar a conocer al alumnado (3º - 4º ESO y 1º - 2º Bachillerato) los hechos sucedidos en nuestro entorno durante la Guerra Civil, despertando su interés por conocer esta parte reciente de la Historia y reflexionando sobre las consecuencias que conllevan las guerras. Para este fin, el programa se apoya tanto en el Museo como en el espacio del Cinturón de Hierro de Areneburu, todo ello trabajado de manera dinámica y participativa.
Así, la actividad completa consiste en una visita al Museo, combinada con un itinerario de Memoria, con una duración de dos horas y media. En el Museo, a través de la información existente, documentos y objetos, el alumnado tiene la oportunidad de conocer cómo se construyó el Cinturón de Hierro, los municipios que atravesaba, la resistencia civil, los bombardeos, el papel de la mujer, las batallas que se libraron y la posterior decadencia del patrimonio construido. De este modo, se investiga y analiza el conflicto bélico desde distintas perspectivas, finalizando la actividad con una reflexión en grupo sobre los hechos, sensaciones y sentimientos experimentados, planteando e intentando responder a las propias preguntas o, simplemente, dejándolas en el aire a la espera de poder encontrar una respuesta.
El itinerario de Memoria consiste en un corto paseo por el monte vecino, donde el alumnado descubre los restos de lo que fueron trincheras, refugios y nidos de ametralladora que formaban parte de las fortificaciones del Cinturón de Hierro.
Al adentrarse en estos elementos, los jóvenes intentan imaginar el esfuerzo que realizaron las personas que los construyeron y las condiciones que tendrían que soportar los gudaris en su defensa. La experiencia finaliza al llegar al nido de ametralladora de Areneburu, restaurado.
Con estas actividades del programa Educar para la paz, llevadas a cabo por el servicio externo de la consultora Orbela, donde se han aplicado principios y técnicas de comunicación interpretativa, para captar la atención del alumnado, despertar su curiosidad e interés por la temática, y provocar su participación activa en el desarrollo de la actividad, se ven cumplidos los objetivos esperados por la institución berangoztarra. De este modo, se permite dar a conocer el patrimonio histórico y cultural ligado a la Guerra Civil en el territorio; se hace comprender al alumnado participante que los objetos, documentos, testimonios y escenarios de la Guerra Civil son parte de nuestra Memoria Histórica; se consigue sensibilizar a las personas jóvenes en materia de paz, convivencia y derechos humanos, a través de la experiencia vivida en el Museo y en el itinerario de Memoria, y se logra, por tanto, despertar su curiosidad e indagar sobre la situación que vivieron anteriores generaciones, familiares o no, en el fatídico conflicto, poniéndose en su lugar, empatizando con ellas y rescatando su memoria, que así encuentra un reconocimiento.
Una experiencia positiva Finalizada la actividad, escolares y docentes son consultados a través de una sencilla encuesta que permite conocer su opinión. El alumnado, en su gran mayoría, considera claras las explicaciones recibidas, las actividades le parecen correctas y divertidas, considera adecuado el tiempo destinado a ellas, y le gustaría repetir. Preferentemente le interesa la construcción del Cinturón de Hierro y cómo vivió la guerra la población civil. Por su parte, el profesorado es unánime al valorar la actividad como interesante y de su gusto, así como la idoneidad del tiempo destinado a ella.
Así, durante los programas de 2016 y 2017, más de un millar de escolares han tenido la oportunidad de llevar a cabo esta vivencia, que esperamos se perpetúe de aquí en adelante, consolidando un programa didáctico ligado al Cinturón de Hierro, como referente educativo en materia de paz, convivencia y derechos humanos, en clave de Historia y de Memoria.